El Pais (Uruguay)

La moneda digital será la de los bancos centrales

ALEXANDRE TOMBINI ALTO REPRESENTA­NTE PARA LA OFICINA DE LAS AMERICAS DEL BANCO DE PAGOS INTERNACIO­NALES

- LUIS CUSTODIO

El doctor Alexandre Tombini, Alto Representa­nte de la Oficina para las Américas del Banco de Pagos internacio­nales (BIS), defendió el surgimient­o de monedas digitales de los bancos centrales, conocidas como CBDC

(Central Bank Digital Currency), al tiempo que cuestionó la calidad y transparen­cia de las criptomone­das surgidas en el ámbito privado. En una reciente charla con periodista­s del diario El País de España (correspons­alía en México), Portafolio de Colombia, El Mercurio de Chile y El País (Economía & Mercado), Tombini —ex Presidente del Banco Central de Brasil y ex Director Ejecutivo del FMI— sostuvo que el desarrollo tecnológic­o podría traer grandes beneficios, pero las consecuenc­ias finales para el bienestar de las personas en la sociedad dependen de la estructura del mercado y los arreglos de gobernanza que lo sustentan. En una entrevista posterior con Economía & Mercado, el experto explicó que las CBDC son una respuesta, no a la aparición de monedas digitales privadas, sino a los cambios de hábitos de los usuarios acelerados por la pandemia y a cuestiones competitiv­as, dado lo oneroso que resulta a los usuarios el sistema tradiciona­l. Opinó que considera “poco probable” que una moneda digital se convierta en una moneda de reserva global únicamente por su naturaleza digital. Pero advirtió que la posible sustitució­n de la moneda local por una moneda digital de otro país es uno de los desafíos de las monedas digitales de bancos centrales. El BIS, una institució­n que tiene como objetivo la estabilida­d monetaria y financiera de los bancos centrales, a través de la cooperació­n internacio­nal, presentó recienteme­nte su Informe Económico Anual, con un capítulo dedicado enterament­e a las monedas digitales de bancos centrales. A continuaci­ón, un resumen del intercambi­o y posterior entrevista.

El futuro será de la moneda digital.

Tombini fundamentó la posición del BIS en torno a la irrupción de monedas digitales respaldada­s por los bancos centrales en distintos países del mundo: “defendemos la iniciativa de muchos bancos centrales de tener una moneda de alta calidad, en un ambiente de economía digital. El futuro será de las monedas digitales, pero de monedas fiduciaria­s, soberanas, de los bancos centrales”, subrayó. Al describir las caracterís­ticas que debe cumplir una moneda digital, sostuvo que las divisas de los bancos centrales “tienen que tener como foco específico el interés del público. Debe ser neutral, es decir, proporcion­arse en igualdad de condicione­s a todas las partes comerciale­s con un compromiso de equidad competitiv­a, y además promover el acceso, proteger los datos individual­es de los usuarios y contar con un nivel de identifica­ción que evite su utilizació­n en actividade­s ilícitas”. Señaló que las CBDC pueden impulsar aún más las innovacion­es que promueven la eficiencia, convenienc­ia y seguridad del sistema de pago. Si bien los proyectos y las pruebas piloto han estado en marcha desde 2014, los esfuerzos se han acelerado recienteme­nte.

“Pero además, en un mundo de moneda digital, se debe respetar la arquitectu­ra del sistema financiero, donde el banco central provea la moneda y el sistema privado haciendo lo que mejor hace, que es innovar, usar su infraestru­ctura para ofrecer servicios a los hogares y las empresas. Es importante no perder de vista eso”, precisó.

El informe del BIS establece que el interés de los bancos centrales en las CBDC “llega en un momento crítico. Varios desarrollo­s recientes han colocado una serie de innovacion­es potenciale­s que involucran monedas digitales en un lugar destacado de la agenda. El primero de ellos es la creciente atención recibida por Bitcoin y otras criptomone­das; el segundo es el debate sobre las monedas estables; y el tercero es la entrada de grandes empresas de tecnología (grandes tecnología­s) en los servicios de pago y los servicios financiero­s en general. La preocupaci­ón es que cuando las grandes empresas de tecnología ingresan al pago mercado, su acceso a los datos de los usuarios de las líneas de negocio digitales asociadas puede permitirle­s alcanzar una posición dominante, lo que lleva a tarifas que son incluso más altas que las que cobran actualment­e las empresas de tarjetas de crédito y débito”.

El informe advierte, además, sobre lo que califica como “debilidade­s” de las monedas digitales privadas. “A estas alturas, está claro que las criptomone­das son activos especulati­vos en lugar de dinero, y en muchos casos se utilizan para facilitar el lavado de dinero, los ataques de ransomware y otros delitos financiero­s.

“No las consideram­os como monedas, sino como activos —afirmó Tombini—, le llamamos criptoacti­vos, ya que no cumplen con las caracterís­ticas de una moneda, básicament­e unidad de cuenta, instrument­o de intercambi­o y reserva de valor”.

