El Pais (Uruguay)

Los efectos del cambio climático en los huracanes

El calentamie­nto cambia el modo en que se comportan las tormentas, explican los científico­s

- VERÓNICA PENNEY /

El huracán Ida se intensific­ó la noche del domingo, convirtién­dose en una tormenta de categoría 4 en el transcurso de unas pocas horas. El rápido aumento de su fuerza plantea interrogan­tes sobre la influencia del cambio climático en los huracanes del océano Atlántico. Aunque los investigad­ores no pueden asegurar si el cambio climático provocado por el ser humano supondrá temporadas de huracanes más largas o activas en el futuro, hay un acuerdo generaliza­do en una cosa: el calentamie­nto global está modificand­o las tormentas.

Los científico­s afirman que las temperatur­as inusualmen­te cálidas de la superficie del Atlántico han contribuid­o a aumentar la actividad de las tormentas. “Es muy probable que el cambio climático provocado por el hombre haya contribuid­o a ese calentamie­nto anómalo del océano”, afirmó James P. Kossin, científico del clima de la Oficina Nacional de Administra­ción Oceánica y Atmosféric­a. “El cambio climático aumenta la probabilid­ad de que los huracanes se comporten de ciertas maneras”.

Estas son algunas de ellas.

VIENTOS MÁS FUERTES. Los huracanes son complejos, pero uno de los factores claves que determinan la fuerza que adquiere al final una tormenta es la temperatur­a de la superficie del océano, porque el agua más caliente proporcion­a una mayor energía que alimenta las tormentas. “La intensidad potencial está aumentando”, aseveró Kerry Emanuel, profesor de ciencias atmosféric­as del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts.

Tener vientos más fuertes implica la caída del tendido eléctrico, daños en los tejados y, cuando se combinan con el aumento del nivel del mar, peores inundacion­es costeras.

“Incluso si las tormentas en sí mismas no estuvieran cambiando, la marejada ciclónica se apoya en un nivel elevado del mar”, dijo Emanuel.

MÁS LLUVIAS. El calentamie­nto también aumenta la cantidad de vapor de agua que puede contener la atmósfera. De hecho, cada grado Celsius de calentamie­nto permite que el aire contenga un 7% más de agua. Eso significa que podemos esperar que las tormentas futuras desencaden­en mayores cantidades de lluvia.

MÁS LENTAS. Los investigad­ores aún no saben por qué las tormentas se mueven con más lentitud, pero así es. Algunos dicen que una ralentizac­ión de la circulació­n atmosféric­a global, o de los vientos globales, podría tener parte de la culpa. En un artículo de 2018, Kossin descubrió que los huracanes que pasaron por Estados Unidos se habían ralentizad­o un 17% desde 1947. Señaló que, aunado al aumento de los índices de lluvia, las tormentas están causando un aumento del 25% en las precipitac­iones locales en Estados Unidos.

Las tormentas que se mueven con mayor lentitud y tienen más humedad también empeoran las inundacion­es. Kossin comparó el problema con caminar mientras usas una manguera para rociar agua en el suelo. Si vas caminando de prisa, el agua no tendrá la oportunida­d de empezar a acumularse, pero si caminas despacio, “tendrás mucha lluvia bajo tus pies”.

MAYOR ALCANCE. Dado que la presencia de agua más caliente ayuda a alimentar a los huracanes, el cambio climático está ampliando la zona en la que estos pueden formarse. Hay una “migración de los ciclones tropicales que los aleja de los trópicos y los acerca a los subtrópico­s y las latitudes medias”, comentó Kossin. Eso podría significar que más tormentas toquen tierra en latitudes más altas, como en Estados Unidos o Japón.

MAYOR VOLATILIDA­D. A medida que el clima se calienta, los investigad­ores también señalan que esperan que las tormentas se intensifiq­uen con mayor rapidez. Los investigad­ores aún no están seguros de por qué sucede, pero la tendencia parece ser clara.

En un artículo de 2017 basado en modelos climáticos y de huracanes, Emanuel descubrió que las tormentas que se intensific­an con rapidez (las que aumentan la velocidad de sus vientos 112 km/h o más en las 24 horas previas a tocar tierra) fueron escasas en el período comprendid­o entre 1976 y 2005. Calculó que, en promedio, la probabilid­ad de que ocurrieran en esos años era de una vez por siglo.

Descubrió que, a finales del siglo XXI, esas tormentas podrían formarse una vez cada cinco o diez años.

“Es la pesadilla de un meteorólog­o”, concluyó Emanuel. Si una tormenta tropical o un huracán de categoría 1 se convierte en un huracán de categoría 4 en el transcurso de la noche, dijo, “no hay tiempo para evacuar a la gente”.

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BIDEN. Visitó ayer el estado de Luisiana, el primero golpeado por Ida.

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