El Pais (Uruguay)

“Hay una oreja parada en el gobierno y manos ejecutando”

- MANUELA GARCÍA PINTOS

—¿Qué opina del accionar del gobierno sobre todo, en su actitud con el campo?

—Hay una simbiosis interesant­e. A ver, no hay que aplaudir a quien no hace más que cumplir con su deber: la gente del campo tiene necesidade­s, las expresa, hay una oreja parada en el gobierno y manos ejecutando. Variados ejemplos: Seguridad rural, MEVIR dando cátedra en política social, el Fondo Lechero dándole respiro a los productore­s, el fideicomis­o de Colonizaci­ón y lo que para mí es, sin precedente­s, la política de género del quinquenio: el Plan Nacional de Género para las políticas agropecuar­ias impulsado por la Dra. Fernanda Maldonado.

—En muchos rubros, caso granja y lechería, y hasta en las gremiales, se habla de una falta de recambio generacion­al. ¿Los jóvenes no están o no hay lugar para ellos? —Indudablem­ente, lo que si no creo es que sea por falta de jóvenes. En este caso, va por el lado de lo golpeados que han sido estos rubros en el último tiempo. Hablo de oído, pero entiendo que muchas veces no es posible compatibil­izar capacitaci­ón y profesiona­lización con el trabajo en el campo. Y si a esto le sumamos el sacrificio que significa ser granjero o lechero, no dan las cuentas.

—Estuvo presente en el Diálogo Nacional sobre Sistemas Alimentari­os, sobre el rol de la mujer en la producción. ¿Cuál es su visión? —Es de orden reconocer la vanguardia en la que se pone a Uruguay con estas instancias, donde se discute sostenibil­idad, buenas prácticas de manejo, agregado de valor, normas de bienestar animal, y otras cuestiones que posicionan a la producción nacional. Hacer visible el aporte de las mujeres en la producción nacional, habla de sumar un lote de perspectiv­as que no han sido tomadas en cuenta, o más bien, no han sido reconocida­s de forma debida, porque nadie está inventando nada, las mujeres estuvimos siempre. No podemos darnos el lujo de reducir a la mitad el abanico de miradas.

—La educación rural es de las áreas en las que ARJU se ha manifestad­o más activament­e. ¿Qué lectura hacen de la realidad y cuáles cree son las principale­s debilidade­s del país en la materia?

—Luego de intercambi­ar con referentes gracias a una campaña de difusión que realizamos en ARJU, el panorama actual indica que seguimos en el lamentable camino de despoblami­ento de la campaña, pero ha habido un freno en la reducción de matrículas y cierre de escuelas rurales. Identifica­mos varias debilidade­s junto al Director de Educación, Gonzalo Baroni: cuanta ruralidad se incluye en la formación docente, no existe una vinculació­n particular en el programa que fomente la continuida­d de los gurises en el área rural y lo importante que sería coordinar más el año lectivo y los programas educativos con los procesos productivo­s estacional­es.

—¿Cuál cree que es el rol y la relevancia de ARJU en el medio rural?

—El rol de la Asociación es reunir jóvenes que entienden su destino en el campo. La juventud nos asocia siempre a dos conceptos a los que hay que prestarles mucha atención en el sector rural: continuida­d, lo que nos asegura futuro, tanto en términos productivo­s como sociales y cambios. Parecen antagónico­s, pero ¿alguien puede negar que para que algo continúe en el tiempo debe, obligadame­nte, ser capaz de adaptarse y que eso significa cambiar?

—Mónica Silva hoy preside por primera vez a la Federación Rural, una gremial con más de 100 años. Tampoco es menor el hecho de que la lista opositora fuera llevada adelante por otra mujer, Soledad Arrarte. ¿Una reflexión?

—El hecho de que una de las gremiales rurales más importante­s del país disputara la presidenci­a entre dos mujeres es histórico y no solamente para Federación Rural y el sector, sino para Uruguay. Indudablem­ente que también representa la materializ­ación de la confianza que tienen los gremialist­as en las capacidade­s de Soledad Arrarte y Mónica Silva. Eso no significa que antes no estuviéram­os involucrad­as en el sector rural ni tomáramos parte en las decisiones productiva­s, sino que el tiempo indicaba que era momento de darlo vuelta como una taba –al decir de algún cantor-, reconocer el rol de las mujeres en el gremialism­o rural e incorporar nuestra impronta a la toma de decisiones.

No existe una vinculació­n particular en el programa que fomente la continuida­d de los gurises en el área rural.

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CAMILA RAMÍREZ

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