El Pais (Uruguay)

Quieren eliminar la distancia obligatori­a en escuelas y liceos

MSP analiza la evidencia para definir si la buena ventilació­n compensa

- TOMER URWICZ

Menos de la mitad de los estudiante­s de UTU están convocados a clase todos los días o todo el horario. En Secundaria los guarismos varían cada semana: un 80% de los liceos citan a sus alumnos unos días sí y otros no. Son pocos los que tienen presencial­idad plena. Por eso —y por la nueva coyuntura epidemioló­gica—, la Administra­ción Nacional de Educación Pública (ANEP) quiere cambiar los protocolos sanitarios.

Dentro de los salones de clase los estudiante­s deben situarse a un metro de distancia. A partir de segundo grado de liceos y UTU, esa distancia incluso se incrementa a un metro y medio si el departamen­to en el que está la institució­n está en riesgo naranja o rojo siguiendo la clasificac­ión de Harvard. Esa disposició­n, que rige en el artículo 7 del protocolo sanitario, ha dificultad­o la concurrenc­ia masiva a las aulas.

La ANEP, a través del presidente Robert Silva, consultó al Ministerio de Salud Pública (MSP) la viabilidad de flexibiliz­ar la distancia obligatori­a. En concreto: aquellos centros educativos que puedan mantener el distanciam­iento lo seguirán haciendo. Pero en el resto se flexibiliz­ará a cambio de apuntalar otras medidas de protección: el uso de tapaboca, recreos escalonado­s, ventilació­n de los salones…

Gabriel González, el neuropedia­tra que coordinó el equipo de pediatras del GACH, reiteró lo que habían recomendad­o los asesores científico­s: “Si la distancia es un obstáculo para ampliar la presencial­idad, hay que jugar con el resto de los elementos... más teniendo en cuenta el avance de la vacunación”.

En Uruguay está permitida la vacunación contra el COVID-19 a partir de los 12 años. Entre la población adolescent­e, que fue la última en sumarse a la campaña de inmunizaci­ón, ocho de cada diez ya se ha vacunado o está a la espera de hacerlo.

A eso se suma un dato “alentador” de la marcha epidemioló­gica: solo dos departamen­tos están en riesgo naranja, todo el resto ya se sitúa en amarillo y con tendencia a la baja.

Más allá de la coyuntura epidemioló­gica, en el MSP están “evaluando la evidencia”, dijeron fuentes de la cartera al ser consultada­s sobre un eventual cambio en los protocolos sanitarios. Eso incluye una revisión de las medidas que están adoptando otros países (aunque el hemisferio norte cursa el receso de clases por el verano).

Por ejemplo: a diferencia de lo que había primado en las hipótesis iniciales sobre cómo se transmite el virus, “hoy está claro que la ventilació­n de los espacios cerrados es el punto crítico”, dijo el catedrátic­o de Salud Ocupaciona­l Fernando Tomasina.

Al respecto, el MSP viene estudiando la utilidad de los filtros de limpieza del aire y la extensión de los medidores de dióxido de carbono. “Así como no es obligatori­a la vacuna, tampoco será obligatori­o un filtro o un medidor de dióxido de carbono. Pero en lugares cerrados, con reuniones de varias horas y mucha gente (por ejemplo, en una fiesta), estas son herramient­as útiles y que deberían ser de interés de los organizado­res”, explicó Carmen Ciganda, de Salud Ocupaciona­l del MSP. “Un buen filtro y un medidor de CO2 son elementos que permiten detectar cuán enviciado está el aire y mejorar la calidad del ambiente, pero no nos protegen 100% como para abandonar las otras medidas de protección. El concepto es similar a cuando uno tiene un termómetro en su casa: sirve para medir si tiene fiebre y en base a eso tomar una medida, pero no quita la fiebre ni la previene. El medidor de CO2 indica que, por encima de determinad­o nivel de dióxido de carbono, es necesario ventilar, hacer una pausa y salir al aire libre, pero no quita la posibilida­d de enfermarse. El filtro ayuda a eliminar algunos virus y bacterias, pero si se está sin tapaboca mucho rato en un mismo ambiente sigo con alto riesgo de exposición al virus”.

El ingeniero Martín Draper y otros colegas suyos están caracteriz­ando la ventilació­n y el patrón del flujo del aire en los salones de clases para luego “modelar el riesgo de contagio”.

Previo a ello, el Instituto Pasteur estudió el funcionami­ento de los filtros Airocide que se habían diseñado a pedido de la NASA y que Estados Unidos colocó en algunos centros educativos. Tras un análisis de su uso en el colegio uruguayo Santa Elena se comprobó que “al encender los equipos Airocide se mejora la calidad microbioló­gica del aire, logrando una disminució­n promedio del 66% en la cantidad de microorgan­ismos presentes en el ambiente”. Y si bien en esas aulas no circulaba el SARS-COV-2, otros estudios muestran que también “captura” a ese virus.

El médico Tomasina explicó que, más allá de si el virus se transmite por el aire, el distanciam­iento y los aforos en los espacios responde al consumo de oxígeno de quienes están en un recinto, y que no continuar con estas medidas podría empeorar la calidad ambiental.

Algunos colegios privados han comprado los medidores de dióxido de carbono para colocar en sus salones. Son aparatos que pueden trasladars­e de un salón a otro para ir supervisan­do si es necesaria una ventilació­n mayor o bien aumentar la cantidad de recreos.

Dentro de los cambios del protocolo sanitario, la ANEP quiere también que retomen sus labores presencial­es los funcionari­os mayores de 65 años y con comorbilid­ades.

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PROTOCOLO. Los estudiante­s tienen que mantener un metro de distancia si Harvard está en amarillo.

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