Los artículos de la mujer que hace reír a Scorsese
Se editaron las crónicas neoyorquinas de Fran Lebowitz
Muchos uruguayos conocieron a Fran Lebowitz como la ocurrente neoyorquina que hace matar de risa a Martin Scorsese en Supongamos que Nueva York es una ciudad, el documental de Netflix.
Allí quedó presentada como una escritora que se convirtió en icono de su ciudad gracias a la gracia sarcástica con la que describía su entorno. También como protagonista de muchas historias y la dueña de uno de los más legendarios bloqueos de escritor. No escribe nada hace más de tres décadas.
De hecho, Un día cualquiera en Nueva York, que está disponible en Uruguay a través del sello Tusquets, es una edición conjunta de sus únicos dos libros, Vida metropolitana y Ciencias sociales, que ya eran recopilaciones de artículos de fines de la década de 1970. Para lo bien que escribe, ha sido una amarreta en compartir ese don.
Su imagen pública se ha visto reforzado por ser el centro de dos documentales de Scorsese (quien además le dio un papel en El lobo de Wall Street): Public Speaking en 2010 y Supongamos que Nueva York es una ciudad.
Lebowitz nació en 1950 en New Jersey y llegó a Manhattan en 1969. Dos años después, comenzó como crítica de libros y películas para la revista Changes y el propio Andy Warhol la eligió como columnista de su mensuario Interview. También escribió para Mademoiselle.
Ese nivel de trabajo, se acompañó con un nivel de exposición importante con certificaciones del tipo parroquiana frecuente de Studio 54, la discoteca del momento. Se codeaba con todas las estrellas.
Despúes de publicar su segundo libro solo escribió uno más, el infantil Mr. Chas and Lisa Sue Meet the Pandas en 1994. Desde entonces su carrera literaria se ha limitado a un puñado de proyectos inconclusos. Se ha mantenido en el imaginario neoyorquino gracias a sus apariciones en talk shows (y hasta tuvo un papel recurrente en La ley y el orden) en los que demostró que su sarcasmo se mantiene intacto aún por fuera de la palabra impresa.
Ha sido, desde ese lugar, una cronista de los cambios de Nueva York en los últimos años y una filosa analista de su escena cultural.
Eso ya lo hacía en estos ensayos recopilados en Un día cualquier en Nueva York que son divertidos y en un estilo que a algunos puede recordar la prosa de otro neoyorquino famoso, Woody Allen. Hay momentos muy graciosos y es una crítica bastante certera.
Son artículos sobre costumbres, arte, libros y todo una galaxia de inquietudes en la que muchas veces aparece ella como protagonista. Su humor tiende al nihilismo y una desconfianza hacia eso llamada urbanidad y sus rituales. No viene nada mal que alguien nos recuerde esas verdades.