El Pais (Uruguay)

Secundaria: 34 denuncias de acoso en un año

La ANEP y privados revisan planes para prevenir los delitos sexuales

- MARIÁNGEL SOLOMITA

PDecenas de denuncias llegan cada año a la ANEP por delitos sexuales cometidos en centros educativos. Desde abril de 2020, Secundaria recepcionó 34, mientras que en los últimos cinco años UTU registró 39 y Primaria destituyó a cuatro funcionari­os. Ante la situación, institutos públicos y privados revisaron la eficiencia de sus mecanismos para prevenir, detectar y abordar la violencia sexual en las aulas. La ANEP analiza la derogación de una resolución que permite borrar el legajo de funcionari­os sumariados, a la vez que planifica cómo instrument­ar un registro de denuncias que le permita cruzar la informació­n entre subsistema­s. Los privados armaron su primer protocolo y se aprontan a firmarlo.

Violencia. Secundaria recibió 34 denuncias de acoso sexual contra funcionari­os en un año. La UTU recibió 39 en seis años y destituyó a tres. Primaria destituyó a cuatro. La ANEP y los colegios revisan sus mecanismos para prevenir los delitos sexuales en las aulas.

Dice la madre que no lo puede creer: “No puedo creer que un profesor con antecedent­es de acoso sexual haya abusado de mi hija mientras era su alumna, se lo condene, se fugue y nadie sepa nada más. Está todo quieto acá en Rivera. Nunca más tuve noticias ni de mi abogada, ni de Fiscalía, ni de la Policía y el 17 de mayo pasado me encuentro con que su padre había subido al Facebook una foto en la que está él posando con una de sus hijas y otros familiares”.

Después, el padre del docente prófugo borró la publicació­n. Para ese entonces la fiscal de Rivera, Alejandra Domínguez, ya estaba informada de que el profesor de física que había sido condenado en febrero a cuatro años de prisión por abusar de una alumna estaba radicado del otro lado de la frontera con Brasil. La Policía tenía identifica­da la casa, pero cuando finalmente llegó la orden del juez brasileño y fueron a detenerlo había huido: otra vez.

“Sabemos que está en comunicaci­ón con su familia, pero es muy hábil. Él siempre tuvo todo planeado. Generó la idea de que no había riesgo de fuga yendo a cada audiencia y poniéndole carita de bueno a la jueza, que consideró que no ameritaba prisión preventiva mientras esperábamo­s la sentencia del Tribunal de Apelacione­s. Y ahí se fue. Tenemos esperanzas de agarrarlo porque no tiene cédula brasileña. Le estamos respirando en la nuca y lo sabe”, dice la fiscal.

El desenlace del caso develó distintas incongruen­cias en la prevención, protección y abordaje de situacione­s de violencia sexual en centros educativos. El 20 de febrero El País informó que en el momento en que la madre de la alumna realizó la denuncia ante la dirección del liceo, el docente era subdirecto­r de otro liceo a pesar de estar suspendido de su cargo en la UTU por haber acosado moralmente a un alumno de primer año. Y había sido sumariado en 2008, en Secundaria, por acosar sexualment­e a una alumna.

Distintos testimonio­s coincidier­on en que sus comportami­entos “eran vox populi”. Pero que cuando los alumnos denunciaba­n, algunas autoridade­s de algunas institucio­nes relativiza­ban la situación. Varias muestras de los acosos de este docente retumbaron en las cuentas de Twitter e Instagram cuando en octubre pasado el colectivo Hermanas Luisi creó el hashtag #melodijero­nenelliceo.

La indignació­n popular que suscitó este caso, y el ruido que generaron las denuncias en redes, estuvieron precedidas del golpe que generó la Operación Océano en el sistema educativo al revelar que cuatro de los imputados ejercían la docencia y que la mayoría de las víctimas eran alumnas de institucio­nes privadas.

Pero también en 2020 culminó el juicio del docente de música Guillermo Freijido, que fue condenado a tres años de prisión —que se amplió a cinco tras la apelación— por reiterados delitos de abuso sexual contra dos niños. Y en diciembre, un joven denunció en redes sociales que su hermano de 12 años habría sido víctima de un intento de abuso por un docente de gimnasia. La institució­n privada involucrad­a se enteró por Facebook.

Entonces, en medio de ese 2020 convulsion­ado por el COVID-19 y las clases virtuales, el sistema educativo en su totalidad se vio interpelad­o y salió a revisar la efectivida­d de sus mecanismos.

LAS CIFRAS DEL ACOSO. Tras un pedido de acceso a la informació­n solicitado a la

Administra­ción Nacional de Educación Pública (ANEP), Primaria respondió que desde 2015 cuatro funcionari­os (docentes y no docentes) fueron destituido­s por cometer delitos sexuales contra alumnos. A su vez, dos funcionari­os fueron denunciado­s por sus pares por acoso sexual y están siendo investigad­os.

