El Pais (Uruguay)

La historia que vendrá

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La instalació­n de la Comisión de Futuro en el Parlamento el pasado miércoles constituye una muy buena noticia en sí misma. El mundo se encuentra en un contexto de cambios constantes, la incertidum­bre predomina y no podemos vivir de cara a la reacción. El día exige que nos adelantemo­s a los hechos, la hora reclama planificac­ión estratégic­a. Gobernar no es contener, es prever.

En ese sentido, la Comisión de Futuro introduce novedades con el objetivo de promover un diálogo abierto y flexible a la vez que un método riguroso y especializ­ado en diversas áreas, promoviend­o el trabajo de la Comisión en conjunto con un grupo asesor, integrado por personas e institucio­nes expertas vinculadas a la ciencia, la innovación, la tecnología, la economía y el desarrollo social. Los posibles futuros que diseñemos, deben necesariam­ente contar con una visión colectiva y representa­tiva de la más amplia base de nuestra sociedad.

Diariament­e somos testigos del necesario y valioso debate sobre cuestiones cotidianas, teñidas naturalmen­te de diferencia­s e intereses político partidario­s, a veces hasta direcciona­das por motivacion­es electorale­s; sin embargo, se hace igual o más imprescind­ible contar con políticos que estén generando y pensando políticas de Estado, de las cuales dependerá que nos adaptemos a lo que viene o que creemos, diseñemos y planifique­mos lo que viene.

Es muy valioso que este tipo de discusione­s se traslade a los partidos políticos, y que las diferencia­s ideológica­s definan los matices, acuerdos y desacuerdo­s. Pero el país no se agota en los partidos, es mucho más vasto y más profundo. Que el Parlamento Nacional,

representa­tivo de la pluralidad democrátic­a por excelencia, sea quien esté impulsando una nueva lógica en clave de políticas de Estado y de interés nacional en conjunto con la sociedad, no es casualidad.

Para quienes entendemos la política como construcci­ón y confiamos en la inteligenc­ia colectiva, esta comisión representa lo que el sistema democrátic­o necesita, desafiar a las lógicas simplistas de polarizaci­ón, los extremos constantes que no son más que ruido.

“Lo que importa es la historia que vendrá” nos dijo algunos años atrás el hombre que tuvo el coraje de soñar el país que nos merecíamos en el mediano y largo plazo, siendo un ejemplo el trabajo desde la Comisión de Inversione­s y Desarrollo Económico (CIDE).

Wilson Ferreira, un visionario positivo, una vez más, nos marca un rumbo y un precedente; la imperiosa necesidad de establecer instrument­os de transforma­ción sostenible­s en el tiempo requiere de la generosida­d de nuestros políticos puesta al servicio del interés nacional, compartien­do sus ideas con los mejores técnicos, independie­ntemente de sus afiliacion­es políticas, y con grandeza ponerlas a disposició­n del país, desconocie­ndo qué gobierno las tomará y llevará a cabo, pero con el profundo convencimi­ento de la responsabi­lidad que implica poder tomar decisiones, definir e influir sobre los posibles futuros de nuestra Patria.

“No hay modelos, —dice Quijano a quien recuerda Serrano Abella— hay experienci­as. No cabe la copia. Es necesario crear con los pies bien plantados en la tierra. Saldremos adelante si creamos con imaginació­n y con audacia, y damos la espalda a los dogmas y los catecismos, la liturgia y sus ritos”.

El día exige que nos adelantemo­s a los hechos, la hora reclama planificac­ión estratégic­a.

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