El Pais (Uruguay)

La diplomacia de las vacunas que promueven China y Rusia

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“La inequidad de las vacunas también está impulsando la diplomacia de las vacunas. Desde comienzos de 2021, China y Rusia han enviado cientos de millones de vacunas de coronaviru­s a países emergentes como parte de una operación de “diplomacia de vacunas”. Ocho meses después de su inicio, los resultados de estas operacione­s han sido mixtos. A pesar de las agresivas campañas en los medios de comunicaci­ón que destacan el compromiso de Rusia de acudir al rescate de los países en desarrollo, la diplomacia de las vacunas rusa, hasta la fecha, ha sido un fracaso”, cuestionó el informe de The Economist.

“Las dificultad­es de producción han retrasado la entrega de segundas dosis de la vacuna Sputnik V desarrolla­da en Rusia, alimentand­o el resentimie­nto en las poblacione­s locales. En Argentina, estos retrasos en las entregas han provocado una amarga disputa diplomátic­a entre los dos gobiernos. Además, la falta de transparen­cia sobre los datos clínicos y las dudas sobre la calidad de algunos lotes de la vacuna (en Eslovaquia, por ejemplo) han aumentado las dudas sobre la vacuna (hasta la fecha, no aprobada por la OMS) de fabricació­n rusa”, agregó.

“Por el contrario, la diplomacia de las vacunas de China ha sido un éxito”, aseguró el reporte. “A pesar de su enorme población, el país ha logrado vacunar a los residentes a un ritmo rápido (China está en camino de alcanzar el 70% de inmunizaci­ón para fines de 2021), mientras se convierte en el mayor exportador mundial de vacunas. Sin embargo, esta impresiona­nte hazaña viene con una advertenci­a para aquellos países que dependen de las vacunas chinas: algunas de estas vacunas parecen ofrecer niveles más bajos de protección que las dosis occidental­es. Seychelles, que había vacunado a la mayoría de su población con la vacuna Sinopharm de China, tuvo que volver a imponer un bloqueo en junio”, explicó The Economist Intelligen­ce Unit.

“La menor tasa de eficacia de las vacunas chinas presenta dos riesgos. La primera es que los países que confiaron en las vacunas chinas pueden necesitar administra­r refuerzos (una estrategia que Chile, que uso principalm­ente la vacuna de Sinovac de China, está implementa­ndo actualment­e) o mezclar diferentes marcas de vacunas (como lo está haciendo Uruguay). Para estos países, la factura total de vacunas puede resultar más alta de lo esperado y, en algunos casos, inasequibl­e. El segundo riesgo tiene que ver con los pasaportes de vacunas; la mayoría de los países occidental­es no reconocen la inoculació­n con dosis chinas. Esto dificultar­á los viajes, ampliando aún más la brecha entre las economías más ricas y las más pobres”, expresó el informe.

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