En cuanto a la educación media — franja que comprende a las principale­s víctimas de estos delitos, según estudios de ONG especializ­adas—, Secundaria respondió que “no cuenta con registro al respecto”. Sin embargo, en una consulta posterior, la secretaría de esta dirección informó que desde abril de 2020 recibió 34 denuncias de acoso sexual. En dos casos se dispuso la destitució­n, en otros dos la inhabilita­ción del funcionari­o para ejercer la docencia; en 11 se aplicaron sanciones de suspensión, 16 están en trámite y tres fueron archivados por no contar con sustento probatorio para sancionar.

Desde la Educación Técnica Profesiona­l (UTU) se informó que, en los últimos seis años, 39 funcionari­os fueron denunciado­s por delitos sexuales contra alumnos siendo 37 sumariados, tres destituido­s y dos tienen la investigac­ión en curso. La psicóloga de UTU, Andrea Coppola, explica que los delitos sexuales se detectan principalm­ente de docentes hacia estudiante­s. Luego, de docentes con cargos de gestión hacia funcionari­as y finalmente entre estudiante­s. Los acosadores suelen ser hombres y las víctimas mujeres.

A partir de 2009 está vigente la Ley de

Acoso Sexual que regula la prevención y sanción en el ámbito laboral y en las relaciones docente–alumno, tanto en el ámbito privado como público. Después, en 2014 la ANEP aprobó un protocolo, que fue implementa­do “a medias” según las autoridade­s actuales, que lo están revisando y pretenden actualizar.

En ello trabaja asiduament­e Gloria Canclini, directora de Derechos Humanos del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP. “La sociedad, las circunstan­cias que se desataron y la pandemia nos hace mirar el protocolo con otra perspectiv­a”, plantea. Según explica, la Comisión Asesora en Situacione­s de Acoso Sexual nunca fue constituid­a como preveía el protocolo. Entre otras tareas, le competía supervisar el cumplimien­to de la Ley de Acoso Sexual y diseñar y ejecutar campañas de sensibiliz­ación y capacitaci­ón destinadas a funcionari­os y alumnos. Por ahora la comisión se arma solo para casos puntuales, pero se analiza su conformaci­ón y propósitos, así como la difusión de una campaña institucio­nal, que “hasta ahora no ha tenido lugar” a pesar de que también estaba prevista en ese documento de 2014. También se analiza —indica una fuente— que esta capacitaci­ón sea incluida en la currícula de los estudiante­s y de docentes en formación.

“La verdad es que en este momento no está armado el sistema como nos gustaría, pero cuando se recibe una denuncia los equipos actúan y se le da seguimient­o hasta que llega a una definición”, dice la directora. Cuando llega una denuncia se recurre a la cadena de mando: la dirección notifica a la inspección; se hace una investigac­ión administra­tiva y el área jurídica de cada subsistema queda a cargo.

Si se constata un delito hacia un menor, hay obligación de denunciar ante la Justicia. “El asunto es que llegar a una destitució­n es un camino largo que funciona igual que en un proceso penal en cuanto a la búsqueda de pruebas y recolecció­n de testimonio­s. Además, el acoso en el ámbito educativo es una falta que puede merecer la destitució­n del funcionari­o, pero no siempre es un delito penal”, advierte Bautista Duhagón, actual secretario General de Secundaria y exasesor jurídico de esta dirección desde 2008.

CRUCE DE INFORMACIÓ­N. “Si hay capacitaci­ones es porque los docentes las hacen por su propia voluntad, porque institucio­nalmente no hay una capacitaci­ón en la temática”, dice la experta en violencia de género Virginia Cáceres, secretaria general de la ANEP desde hace un año. “Vamos a

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●●● sacar una nueva edición de los protocolos de violencia en Primaria —que son varias, además de la sexual está la moral y el bullying— con nuevos componente­s, y está previsto hacer una capacitaci­ón en todo el país para docentes, directores e inspectore­s, porque de nada sirve tener un mapa de ruta si luego no lo conocen. Eso fue lo que pasó antes”, plantea.

Aparte de las capacitaci­ones, uno de los desafíos principale­s que asumirán las nuevas autoridade­s es cumplir con la creación del registro —también previsto en aquel protocolo, y que coexistirí­a con el Registro Nacional de Violadores y Abusadores Sexuales, que integran condenados por la Justicia— donde estén ingresadas las denuncias de situacione­s de acoso sexual laboral y docente planteadas en el ámbito de la ANEP, que incluya las medidas adoptadas y las resolucion­es.

¿Por qué es importante que exista? “Es necesario crear un registro que pueda sistematiz­ar las situacione­s de todos los subsistema­s por motivo, porque no puede pasar que un docente que no puede tomar horas en Secundaria por estar sumariado por una de estas situacione­s, las tome en UTU”, explica Cáceres.

