Mulá Baradar, cofundador del talibán, volvió a Afganistán
Es el primer líder talibán de alto rango en regresar tras la expulsión en 2001
■■El mulá Abdul Ghani Baradar, cofundador de los talibanes, regresó ayer martes a Afganistán desde Catar, donde dirigía el gabinete político del movimiento extremista.
Es la primera vez que un líder talibán de alto rango regresa públicamente a Afganistán, tras haber sido expulsado por una coalición liderada por Estados Unidos poco después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
El regreso de Baradar se produce pocos días después de que el propio mulá declarase en un discurso el fin de la guerra de Afganistán con la victoria de los talibanes, un logro inesperado por su rapidez y que se completó el domingo con la huida del presidente afgano, Ashraf Ghani, y la caída de Kabul.
“Hemos alcanzado una victoria que no se esperaba (...) debemos mostrar humildad ante Alá”, dijo Baradar entonces en un mensaje en video.
Los talibanes tomaron el domingo el control de Kabul después de que sus combatientes entraran en la capital sin encontrar resistencia.
Baradar es el cofundador de los talibanes junto con el mulá Omar, fallecido en 2013, pero cuya muerte fue ocultada durante dos años.
Como muchos afganos, su vida se moldeó con la invasión soviética en 1979, que lo convirtió en muyahidín, un combatiente islámico fundamentalista, y se cree que luchó junto con el mulá Omar.
En 2001, tras la intervención estadounidense y la caída del régimen talibán, se decía que formaba parte de un pequeño grupo de insurgentes dispuestos a un acuerdo en el que reconocían la administración de Kabul. Pero esta iniciativa resultó infructuosa.
Baradar era el jefe militar de los talibanes cuando fue arrestado en 2010 en Karachi, en Pakistán. Fue liberado en 2018 especialmente por la presión de Washington.
Escuchado y respetado por las distintas facciones talibanes, fue nombrado jefe de su oficina política, ubicada en Catar. Desde el país del golfo, llevó las negociaciones con los estadounidenses, que condujeron a la retirada de las fuerzas extranjeras de Afganistán.
Pero el jefe de los talibanes hoy es otro mulá, Haibatullah Akhundzada, nombrado en mayo de 2016 durante una rápida transición de poder, días después de la muerte de su predecesor, Mansur, liquidado por un ataque de un dron estadounidense en Pakistán.
Antes de su designación, Akhundzada estaba más centrado en cuestiones judiciales y religiosas que en el arte militar. Aunque gozó de gran influencia en el seno de la insurgencia, algunos analistas creían que su papel al frente del movimiento sería más simbólico que operativo.
Hijo de un teólogo, originario de Kandahar, el corazón del país pastún en el sur de Afganistán y cuna de los talibanes, Akhundzada obtuvo rápidamente una promesa de lealtad de Ayman al-zawahiri, el líder de Al Qaeda. El egipcio lo llamó “emir de los creyentes”, denominación que le permitió afianzar su credibilidad en el mundo yihadista.
Akhundzada tenía la delicada misión de unificar a los talibanes, fracturados por una violenta lucha por el poder tras la muerte de Mansur y la revelación de que habían ocultado durante años la muerte del fundador del movimiento, el mulá Omar.
Logró mantener unido al grupo y continuó siendo bastante discreto, limitándose a transmitir mensajes anuales raros en los días festivos islámicos.
El número dos del movimiento talibán es Sirajuddin Haqqani. Hijo de un célebre comandante de la yihad antisoviética, Jalaluddin Haqqani, Sirajuddin es el jefe de la red Haqqani. Esta red, fundada por su padre, está clasificada como terrorista por Estados Unidos, que siempre la consideró como la facción combatiente más peligrosa ante las tropas estadounidenses y de la OTAN en los últimos dos decenios en Afganistán.
También está acusado de haber asesinado a algunos altos responsables afganos y de haber retenido como rehenes a occidentales para obtener un rescate o mantenerlos como prisioneros como el militar estadounidense Bowe Bergdahl, liberado en 2014 a cambio de cinco detenidos afganos de la cárcel de Guantánamo.
Conocidos por su independencia, sus habilidades de lucha y sus fructíferos asuntos, se cree que los Haqqani están a cargo de las operaciones de los talibanes en las áreas montañosas del este de Afganistán y que tendrían una gran influencia en las decisiones del movimiento.
Finalmente, el mulá Yaqub es el heredero. Hijo del mulá Omar, Yaqub es el jefe de la poderosa comisión militar de los talibanes, que decide las orientaciones estratégicas en la guerra contra el Ejecutivo afgano.
Su ascendencia y sus vínculos con su padre, a quien adora como jefe de los talibanes, lo convirtieron en una figura unificadora dentro de un amplio y diverso movimiento. Las especulaciones sobre su papel exacto en la insurgencia son persistentes. Algunos analistas creen que su nombramiento al frente de esta comisión en 2020 fue solo simbólico. (AFP y EFE)