Un nuevo relato
Muchas voces, de ámbitos distintos, están mostrando un cambio de escenario en el país y, correlativamente, un cambio en el estado de ánimo de la sociedad. Se está cerrando la época de la pandemia y esta va dejando lugar a lo que, por ahora, es solo otra cosa. ¿Cómo será el tiempo pospandemia? Se está configurando en estos días. Sería irresponsable dejar que se forme solo, a como venga.
Los períodos de una sociedad están caracterizados no solo por las cosas que pasan en ese período sino por el nombre que se les da. Aquí es donde entra la importancia del relato; las cosas no son como son sino como se cuentan. El período que está quedando atrás pudo haber sido el período de las muertes evitables, de los CTI saturados y de la histeria intencionada denunciando ¡genocidio! Pero este relato no prendió en la gente. El relato que logró instalarse fue el de la libertad responsable, de un gobierno bien asesorado, sereno, que no se dejó acoquinar ni por las dificultades reales ni por el griterío. Por tanto, el período que pasó fue eso y no aquello. Si hubiera prendido aquel discurso estaríamos hoy deprimidos, como prendió el otro estamos orgullosos y dispuestos.
Los relatos no solamente fijan en el imaginario colectivo las características de un período pasado (donde había elementos para ser interpretado de una forma u otra); también son la base para la construcción de lo que vendrá. Lo que vendrá, el período pospandemia, el que fue empujado dos años para adelante, no tiene todavía un relato, no hay un discurso bien armado que forme en palabras la sustancia de lo que se quiere construir. Pero hay una base de confianza en el relato de la pandemia.
Y aquí aparece la necesidad (y urgencia) de ir pensando el asunto. El presente (primavera del año 2021) es equivalente al tiempo inaugural de este gobierno. Lo prometido y comprometido en la campaña electoral y reafirmado en el discurso ante la Asamblea General recién ahora tiene un camino expedito.
¿Qué fue lo prometido y comprometido? Según mi percepción el compromiso (y la invitación) fue a trabajar para que el Uruguay se desplazase de la modorra repetitiva hacia una disposición de movimiento, de entusiasmo, de soltarse… o algo equivalente. Una parte decisiva de la ciudadanía entendió ese compromiso. La dirigencia partidaria lo supo convertir en discurso generador de respuesta electoral.
En la elección pasada el Uruguay aceptó (eligió) disponerse a un cambio. Hay que tener en cuenta que los cambios
El futuro de una sociedad siempre se construye primero en el imaginario colectivo.
en una sociedad son posibles solamente cuando lo instalado ha perdido vitalidad y cuando la inercia conservadora que tiene toda sociedad queda finalmente desplazada por el desencanto hacia lo que había. Eso fue lo que sucedió en nuestro país y determinó el resultado electoral. Eso es el pasado.
Ahora se abre el tiempo —pospuesto por la pandemia— de volver a poner en palabras la alternativa; hay que construir el relato correspondiente, hay que reformular la letra del entusiasmo, de aquello que se imagina como futuro y que, en consecuencia, se empieza a construir cuando se pronuncia. El futuro siempre se construye primero en el imaginario colectivo, en el entusiasmo —o por lo menos la aquiescencia— hacia lo nuevo, anticipado y expuesto en el relato convocante. El elenco del gobierno —particularmente la dirigencia blanca— tiene hoy la obligación-necesidad de mostrar una agenda para la tarea pospandemia. Para hoy.