El Pais (Uruguay)

La verdad y la mentira

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Leticia Abadie Ramírez | Montevideo

@| “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, eso decía Goebbles, ministro de propaganda del Tercer Reich.

Hoy, en pleno siglo XXI, seguimos escuchando mentiras flagrantes que se tornan en verdades absolutas.

Es un juego peligroso para el que necesita de memoria, pues una mentira se debe sustentar con otras y así sucesivame­nte.

Escuchamos desde hace mucho mentiras acerca de la Ley de Urgente Considerac­ión, mentiras que tergiversa­n la verdad, sacando palabras de contexto y formulando otra cosa.

Cuando la ley se discutió, no solo en el Parlamento, los ciudadanos tuvimos acceso al proyecto con anteriorid­ad inusitada. Superando el proceso de un Estado democrátic­o como el nuestro.

Días pasados, con la conmemorac­ión del Golpe de Estado, han aparecido otras falacias que solo responden a la ignorancia o a la mala fe. Es inconcebib­le que se oculte que el golpe fue el 9 de febrero de 1973, que el 27 de junio se disolviero­n las Cámaras. En ese lapso, las FF.AA. contaron con el apoyo del Partido Comunista y de la CNT, apoyando los Comunicado­s 4 y 7, en espera de un golpe peruanista. Son cosas distintas.

Es una falacia que los tupamaros lucharon contra la dictadura; tentaron destruir el Estado democrátic­o desde 1962, en febrero estaban derrotados. Sus dirigentes presos salían en concilio con los militares desde el Batallón Florida a colaborar en detención a sus compañeros. Nuestro pueblo es una sociedad educada, con conocimien­tos firmes, en una democracia republican­a tienen todos el derecho a opinar y sacar las conclusion­es que les sean pertinente­s. No simples ovejas que se arrían según la voluntad del interlocut­or.

Por eso, cuando la mentira se instala en la sociedad es jugar con fuego, y todos sabemos lo que sucede si eso pasa.

Estamos en un Estado de derecho, en una democracia republican­a, no es poco decir, si solo miramos la región o a nuestros vecinos más cercanos. Y vaya que son un gran laboratori­o social, o un espejo en el que mirarnos para aprender lo que no se debe de hacer.

El reconocido historiado­r Carlos Demasi, profesor de la Udelar, sostuvo públicamen­te: “Democracia es esa forma de gobierno que se opone al comunismo”.

Por eso, cuando hablo de la verdad y la mentira me preocupo, porque a nuestros hijos y nietos, los libros de texto que se supone deben educarlos, hoy están escritos por personas colonizada­s por una ideología, cambiando la historia.

Por ejemplo, la toma de Pando fue un acto cometido en democracia, intentando una demostraci­ón de fuerza, con delitos comunes. Pese a ello, se conmemora en democracia a instancias de sus autores, otrora delincuent­es, hoy fracción política.

Es imperioso un cambio en la educación, pues cuando gobernaron cambiaron los hechos históricos a su gusto y placer, por lo tanto están violando el derecho a una educación que debe ser veraz y porque los protagonis­tas aún viven.

Aún podemos corregirlo apoyando un Estado de derecho, una democracia firme y sobre todo protegiend­o la laicidad.

Nos une una fraternida­d y solidarida­d maravillos­a, nos conocemos todos, nos destaca en el mundo nuestra democracia, la conscienci­a social, el valor de la palabra. Estos valores los intentaron destruir por medio de la desinforma­ción y la mentira. Acabemos con ello defendiend­o la verdad como valor irrenuncia­ble.

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