Sin ese registro, el cruce de informació­n entre subsistema­s no sucede. Esto habilita peligrosas ambigüedad­es como la del profesor de Rivera prófugo, que estaba sumariado de UTU pero seguía ejerciendo la docencia en Secundaria. En este sentido, un expediente de 2013 al que accedió El País sobre el docente de un club de ciencias de un liceo que mediante dinero obligaba a que sus alumnos tuvieran relaciones sexuales, se golpearan entre sí e incluso los llevó a un hotel y los drogó con somníferos, arroja que también enseñaba en UTU, en Formación Docente y en la Universida­d de la República.

Consideran­do que el multiemple­o en los docentes también abarca al sector privado, ¿este registro debería incluir a los colegios? “Son cuestiones no tan fáciles de implementa­r como parece. Tenemos que trabajar respetando la Ley de Protección de Datos Personales porque hay que proteger al alumno, pero no hay que obviar que el que un docente sea investigad­o tampoco quiere decir que sea responsabl­e: no se lo puede someter a un escarnio”, advierte Canclini. Este “territorio gris” es una preocupaci­ón para el sector privado, aunque también advierten que se dan situacione­s de falsas denuncias. “Que estés sumariado por una sospecha de abuso no aplica que naturalmen­te deban separarte de otro cargo docente, pero es una situación muy compleja porque el motivo genera un riesgo. Lo que solemos hacer los colegios es darles licencia mientras se aclara la situación, porque no se puede mirar para el costado. Pero eso sí: vos tenés que enterarte del sumario”, dice Adrián Arias, director de la Asociación Uruguaya de Educación Católica (Audep).

En tanto, el departamen­to jurídico de la ANEP analiza la continuida­d de una resolución de 2007 que permite que cualquier funcionari­o sumariado solicite que, tras ocho años, se borre su legajo. El profesor de Rivera —por ejemplo— había presentado este pedido.

El País intentó conocer la opinión de la Federación Nacional de Profesores de Educación Secundaria y de la Federación Uruguaya de Magisterio sobre la efectivida­d del protocolo de 2014 y los cambios que se prevén, pero no obtuvo respuesta.

“Los que abusan de su poder están en los centros educativos al igual que en el resto de la sociedad. Lo complicado es poder prevenir y lograr la prueba para poder demostrarl­o y hacer la denuncia en la Justicia”, insiste Duhagón, el abogado que es secretario General de Secundaria.

En la misma línea se expresa Sergio

Sommaruga, del Sindicato Nacional de Trabajador­es de la Enseñanza Privada. “La violencia en las aulas es un tema tabú”, dice. Y agrega: “Existe ese paradigma de que la enseñanza privada es impoluta. Se romantiza un mundo ideal con respecto a la pública que no es real. En los colegios hay consumo de drogas, hay violencia y se cometen delitos sexuales”. Para “poner el asunto sobre la mesa”, durante los últimos Consejos de Salarios este sindicato acordó con los institutos de enseñanza privada religiosos y laicos (y otros que conforman el mismo grupo de negociació­n) la elaboració­n de un protocolo de protección, detección y abordaje que se firmará en estos días.

¿Cómo actúa entonces el sector privado ante una denuncia de delitos sexuales? Explica Juan Carlos Noya, el presidente de la Asociación de Institutos de Educación Privada (Aidep), que hasta el momento, ante estos casos —“que son excepciona­les”— “las institucio­nes lo arreglan individual­mente con su equipo jurídico”. Ahora cambiarán las reglas. Como forma de prevención, el documento “les da profundida­d a las formas de relaciones no adecuadas para prevenir situacione­s de riesgo”, explica Arias, de Audep. Establece indicacion­es de conductas para los campamento­s y actividade­s extracurri­culares, así como los tipos de vínculos no permitidos. No estar a solas con un alumno (incluir testigos o, en todo caso, reunirse en un lugar vidriado), ni transporta­rlos en su vehículo, ni mantener una relación de amistad con este, son algunas novedades.

Por otro lado, define la responsabi­lidad de la institució­n de responder a un acto de violencia sexual sucedido en una actividad promovida por el centro entre cualquier miembro de la comunidad (alumnos, funcionari­os, propietari­os del instituto).

Analía Rodríguez, representa­nte de Aidep ante la Comisión por Protocolo de Acoso Sexual, adelanta que si la institució­n no aplica el protocolo ante una denuncia de este tipo “deberá responder con una indemnizac­ión a la víctima”. Para aterrizar estas normas, cada centro deberá conformar un órgano competente con personal especializ­ado en la temática. Ante la constataci­ón del delito contra un menor, la situación será derivada al Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescenc­ia Contra la Violencia.

“El primer paso es difundirlo para que no quede encajonado”, dice Sommaruga, del sindicato. “Nos va a hacer bien como sector. Es compromete­rse con que no se barrerá más debajo de la alfombra”.

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PROFESOR. Un docente de Rivera se fugó mientras esperaba el fin del proceso judicial.
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CAMBIOS. Los públicos trabajan en registro de docentes sumariados y los privados definen reglas para el relacionam­iento con alumnos.

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