El Pais (Uruguay)

Más de 2 millones de vacunados y ahora salen “barrio a barrio”

El MSP a la búsqueda del 14% de la población mayor de 12 años que no se ha agendado

- TOMER URWICZ

Uruguay es el país de América con mayor porcentaje de pobladores que han recibido la vacunación completa contra el COVID-19. Ayer el país superó la administra­ción de dos dosis a 2.000.000 de habitantes. Pero hay un 14% de la población habilitada para vacunarse (mayores de 12 años) que todavía no se ha agendado. Y el Ministerio de Salud Pública va por ellos.

Por eso, a partir de la semana próxima los vacunadore­s irán a las ollas populares y barrios más vulnerable­s de Montevideo y Canelones donde, estiman en base a datos del Instituto Nacional de Estadístic­as, se concentra la mayor población que no ha querido o sabido agendarse.

Parte de esa evidencia radica en la experienci­a previa —es algo que se repite en todas las campañas de vacunación— y parte en que el porcentaje de no vacunados es más alto en los prestadore­s públicos que en privados.

La zona de Villa García y Manga rural, en el Municipio F de la capital, en áreas con menos de 200 familias, será el punto de inicio de este plan “barrio a barrio”. Los usuarios asistirán en base a listas que elabore el Mides en su relevamien­to y no según la agenda electrónic­a, y todos recibirán dosis de Pfizer sin importar su edad. La elección de esta vacuna de ARN mensajero responde a que es la que está disponible en el mercado local.

Según el subsecreta­rio del Ministerio de Salud, José Luis Satdjian, “hay un esfuerzo por acercarle las vacunas a la gente”.

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El acceso a la vacuna no es solo para quien quiere, sino también para quien puede. Hay un 14% de la población mayor de 12 años que no se ha vacunado, no se ha agendado ni tampoco está en una lista de espera. Se trata de un porcentaje “bajo” en comparació­n al ritmo de vacunación mundial —de hecho, Uruguay superó ayer los 2.000.000 de habitantes con dos dosis y es el país de América con mayor porcentaje de pobladores que han completado el esquema de vacunación—. Sin embargo, a partir de la semana que viene el Ministerio de Salud Pública (MSP) concentrar­á sus esfuerzos en llegarles con dosis a aquellos que todavía no se han arrimado a los vacunatori­os.

Más de la mitad de los pobladores de Villa García y Manga rural, en el noreste de Montevideo, tiene al menos una necesidad básica insatisfec­ha: no acceden al agua potable, o sus casas son de techo descartabl­e, o los pisos están hechos de tierra, o carecen de luz o de un baño. Así lo reportó el último censo de población y, por eso, los vacunadore­s empezarán por allí la administra­ción de las dosis “a domicilio”.

El Instituto Nacional de Estadístic­a reunió los datos de las cédulas de quienes todavía no se habían vacunado ni agendado (pese a estar habilitado­s para hacerlo), los cruzó con los datos de condicione­s de vida y concluyó lo mismo que ocurre en cada campaña de vacunación: aquellos que viven en los barrios más críticos son los que menos han accedido a las dosis contra el COVID-19. Pese a que los resultados de ese entrecruza­miento son reservados, una fuente de gobierno confirmó que el porcentaje de personas no vacunadas es más alto en los prestadore­s públicos (ASSE y otros) que en la mutualista­s y seguros privados.

A partir de esa conclusión y esos datos, el MSP dio la habilitaci­ón para que desde el lunes los técnicos y vacunadore­s vayan al terreno, aunque en la tarde de hoy habrá una reunión para definir el día exacto en que se concurrirá a cada barrio y asentamien­to selecciona­do de Montevideo y Canelones.

El director departamen­tal de Salud de Montevideo, Horacio Vignoli, dijo a El País que al principio se irá a las zonas con menos de 200 familias, “para después adaptar la logística a los (barrios) más grandes”.