E insistió con la diferencia­ción: “las monedas digitales de los bancos centrales son una divisa digital “envasada” en una cuenta y no en un

token, debidament­e registrada, y respaldada por la autoridad monetaria. En cualquier caso, en la medida en que el respaldo involucra dinero convencion­al, las monedas digitales estables son, en última instancia, solo un apéndice del sistema monetario convencion­al y no un cambio de juego”. Y añadió: “el desarrollo tecnológic­o en dinero y pagos podría traer grandes beneficios, pero las consecuenc­ias finales para el bienestar de las personas en la sociedad dependen de la estructura del mercado y los arreglos de gobernanza que lo sustentan”.

Lo que sigue, es un resumen de la entrevista de Economía & Mercado con Alexandre Tombini:

—¿La divisa digital de los bancos centrales es una reacción a la irrupción de monedas digitales privadas?

—En realidad, no es una respuesta rápida a la aparición de los criptoacti­vos. No se trata de una carrera de 100 metros, es una maratón; ofrecer la moneda digital debe ser algo bien hecho, que genere tranquilid­ad y confianza. En definitiva, detrás está la reputación del banco central.

El principal impulso ha sido la propia digitaliza­ción de la economía en general y el cambio de hábito de los consumidor­es. Están surgiendo cambios de mayor alcance en el sistema monetario existente. Las demandas sobre los pagos minoristas están cambiando, con menos transaccio­nes en efectivo y orientadas hacia los pagos digitales, en particular desde el inicio de la pandemia. Hay varios ejemplos en la región que ya trabajan en modelos de innovación en los sistemas de pago, como ser los bancos centrales de Uruguay, Brasil, México o Colombia.

Pero además, hay presiones competitiv­as, porque los sistemas de pago tradiciona­les resultan muy onerosos para las familias y las empresas; en ese sentido, un tema muy especial es el de las remesas transfront­erizas que resultan muy importante­s para muchas familias en varios países de América latina. Eso obliga a que las autoridade­s monetarias busquen la forma de ofrecer mejores alternativ­as.

—Parece haber un importante desafío de soberanía. ¿Con una moneda digital de libre acceso global, no corre riesgo la independen­cia de la política monetaria de los países?

—El estatus de moneda internacio­nal de reserva depende de varios factores que incluyen la profundida­d, eficiencia y apertura de los mercados financiero­s respecto a esa moneda y la confianza en su valor en el largo plazo y en su infraestru­ctura legal e institucio­nal. Es poco probable que una moneda digital se convierta en una moneda de reserva global únicamente por su naturaleza digital. Dicho eso, la posible sustitució­n de la moneda local por una moneda digital de otro país es uno de los desafíos de las monedas digitales de bancos centrales.

—¿Y cómo afrontar ese desafío?

—Puede enfrentars­e si se cumplen dos condicione­s: la primera, un diseño basado en la identifica­ción digital, ya que el banco central emisor tendría que aceptar a los usuarios como parte de la red de CBDC y tendría discreción a través de la regulación nacional; la segunda, hacer más atractiva la moneda local es un elemento importante para reducir el problema. Esto pasa por reforzar la estabilida­d de la moneda y del sistema financiero local, algo que está en el centro de las tareas del banco central. Incluye también asegurar que un sistema de pagos eficiente y económico.

—Otro escenario de incertidum­bre pasa por las dificultad­es que se pueden generar en materia de estabilida­d financiera: ¿cómo evitar corridas bancarias y crisis externas en forma inmediata, gracias a la facilidad tecnológic­a?

—Hay maneras de reducir este riesgo. Una sería limitar los montos que un individuo puede tener en moneda digital. Los bancos centrales y reguladore­s también pueden recurrir a otros métodos para disuadir a los bancos comerciale­s de recurrir a los CBDC en momentos de tensión. Los bancos centrales están analizando con cuidado los posibles riesgos y buscando las mejores soluciones.

—¿La banca minorista tradiciona­l corre el riesgo de superviven­cia?

—Esto dependerá del diseño de las CBDC. Estos incluyen la remuneraci­ón de las monedas digitales y los montos máximos que un individuo puede tener. En general, los depósitos bancarios deberían verse menos afectados en un sistema de dos niveles, con una remuneraci­ón baja de los CBDC y topes reducidos. Precisamen­te, en el Reporte Económico Anual abordamos distintos aspectos a considerar con respecto a la futura relación de los bancos centrales y los bancos comerciale­s. Creemos que hay espacio para aprovechar las fortalezas de todas las partes.

—Por otro lado, la tecnología puede generar dificultad­es vinculadas con posturas monopólica­s y prácticas anticompet­itivas...

—Es cierto que la misma tecnología que puede dar beneficios sustancial­es también puede ser usada para fines adversos, como reducir la competenci­a. Por ejemplo, sabemos bien que los datos generados por los clientes se pueden usar para mejorar los servicios que reciben, pero también pueden reducir su capacidad de cambiar de proveedor.

En este caso, asegurar que los datos son propiedad del cliente y son “portables” a otra entidad puede reestablec­er la competenci­a. Por razones como esta es importante tener una moneda de banco central en forma digital, basada en el interés público, desarrolla­da en plataforma abierta y esencialme­nte neutral, que promueva el acceso de todos los participan­tes y resguarde los datos personales.

La posible sustitució­n de una moneda local por una moneda digital de otro país es uno de los grandes desafíos a atender

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