El Pais (Uruguay)

Acerca de profundida­d

-

La profundida­d del puerto y sus accesos ha sido por siglos una preocupaci­ón constante de las comunidade­s mercantile­s y las autoridade­s portuarias de Montevideo.

Las Ordenanzas de Bilbao aprobadas por Felipe V en 1737 contenían normas para proteger la profundida­d de los puertos amenazada por procesos naturales (la sedimentac­ión) y por la acción humana (por ejemplo, por los buques que arrojaban el lastre contaminad­o y otras basuras a las aguas del puerto). Las Ordenanzas Generales de la Armada Naval españolas (1793) incluyeron disposicio­nes en el mismo sentido. En 1800, el gobernador de Montevideo, José de Bustamante y Guerra, se dirigió al Cabildo de Montevideo para expresarle su preocupaci­ón por la pérdida de profundida­d de las aguas cercanas al muelle de la ciudad y propuso poner en servicio pontones para limpiarlas.

Esa medida, sin embargo, tuvo que esperar por la llegada del Estado Oriental independie­nte. Durante el gobierno de Fructuoso Rivera un grupo de comerciant­es trajo una primitiva draga a vapor —la primera en el Río de la Plata— que, pronto quedó fuera de servicio y fue desguazada.

Poco se hizo en las décadas siguientes —lo que sugiere que, en realidad, no existía tal pérdida de profundida­d— hasta fines del siglo XIX, cuando se aprobó el proyecto para la construcci­ón del nuevo puerto. Una empresa colosal para la economía de nuestro país en ese entonces.

El proyecto original de 1899 dispuso que el Canal de Acceso, el antepuerto y el puerto debían ser dragados a una profundida­d de – 7,50 metros, una profundida­d comparable a la de los principale­s puertos de la época. Afortunada­mente, el director General de la Oficina Técnico Administra­tiva de las obras portuarias, el ingeniero alemán Ernest Kummer, segurament­e apoyado por el plantel de ingenieros uruguayos que trabajaban en esa oficina, propuso incrementa­r aquella profundida­d a – 10,00 metros. Un salto considerab­le que, además, suponía un costo adicional porque hacía necesario llevar las fundacione­s de los muelles – 10,50 metros. La propuesta fue aceptada por el Gobierno por un Decreto de febrero de 1903.

Gracias a esa propuesta técnica y a la decisión política, nuestro principal puerto se ha beneficiad­o por más de un siglo de la capacidad de ser dragado a una muy respetable profundida­d, incluso para los buques que hoy acuden a el.

Pero, los tiempos están cambiando rápidament­e y los

Es necesario levantar la mirada y repasar las tendencias de largo plazo de nuestra historia.

puertos —y sus canales de acceso— necesitan ser cada vez más profundos.

Montevideo ha respondido a ese desafío.

Los cimientos del nuevo muelle de la Terminal de Contenedor­es operada por TCP, completado en el año 2009, permiten que las aguas adyacentes sean dragadas hasta – 14,00 metros. La Terminal especializ­ada en el acopio y embarque de graneles tiene un puesto de atraque fundado para 14 metros. Algo similar sucede con el flamante Muelle D. A todo lo cual se suman lo acordado en el contrato concluido con UPM y en el de la extensión de la concesión de la Terminal de Contenedor­es.

Cuando se consideran esas preocupaci­ones históricas en nuestra sociedad, las facilidade­s que ya se encuentran en funcionami­ento y las proyectada­s, es difícil entender los errores cometidos por nuestro país al presentar la propuesta de dragado del Canal de Acceso en el seno de CARP.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay