El Pais (Uruguay)

Mulá Baradar, cofundador del talibán, volvió a Afganistán

Es el primer líder talibán de alto rango en regresar tras la expulsión en 2001

- Abdul Ghani Baradar Cayó preso en 2010 y fue liberado en 2018 a petición de EE.UU.

■■El mulá Abdul Ghani Baradar, cofundador de los talibanes, regresó ayer martes a Afganistán desde Catar, donde dirigía el gabinete político del movimiento extremista.

Es la primera vez que un líder talibán de alto rango regresa públicamen­te a Afganistán, tras haber sido expulsado por una coalición liderada por Estados Unidos poco después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

El regreso de Baradar se produce pocos días después de que el propio mulá declarase en un discurso el fin de la guerra de Afganistán con la victoria de los talibanes, un logro inesperado por su rapidez y que se completó el domingo con la huida del presidente afgano, Ashraf Ghani, y la caída de Kabul.

“Hemos alcanzado una victoria que no se esperaba (...) debemos mostrar humildad ante Alá”, dijo Baradar entonces en un mensaje en video.

Los talibanes tomaron el domingo el control de Kabul después de que sus combatient­es entraran en la capital sin encontrar resistenci­a.

Baradar es el cofundador de los talibanes junto con el mulá Omar, fallecido en 2013, pero cuya muerte fue ocultada durante dos años.

Como muchos afganos, su vida se moldeó con la invasión soviética en 1979, que lo convirtió en muyahidín, un combatient­e islámico fundamenta­lista, y se cree que luchó junto con el mulá Omar.

En 2001, tras la intervenci­ón estadounid­ense y la caída del régimen talibán, se decía que formaba parte de un pequeño grupo de insurgente­s dispuestos a un acuerdo en el que reconocían la administra­ción de Kabul. Pero esta iniciativa resultó infructuos­a.

Baradar era el jefe militar de los talibanes cuando fue arrestado en 2010 en Karachi, en Pakistán. Fue liberado en 2018 especialme­nte por la presión de Washington.

Escuchado y respetado por las distintas facciones talibanes, fue nombrado jefe de su oficina política, ubicada en Catar. Desde el país del golfo, llevó las negociacio­nes con los estadounid­enses, que condujeron a la retirada de las fuerzas extranjera­s de Afganistán.

Pero el jefe de los talibanes hoy es otro mulá, Haibatulla­h Akhundzada, nombrado en mayo de 2016 durante una rápida transición de poder, días después de la muerte de su predecesor, Mansur, liquidado por un ataque de un dron estadounid­ense en Pakistán.

Antes de su designació­n, Akhundzada estaba más centrado en cuestiones judiciales y religiosas que en el arte militar. Aunque gozó de gran influencia en el seno de la insurgenci­a, algunos analistas creían que su papel al frente del movimiento sería más simbólico que operativo.

Hijo de un teólogo, originario de Kandahar, el corazón del país pastún en el sur de Afganistán y cuna de los talibanes, Akhundzada obtuvo rápidament­e una promesa de lealtad de Ayman al-zawahiri, el líder de Al Qaeda. El egipcio lo llamó “emir de los creyentes”, denominaci­ón que le permitió afianzar su credibilid­ad en el mundo yihadista.

Akhundzada tenía la delicada misión de unificar a los talibanes, fracturado­s por una violenta lucha por el poder tras la muerte de Mansur y la revelación de que habían ocultado durante años la muerte del fundador del movimiento, el mulá Omar.

Logró mantener unido al grupo y continuó siendo bastante discreto, limitándos­e a transmitir mensajes anuales raros en los días festivos islámicos.

El número dos del movimiento talibán es Sirajuddin Haqqani. Hijo de un célebre comandante de la yihad antisoviét­ica, Jalaluddin Haqqani, Sirajuddin es el jefe de la red Haqqani. Esta red, fundada por su padre, está clasificad­a como terrorista por Estados Unidos, que siempre la consideró como la facción combatient­e más peligrosa ante las tropas estadounid­enses y de la OTAN en los últimos dos decenios en Afganistán.

También está acusado de haber asesinado a algunos altos responsabl­es afganos y de haber retenido como rehenes a occidental­es para obtener un rescate o mantenerlo­s como prisionero­s como el militar estadounid­ense Bowe Bergdahl, liberado en 2014 a cambio de cinco detenidos afganos de la cárcel de Guantánamo.

Conocidos por su independen­cia, sus habilidade­s de lucha y sus fructífero­s asuntos, se cree que los Haqqani están a cargo de las operacione­s de los talibanes en las áreas montañosas del este de Afganistán y que tendrían una gran influencia en las decisiones del movimiento.

Finalmente, el mulá Yaqub es el heredero. Hijo del mulá Omar, Yaqub es el jefe de la poderosa comisión militar de los talibanes, que decide las orientacio­nes estratégic­as en la guerra contra el Ejecutivo afgano.

Su ascendenci­a y sus vínculos con su padre, a quien adora como jefe de los talibanes, lo convirtier­on en una figura unificador­a dentro de un amplio y diverso movimiento. Las especulaci­ones sobre su papel exacto en la insurgenci­a son persistent­es. Algunos analistas creen que su nombramien­to al frente de esta comisión en 2020 fue solo simbólico. (AFP y EFE)

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