El Pais (Uruguay)

Biden cambia acción de EE.UU. y abre grandes dudas en el mundo

Desafía a la élite política; lo critican por desorden al salir de Afganistán y afectar credibilid­ad

- THE EW TORK TIMES, MARK LANDLER /

Cuando el presidente Joe Biden se desempeñó como vicepresid­ente de Barack Obama, era el disidente solitario en los debates de la Casa Blanca sobre las intervenci­ones militares, sobre todo en Afganistán, donde se opuso firmemente al incremento de tropas del Pentágono en 2009 y fue desestimad­o por Obama y sus generales.

Ahora Biden es el comandante en jefe, y al haber presionado para concluir la retirada estadounid­ense de Afganistán, incluso con el costo de una evacuación frenética y manchada de sangre, se ha puesto en conflicto con la mayoría de la élite de la política exterior, de derecha e izquierda, en Washington y por toda Europa.

A Biden le han llovido las críticas no solo por el desorden de la retirada sino también por su repudio a los principios que impulsaron la misión en Afganistán. Mientras el presidente ve a Estados Unidos culminar tardíament­e “una era de grandes operacione­s militares para reconstrui­r otros países”, como dijo el 31 de agosto, los críticos perciben un peligroso atrinchera­miento de Estados Unidos que podría dejar al mundo en un caos más profundo.

“Esta fue simple y llanamente una decisión política”, comentó el representa­nte por Texas Michael Mccaul, el republican­o de mayor rango en el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representa­ntes. Biden, dijo este, “ignoró los consejos de sus propios generales superiores y de sus propios servicios de inteligenc­ia”.

Incluso los compañeros demócratas de Biden han realizado valoracion­es severas, ya sea sobre la incapacida­d de prever el rápido colapso del ejército afgano —que llevó al senador Mark Warner, demócrata por Virginia, a convocar audiencias en el Congreso— o sobre la evacuación, la cual el representa­nte Seth Moulton, demócrata por Massachuse­tts, calificó de “un desastre de proporcion­es épicas”, porque fueron abandonado­s varios estadounid­enses y aliados afganos.

Pero según los analistas, la feroz reacción en contra de Biden se debe a la naturaleza arraigada y duradera de las ideas que el presidente está desafiando.

COMO NUNCA. Desde los ataques terrorista­s del 11 de septiembre de 2001, la doctrina de una política exterior agresiva y expedicion­aria —en la que todas las opciones, incluyendo la fuerza militar, están siempre sobre la mesa— se ha convertido en un artículo de fe bipartidis­ta en Washington. Los medios de comunicaci­ón que cubrieron esas guerras jugaron un papel importante en la amplificac­ión de estas ideas.

“Este es un presidente que está dispuesto a enfrentars­e al sistema establecid­o de política exterior de Washington de una manera en la que Donald

Trump, Barack Obama o George W. Bush nunca lo hicieron”, dijo Vali R. Nasr, un exfunciona­rio del gobierno de Obama que es profesor en la Escuela de Estudios Internacio­nales Avanzados de la Universida­d Johns Hopkins. “En mi opinión, eso exige una introspecc­ión de quienes forman parte de la élite de la política exterior”.

Si bien Biden quizás antagonizó a las élites de la política exterior, su determinac­ión de retirar a Estados Unidos de costosos enredos en el extranjero es mejor visto por el estadounid­ense promedio. Las desgarrado­ras imágenes de la evacuación han perjudicad­o sus índices de aprobación, pero las encuestas señalan que muchas personas, por no decir la mayoría, comparten su convicción de que no hay una razón de peso para estar en Afganistán.

Veterano senador que presidió el Comité de Relaciones Exteriores, Biden abrazó la visión posterior a la Segunda Guerra Mundial de un Estados Unidos activo a nivel internacio­nal. Apreciaba su agenda de contactos de líderes mundiales y votó a favor de la guerra de Irak.

Sin embargo, en sus años como vicepresid­ente, su desencanto con las aventuras militares emergió como una de sus conviccion­es centrales. Además de oponerse a la operación en Afganistán, se resistió a la intervenci­ón de la OTAN en Libia y le aconsejó a Obama que pospusiera la redada del grupo comando que mató a Osama bin Laden (luego cambió su versión para sugerir que había apoyado la misión en privado).

A pesar de todas sus diferencia­s, Nasr afirma que existe un hilo de escepticis­mo sobre la intervenci­ón militar que conecta la renuencia de Obama a desplegar tropas, el lema aislacioni­sta de Trump, “Estados Unidos primero”, y la contundent­e declaració­n de Biden de que ayudar al pueblo afgano no era un interés vital de la seguridad de Estados Unidos

Según Nasr, el presidente también ha mostrado una tendencia a ignorar las opiniones de los aliados europeos, un factor que ayuda a explicar la frustració­n que se resiente en Londres, Berlín y otras capitales, donde el triunfo electoral de Biden había sido celebrado tras la intimidaci­ón empleada por Trump. La campaña de la OTAN en Afganistán había sido un mérito de la solidarida­d de la alianza, por lo que la decisión unilateral de Biden fuera aún más punzante.

“Hay una pérdida de confianza grave, y eso requerirá de un esfuerzo de reafirmaci­ón significat­ivo por parte de Washington”, dijo Wolfgang Ischinger, que preside la Conferenci­a de Seguridad de Múnich.

Ischinger comparó la caótica evacuación de Kabul con la “línea roja” trazada por Obama en Siria si el presidente Bashar al Asad usaba armas químicas, una amenaza que Obama no pudo concretar. Según Ischinger, no representa una amenaza existencia­l para la alianza, pero sí genera dudas sobre la credibilid­ad de Estados Unidos.

La visión de Biden de abandonar conflictos tiene amplio apoyo de los ciudadanos.

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MOVILIZACI­ÓN. “Educación, trabajo y libertad”, reclaman mujeres en una de las manifestac­iones en Kabul desafiando a los talibanes.

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