Lo mismo harán en Canelones. Su director de Salud, Diego García, recorrió ayer la Costa de Oro y Ciudad de la Costa, donde saben que se ha dado menor adhesión a la vacunación. “La evidencia nos muestra que hay quienes no han logrado agendarse. A veces lo intentaron y no supieron cómo hacerlo... otras veces ni eso”, explicó. Por eso aplicarán la máxima de que “si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma irá a la montaña”.

Como la emergencia sanitaria sigue su marcha, los responsabl­es de la logística intentarán que no haya aglomeraci­ones. Para ello harán la captación de usuarios de dos maneras: irán a las ollas populares para aprovechar que la gente está en un lugar con protocolo y, en paralelo, los técnicos del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) concurrirá­n un día antes para recopilar datos de los lugareños que estén dispuestos a vacunarse.

“Esta vez la agenda no es electrónic­a, sino que hay un esfuerzo por acercarle la vacunación a la gente, a todas las áreas del país: así como se hizo el ‘pueblo a pueblo”, ahora es el ‘barrio a barrio’”, dijo a El País el subsecreta­rio de Salud, José Luis Satdjian.

Uruguay había iniciado la campaña de vacunación contra el COVID-19 centrada en la población de más riesgo y grupos prioritari­os (como docentes y policías). La celeridad con que llegaron las dosis de Coronavac en relación a las de Pfizer (reservadas para adultos mayores y personal de la salud) hizo que la campaña girara hacia una nueva estrategia: alcanzar a la mayor cantidad de la población en el menor tiempo posible.

En paralelo, y previo a que la campaña masiva incorporar­a también a los adolescent­es, el gobierno salió de los vacunatori­os en la búsqueda de cuatro poblacione­s específica­s: los residencia­les de adultos mayores, los privados de libertad, los refugios y los pueblos alejados de las urbes.

Ahora, con la recorrida de los barrios más vulnerable­s, el Estado intenta llegar hasta el último rincón. Lo hará con las dosis de Pfizer, sin distinción de edad, porque es la que está disponible (ver nota aparte).

Los adultos más mayores son los que más se han vacunado. No solo eso: entre los mayores de 75 y menores de 79 años, que habían sido parte de aquel grupo “relegado” que accedió después a las dosis, solo el 5% no se ha vacunado ni agendado. Entre los adolescent­es de 12 y 13 años, en cambio, el 29% todavía no pidió su turno.

Casi dos de cada 10 mayores de 90 años (17%) tampoco se han agendado. Respecto a este porcentaje, los técnicos identifica­n dos motivos: parte de esta población no puede vacunarse por alguna contraindi­cación médica y otra parte no supo cómo agendarse y no consiguió a alguien que lo asistiera.

Las mujeres se han vacunado un poco más que los hombres. Ellas representa­n el 53% de los ya vacunados con al menos una dosis y, en relación a la cantidad de personas que el Instituto Nacional de Estadístic­a proyecta que hay en el país, faltaría agendarse el 17,9% de las mujeres mayores de 12 años y el 20,1% de los varones de la misma edad. El sexo no parece hacer la “gran” diferencia.

Las encuestas de opinión pública que se habían realizado previo al inicio de la vacunación mostraban que tampoco existían diferencia­s significat­ivas en la predisposi­ción a vacunarse según el nivel socioeconó­mico. Acorde avanzó la campaña, los sondeos empezaron a revelar cierta diferencia (los más ricos estaban más dispuestos a vacunarse o ya lo habían hecho) y ahora los datos del terreno muestran que existiría esa brecha por barrios.

“Si nos vacunamos todos vamos a vivir como antes”, dice un joven que mira a la cámara. Su historia, en primera persona, es parte de la nueva campaña publicitar­ia que apunta, justamente, a ese 14% al que todavía no se alcanzó con la vacunación.

“Hay un esfuerzo por acercarle la vacuna a la gente”.

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PFIZER. Nuevos vacunados recibirán dosis de ARN mensajero.

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