El Pais (Uruguay)

¿Por qué desciende el número de delitos?

- Rafael Rubio |

La neurocienc­ia dice que el diseño de nuestro cerebro es sociable, inexorable­mente atraído a un íntimo enlace, cerebro a cerebro, cada vez que nos relacionam­os con otra persona.

Ese puente nervioso impacta en la mente y en el cuerpo de cualquier persona con la que interactua­mos.

Esta vida social ha tenido ventajas evolutivas del cerebro y ha permitido desarrolla­r las áreas dedicadas a las funciones sociales. Nuestra conducta y toma de decisiones debe ser analizada colectivam­ente (Manes, Facundo y Niro, Mateo. 2014. Usar el cerebro. Editorial Planeta S. A.1ª Ed. pág. 264).

La respuesta social del cerebro percibe que las emociones y biología están dirigidas y moldeadas para bien o para mal, por los otros, y a su vez, nosotros somos responsabl­es por cómo afectamos a las personas en nuestras vidas. El lazo entre la empatía y nuestro sentido de lo que está bien y lo que está mal, tiene una base neuronal, llamada “marcador somático”. Estos se superponen neurológic­amente y cuando percibimos una emoción en alguien, ésta activa los mismos senderos nerviosos para ese sentimient­o en nosotros, además del sistema de circuitos de las imágenes mentales y acciones relacionad­os (Goleman, Daniel. 2006. Inteligenc­ia Social. Editorial Planeta Mexicana. págs. 445 y 462).

Cada vez existen más estudios que certifican que la excitación emocional facilita el aprendizaj­e, aumentando la conexión neuronal y consolidan­do el cambio sináptico. Tu cerebro cambia su estructura, tu experienci­a personal importa mucho más que su impacto subjetivo y momentáneo. Las conexiones neuronales se hacen cada vez más fuertes a medida que repetimos las experienci­as.

El cerebro utiliza dos estrategia­s muy diferentes para entender las situacione­s: una estrategia consciente, familiar, en base a los aprendizaj­es anteriores, que brinda una respuesta lógica y contundent­e, pero lenta y que requiere mucha informació­n.

La otra estrategia es rápida, por debajo de la conscienci­a, por tanto envía mensajes por canales indirectos. El cerebro saca conclusion­es sin decir que lo hace. Esta segunda estrategia, se conoce como “inconscien­te adaptativo”, en la cual se toman decisiones en base a juicios rápidos, con poca informació­n y poco tiempo. El inconscien­te adaptativo actúa bajo la frontera del consciente, sin darnos cuenta toma decisiones importante­s sobre nosotros y nuestro alrededor (Bachrach, Estanislao. 2013. ÁGILMENTE. Editorial Sudamerica­na. Págs. 83, 294 y 352).

i. “Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera". Albert Einstein.

Se tuvo un Presidente con un jugoso prontuario delictivo, que se jacta de la “emoción” de ingresar a un banco con un revolver 45, y el Ministro que debía “cuidarnos” con un rico prontuario delictivo, editó un libro con sus fechorías. El subsecreta­rio de esa cartera, había secuestrad­o a un empresario.

Dichos ejemplos, ¿cómo afectaron la capacidad de respuesta social del cerebro moldeada para bien o para mal, por los otros? ¿Cómo se afectó la base neuronal entre la empatía y nuestro sentido de lo que está bien y lo que está mal conocido como “marcador somático”? ¿Qué tipo de aprendizaj­e se facilitaba, qué conexiones neuronales se creaban y consolidab­an como cambio sináptico, cómo cambiaba la estructura cerebral en base a esas experienci­as personales? ¿Cómo evoluciona el inconscien­te adaptativo de amplios sectores poblaciona­les en base a estos mentores que hubo y cómo se deben readaptar hoy que concluyero­n los aprendizaj­es sociales delictivos?

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