El Pais (Uruguay)

Repensando el futuro

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Amedida que la letalidad de la pandemia comienza a alejarse, aumenta el optimismo en recobrar mayores espacios para la gestión del país. Son muchos los temas que demandan atención especial, porque a esta altura resulta obvio que un futuro más verde significar­á elevar la calidad de vida de todos.

La matriz energética nacional —que es abrumadora­mente sostenible— comienza a enfocarse con interés y decisión en lograr una transforma­ción del transporte, en la cual la electricid­ad desplace a la combustión de hidrocarbu­ros. Hacia allí va el mundo.

Al mismo tiempo siguen pendientes áreas de trabajo en las cuales hemos hecho poco. Nos referimos a la mejora de la gestión del agua y de los residuos.

La reforma constituci­onal de 2004 quedó firme en el marco jurídico nacional pero no en las acciones públicas y privadas, ni en las políticas gubernamen­tales. Hay muchísimo por hacer, comenzando por un cambio de mentalidad general, que esté en sintonía con lo que se intenta preservar en la ley. A título de ejemplo, la construcci­ón de la nueva planta de celulosa en Pueblo Centenario avanza sin que se hayan tomado acciones concretas para mejorar los elevados niveles de contaminac­ión que desde hace varios años registra el río Negro.

Y qué decir del drama de los residuos presentes en prácticame­nte todos los centros poblados del país. La cadena que implica su generación, recolecció­n, acopio y disposició­n final presenta toda clase de fallas a ser subsanadas a través de una política nacional, departamen­tal y municipal coherente, coordinada y eficiente, capaz de lograr una reducción sustancial en la generación diaria de residuos, y un aprovecham­iento eficaz de los mismos, como se viene intentando hacer de manera muy fraccionad­a y con esfuerzos espasmódic­os. Desde luego nadie ignora que estamos hablando de un asunto muy complejo debido a sus profundas raíces sociales, económicas, laborales y ambientale­s, en intrincada interacció­n. Pero no por ello hay que bajar los brazos y postergar la toma de decisiones. Apoyados en el conocimien­to científico y tecnológic­o; aprovechan­do la enorme experienci­a acumulada en la sociedad (sobre todo lo que no se debe hacer y permitir), es tiempo de encarar el asunto con mucho diálogo y determinac­ión. Comenzando por tomar más en serio el concepto tantas veces reiterado de que los desechos tienen un valor económico que debe aprovechar­se adecuadame­nte, para transforma­rlo en un motor efectivo en pos de la solución del problema.

Otra de las áreas de enorme potencial para marchar a paso firme hacia el desarrollo sostenible del país, es el turismo correctame­nte enfocado. Hay que llenar de contenido al tan manoseado eslogan de “Uruguay, País Natural”. Va mucho más allá del “turismo verde”. Implica ofrecer lo que se promete. O sea, un destino preparado por una sociedad comprometi­da con la protección ambiental, la valoración del patrimonio biodiverso nacional, pero también con una institucio­nalidad democrátic­a sólida que garantice el respeto, la seguridad y que, al mismo tiempo, ofrezca una calidad de servicios acorde a los exigentes tiempos que corren, tanto en calidad como en costos.

Todo es posible siempre y cuando logremos unir voluntades y esfuerzos.

Hay que llenar de contenido al tan manoseado eslogan de “Uruguay, País Natural”.

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