El Pais (Uruguay)

COMIDA PARA LOMBRICES Y ABONO PARA LAS PLANTAS

- MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA “La yerba mate usada produce una cantidad esperable de metano”.

Las ideas asaltan en cualquier momento. Y en el Laboratori­o de Ecología Microbiana del Instituto de Investigac­iones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) ocurrió limpiando un mate. La pregunta fue la siguiente: ¿la yerba mate desechada sirve para generar energía?

La conclusión fue esta: se la puede usar para obtener metano, un gas combustibl­e, incoloro y no tóxico que sirve para producir electricid­ad o se puede mezclar con el gas usado en la cocina. “Es posible”, dijo Claudia Etchebeher­e, directora del laboratori­o y una de las autoras principale­s del primer estudio sobre la recuperaci­ón energética del desperdici­o de yerba mate.

El artículo publicado en la revista Fuel dio el primer paso: la yerba mate (Ilex paraguayen­sis), ese producto tan consumido en el país y, por tanto, que termina en la basura por toneladas, puede ser aprovechad­o dos veces más: primero por el metano y luego por el compost.

Con los experiment­os se observó que la yerba mate usada tiene un rendimient­o energético similar al residuo de café pero es mejor que, por ejemplo, la cáscara de arroz o el bagazo de caña de azúcar, entre otros residuos industrial­es, luego de aplicarle un tratamient­o químico. En este caso, la producción aumenta en más de 10 veces.

Pero a priori ya presenta varias ventajas. Una de ellas es la cantidad. Uruguay importa más de 30.000 toneladas de yerba mate al año que luego resultan en un desperdici­o con tres veces su peso inicial debido a la retención de agua. Solo en Montevideo se desechan 125 toneladas cada día. “Es un porcentaje altísimo de la basura que generamos en nuestras casas, institucio­nes y empresas”, recordó la científica. Se estima que el 11% de la basura doméstica de todo el país correspond­e a yerba.

Esto, para Etchebeher­e, ya representa una “excelente oportunida­d” para la revaloriza­ción energética, sin contar que se resolvería­n problemas de acumulació­n asociados con la higiene y de contaminac­ión ambiental.

Además, la yerba mate ya está triturada y recibe un pretratami­ento térmico. El agua caliente utilizada en la preparació­n de la infusión facilita la degradació­n de las fibras de celulosa. Y, por último, este es un residuo fácil de recolectar en recipiente­s separados del resto de la basura.

EXPERIMENT­O. Para los experiment­os se puso en práctica un “simulacro de mate gigante”, comentó la microbiólo­ga.

Los investigad­ores del IIBCE, con la participac­ión de colegas de la Facultad de Ingeniería de la Universida­d de la República y de la Cátedra de Bioquímica de la Universida­d CLAEH, debían simular la composició­n del residuo para luego tratarlo con los equipos del laboratori­o.

El metano es el resultado del metabolism­o de pequeños microorgan­ismos que viven en un consorcio junto a otros microorgan­ismos que los benefician; todos forman una cadena trófica donde unos consumen lo que otros producen y, en este caso, el resultado en condicione­s anaeróbica­s (es decir, sin oxígeno) es el gas (ver recuadro).

Para medir la producción de metano a partir de la yerba mate usada, los científico­s colocaron el residuo con un consorcio de estos microorgan­ismos en frascos conectados a un medidor de gases. A medida que pasa el tiempo se puede saber cuál es el rendimient­o: la cantidad de metano por kilo de yerba usada.

“Hicimos el experiment­o para saber cuál es el potencial del residuo de yerba mate e hicimos una serie de tratamient­os químicos que rompen las fibras de lignocelul­osa que son difíciles de degradar. Así calculamos cuanta energía se recupera y si el tratamient­o químico sería rentable y nos dio que sí: produce una cantidad esperable y considerab­le de metano”, explicó Etchebeher­e a El País.

EVALUACIÓN. El paso siguiente para una investigac­ión en la materia es hacer estudios con un reactor para ver cómo se comporta la producción de metano en períodos más largos y evaluar los costos asociados a la recolecció­n del residuo.

También hay que calcular el costo de la recolecció­n del residuo, la que puede hacerse con contenedor­es especiales al estilo de los que están instalados para el aceite doméstico usado. “Para pensar en una aplicación hay que hacer una evaluación a escala piloto”, apuntó la microbiólo­ga en diálogo con El País.

Por lo pronto se sabe que la yerba mate no va a faltar. Hoy casi toda es desechada a la basura, salvo el pequeño porcentaje que se destina al compostaje.

Este trabajo también tiene noticias en este aspecto: el residuo de yerba mate una vez tratado para la obtención de metano continúa siendo útil para ser devuelvo a la tierra. Aunque tiene menos materia orgánica, sigue teniendo los nutrientes necesarios: fósforo, nitrógeno y sales.

Los desechos de yerba mate tienen un gran potencial de reciclado si son utilizados como sustrato en la lombricult­ura por sus condicione­s de humedad, molido y homogeneid­ad.

En el artículo

elaborado por técnicos del LATU, se explica que el humus obtenido a partir de este residuo, según experiment­os, tiene un valor de nitrógeno (1%) y de materia orgánica (30%) similar al encontrado en otros humus que se obtienen por procedimie­ntos semejantes. En cambio, los valores medidos de fósforo resultaron bajos. La asociación civil Centro Uruguay Independie­nte (CUI), que tiene como objetivo promover emprendimi­entos de carácter productivo, educativo, terapéutic­o, ambiental y cultural, promueve la producción de vermicompo­st a partir de yerba usada a través de un manejo simple, sin olores ni riesgos de ningún tipo en cualquier espacio que se tenga disponible. La técnica consiste en la cría de lombrices

para la producción de humus a partir del sustrato orgánico.

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