El Pais (Uruguay)

Argentina y el afecto por el Mercosur

-

En medio de la profunda crisis que atraviesa hoy el Mercosur, Argentina vuelve a tensar la cuerda de las relaciones en la interna delo bloque. La nafta al fuego la echó esta vez el canciller Felipe Solá. En una entrevista con el diario O Globo, Solá se despachó con una serie de comentario­s que alguien con sensibilid­ad media no dudaría en calificar como altaneros, y alejados de la realidad. Según Solá, hoy “políticame­nte no existe afecto por el Mercosur, y solo se trata de mantener las formas”, y “toda la idea conjunta sobre el futuro del Mercosur está en duda, básicament­e por culpa de Brasil, y en menor medida de Uruguay”.

No conforme con eso, Solá se lanzó a una parábola infeliz, y muy poco apropiada para estos tiempos, donde comparó al Mercosur con un matrimonio mal avenido, en el cual Argentina intentaría mantener el vínculo sentimenta­l a toda costa, pese a los desplantes de los otros, porque seguiría aferrada al recuerdo de un pasado feliz.

Para completar este cuadro, Solá se lanzó a opinar sobre lo que le conviene o deja de convenir a Brasil y al resto de los socios en materia económica en sus países, dando lecciones sobre los supuestos malos resultados que habrían dejado en Argentina las políticas de liberaliza­ción de importacio­nes y apertura económica. Y sfirmando que esas políticas obligan a los empresario­s a ser más eficientes (¡oh!), implicando un costo altísimo en desempleo y cierre de empresas. “Nosotros ya pasamos por eso, y no queremos seguir ese camino”.

Nadie puede dudar que el canciller Solá conoce de primera mano la política de su país de los últimos 25 años. Pero tal vez sería un poco exagerado de su parte trasladar algunas malas experienci­as de su país, a realidades de otros, y pontificar al respecto.

Pero, además, el canciller argentino ignora un tema central. Desde hace décadas que el Mercosur está estancado. Mientras todo el mundo avanza raudo hacia acuerdos interbloqu­es, hacia cadenas de producción regionales o multinacio­nales, mientras países que hace 30 años eran irrelevant­es, hoy nos adelantan en todos los rankings de desarrollo humano y comercial, el Mercosur solo ha logrado firmar un puñado acuerdos comerciale­s: con Israel, Egipto, India y África Austral. Lejos de hacer un cambio de fondo en la ecuación

Al mismo tiempo que todos los países del mundo que producen lo mismo que nosotros han abierto sus economías, se han vuelto más eficientes y competitiv­os, y han mejorado ostentosam­ente el nivel de vida de sus pueblos, aquí seguimos discutiend­o obviedades, cultivando el victimismo, y teniendo cada años mayores problemas para venderle lo que producimos al mundo.

En buena medida esto ha ocurrido por culpa de Argentina y de Brasil, dos países que han mirado con miedo la apertura al mundo por décadas, y usaron el Mercosur como plataforma de influencia política, más que para mejorar el comercio.

En los últimos años, Brasil tuvo un cambio saludable, y quien se ha empeñado en una mirada pequeña, paranoica y aislada del mundo, es Argentina.

Durante la reciente presidenci­a argentina del Mercosur, no se planteó ni un solo avance concreto en el camino que reclaman los demás socios. Y no son solo Brasil y Uruguay, sino también Paraguay, que no habla más alto por temor a las represalia­s.

Tal vez lo más infeliz de las expresione­s

Las apelacione­s al amor no correspond­ido, no compensan las carencias que ha mostrado el Mercosur para ser una herramient­a eficaz para el desarrollo de sus pueblos.

de Solá sea la referencia al matrimonio sin amor. Porque continúa la línea sentimenta­l new age que imprimió su Presidente a la última cumbre. Pero, sobre todo, porque demuestra una mirada casi tan anacrónica de las relaciones familiares, como la que expuso sobre el comercio y la economía.

Argentina tiene todo el derecho de apostar al proyecto de desarrollo que crea mejor. Incluso si es reincidir en cosas que a todas luces no le han funcionado muy bien. Lo que no puede es imponer, en base a una política de consenso que termina no siendo tal, su “modelo” al resto de los socios. Un modelo en las antípodas tanto del espíritu con el que se creó el Mercosur, como de lo que ha demostrado funcionar en el mundo.

El Mercosur es un acuerdo comercial, en el que los países ceden algunos temas, con la expectativ­a de ganar en otros. Hace años que eso no pasa, y las apelacione­s altaneras al amor, no compensan las carencias que ha mostrado el bloque para ser una herramient­a eficaz para el desarrollo de sus pueblos. Cuando un matrimonio no funciona, el primer paso antes de culpar a los demás, debería ser replantear­se qué esta haciendo mal uno para que eso pase.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay