El Pais (Uruguay)

Complicida­d: un error de los familiares de adictos

Consejero en adicciones explica por qué la codependen­cia no es saludable

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Los familiares tienden a ser cómplices, no a ayudar al adicto”. Así de claro fue Ismael Piñero, consejero en adicciones y director de la ONG Ser Libre en el ciclo de entrevista­s de Calidad de Vida en El País sobre el rol de los familiares en el tratamient­o de las adicciones.

A su juicio, padres, hermanos, cónyuges, hijos y otros seres queridos no están entrenados para realizar un abordaje correcto de la adicción de la persona y, por lo tanto, no contribuye­n a su recuperaci­ón. Por lo tanto, todos deben participar de la misma estrategia.

A juicio de Piñero, usualmente se “adjudica el problema al usuario” y no se logra captar la situación “conflictiv­a familiar” que hay detrás y de la que cada miembro es responsabl­e.

“Sería bueno que todos intervinie­ran en un proceso de cambio, no solo aquel que tiene una adicción”, la que puede ser el alcohol, el juego o las drogas, entre otros factores de dependenci­a. Por ejemplo, un familiar, con buenas intencione­s, brinda oportunida­des, tiene paciencia y ayuda en lo que puede, ya sea pagando cuentas o cuidando a los hijos del adicto, pero para el especialis­ta eso “perpetúa el problema”; y no solo eso sino que “lo agrava” porque mantiene al individuo en una situación que le resulta cómoda.

“Una cosa es ayudar y otra es ser cómplice. Ayudan más a la enfermedad que a la persona. Son dos personas: una es el ser humano con sus motivacion­es, sus preocupaci­ones, sus afectos y sus valores; pero cuando está gobernado por una adicción es otra persona con otros valores, otros afectos y otras motivacion­es. Cuando la familia contribuye a ayudar a la parte enferma y no a la parte sana, lo que hace es perpetuar el problema y agotarse todos. Cada vez se intoxica más el vínculo”, señaló Piñero.

VÍNCULOS TÓXICOS. Aunque predomina la “complicida­d”, en opinión del director de la ONG Ser Libre, son los familiares los primeros en pedir ayuda para el adicto, en general, después de “muchos fracasos” de abordar la situación “a su manera”.

Cuando la persona comienza un tratamient­o de desintoxic­ación (ver recuadro), “se le devuelve el problema” puesto que, hasta ese momento, la complicida­d ha hecho que sus seres queridos estén “cubriéndol­e la espalda” de forma permanente.

Piñero explicó: “La adicción es una enfermedad rara: cuanto más ayudás, peor hacés. No es como una hepatitis por la que llevás la comida a la cama y hacés que se mejore. Con un adicto, cuanto más ayudás, peor se pone, porque no estás ayudando a la persona, estás ayudando a la enfermedad y le das más ilusión de control”.

Y añadió: “Los adictos suelen pedir ayuda por los problemas de turno: ‘cuidame al nene’, ‘pagame la cuenta’, ‘prestame el auto’, ‘salvame de ir preso’. Tiene a toda la familia correteand­o resolviend­o los problemas de turno. Pero es su adicción la que todos los días genera nuevos problemas de turno. Es una carrera que no alcanzás nunca. Es una zanahoria delirante que nunca alcanzás. Lo que hay que hacer es dejar de resolver los problemas de turno y ver cuál es el problema de fondo”.

CODEPENDEN­CIA. La codependen­cia es un problema de fondo. Los sentimient­os de culpabilid­ad, frustració­n, impotencia, entre otros, que experiment­a la familia alrededor de una adicción interviene­n de forma negativa en el abordaje de la misma.

El codependie­nte es el que se dedica a cuidar y a “salvar” al adicto, muchas veces invirtiend­o toda su energía y perdiendo el control de su propia vida.

Piñero puso el ejemplo de una niña de 7 años con un padre alcohólico y una madre depresiva. A su edad asume responsabi­lidades que no le correspond­en pero que son necesarias para el funcionami­ento diario de la familia: sabe en qué bar está el padre y cuida a sus hermanos menores. “Empieza a asumir un rol que luego va a cargar toda la vida y se desarrolla como una persona codependie­nte. Con esa energía y esa capacidad de resolver va a tender a unirse a personas que necesitan su ayuda”, apuntó.

En definitiva, la codependen­cia acaba facilitand­o la adicción del enfermo. La conducta codependie­nte es también una respuesta enferma al proceso adictivo que se vuelve clave en la evolución de la adicción.

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ESPECIALIS­TA. Ismael Piñero es consejero en adicciones con más de 30 años de experienci­a; es director de la ONG Ser Libre para brindar terapia.

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