El Pais (Uruguay)

Cabeza del año: fiestas judías

El 6 de setiembre comienza Rosh Hashaná, la primera celebració­n de un año especial

- MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA

Shaná Tová Umetuká . O en español: “Que tengas un año bueno y dulce”. Ese es el deseo que cada judío dice en el transcurso del primer mes de su calendario. Literalmen­te “cabeza del año”, el 6, 7 y 8 de setiembre es Rosh Hashaná ,el comienzo del año 5782. Pero esa es la primera de varias celebracio­nes que tienen diferentes significad­os que aquí son explicados por el rabino Mendy Shemtov.

El 5782 es año de Shemitá o año sabático. Por orden bíblica se suspende toda actividad agrícola. “Así como tenemos el ciclo semanal en el que se trabaja seis días y se descansa al séptimo, dedicándol­o a la familia, a Dios, a conectarse con uno mismo, hay un ciclo de siete años para la tierra”, explicó Shemtov. Los campesinos judíos no siembran durante el año.

El mensaje, según apuntó el rabino, es que hay que tomarse el tiempo para “recalcular”. Así como la tierra descansa una vez cada siete años, hay que detenerse para tener un momento de introspecc­ión para analizar si se tiene un propósito en la vida. “Si uno no tiene un propósito por el cual vivir y un sentido todo se vuelve un tropiezo”, dijo a El País.

En este sentido, Shemtov entiende que un año de Shemitá y casi dos años de pandemia ofrecen la misma enseñanza: debemos “bajar la pelota” y “reenfocarn­os para seguir adelante”.

RENOVACIÓN. Rosh Hashaná influye en la energía espiritual para el resto de los meses. Se celebra la creación de Adán y Eva y la relación entre Dios y la humanidad.

En la primera noche, cada familia se reúne para la cena de Año Nuevo. Se sirve la jalá redonda que representa el ciclo de la vida. Una vez bendecida, se remoja en miel para desear que el año que comienza sea dulce. Se acostumbra a iniciar todas las comidas festivas hasta el día de Hoshaná Rabá, el 27 de setiembre, con jalá redonda con miel. Y se evitan los alimentos amargos, agrios o picantes.

En la segunda noche, cuando se encienden las velas y se hace el kidush (bendición sobre el vino o jugo de uva), se coloca en la mesa una fruta de estación que no se haya comido hasta ese momento.

Otras dos tradicione­s de Rosh Hashaná son el Tashlij, una plegaria especial que se dice en la tarde del primer día cerca de un cuerpo de agua natural para arrojar los pecados, y el toque del Shofar.

“Tenemos el deber de aportar un rumbo y un propósito. Eso es a lo que nos invita Rosh Hashaná .A pensar qué estamos aportando al mundo y a la sociedad”, relató el rabino a El País.

PERDONAR. El miércoles 15 con la caída del sol empieza el día más sagrado en el calendario judío, apenas 10 días después de haberse iniciado un año nuevo: Iom Kipur o Día del Perdón. Para los judíos es un día en el que se cancelan las cuentas pendientes. Se pide perdón y se perdona. El alma se purifica y se empieza el año sin cargas.

Históricam­ente, el primer Día del Perdón tuvo lugar hace 3.333 años, cuando Moisés bajó del monte Sinaí con el segundo juego de las Tablas de la Ley, acompañado del perdón divino por la transgresi­ón con el Becerro de Oro. “En este día uno se abstiene de las cosas más materiales, de beber, de comer, de tener relaciones íntimas, de bañarse, de usar zapatos de cuero. Es un día en el que uno está más a nivel de un ángel que de un ser humano”, señaló Shemtov.

Al terminar Iom Kipur, a la salida de las estrellas (jueves 16), se realiza una cena festiva con la seguridad de que Dios aceptó el arrepentim­iento y selló a cada uno para un buen año.

ALEGRÍA. “Cuando termina ese proceso de limpieza espiritual bajamos al mundo de nuevo y cuatro días después tenemos Sucot”, contó el rabino.

Del 20 al 27 de setiembre es lo que se conoce como tiempo de regocijo. Es una fiesta en la que se reafirma la confianza en Dios al recordar su bondad durante los 40 años en el desierto después del Éxodo de Egipto. Durante ese periodo hubo “siete nubes de gloria” que rodeaban al pueblo judío para protegerlo de los peligros.

Hay una obligación específica de estar alegres.

Sucot tiene dos elementos principale­s: la sucá yel Lulav. Lo primero es una estructura temporaria cubierta con un techo de vegetación que debe ser construida bajo el cielo. “Es para recordar la protección divina en el desierto pero también en la vida en general. La relación que uno tiene con Dios es día a día y se tiene la providenci­a divina que lo guía y protege todos los días”, recordó el rabino. La idea es que se debe entrar a la sucá para comer. Debido a la pandemia, el año pasado se creó una sucá móvil que circulaba por Montevideo. Este año se repetirá la experienci­a.

El Lulav es un ramo formado por una rama de palmera, una hoja

de citrón, tres ramas de mirto y dos ramas de sauce. Las cuatro especies representa­n a los tipos de personas que conforman el pueblo judío que, al unirse, adquieren valor y representa­n la unión.

En otras palabras, todos somos distintos pero iguales dentro de la sucá y ante Dios.

La conformaci­ón del Lulav no está exenta de problemas. “Lograrlo cada año es un milagro”, se rió Shemtov. Es que todo debe ser importado y debe llegar a tiempo. El citrón viene de Italia o Israel; las hojas de palmera, de Egipto; el mirto, de Israel; y el sauce, de Estados Unidos. Este año se espera que el sauce pueda ser nacional gracias al trabajo con un invernader­o. También se espera que este año sea menos complicado que el anterior cuando las ramas de sauce llegaron completame­nte secas meses después.

Así explicó Shemtov el simbolismo del Lulav: “El sauce no tiene ni gusto ni aroma. El gusto representa el estudio. El aroma afecta el ambiente; representa la acción. El sauce, entonces, representa a aquel que no tiene ni acción ni conocimien­to. El mirto tiene aroma pero no gusto. Los dátiles tienen gusto. El citrón tiene ambas cosas. Representa a aquel que estudia y hace. La bendición se hace únicamente cuando están las cuatro especies unidas por sus diferencia­s”.

Y añadió: “Hay felicidad cuando hay unión. La alegría en Sucot viene por la fe y la confianza en la protección divina y por la unión con el prójimo a pesar de sus diferencia­s y por sus diferencia­s”.

BAILES. El primer mes del año judío termina con la festividad de Simjat Torá que se celebra el 27, 28 y 29 de setiembre. Así como se pasó por el tiempo de la renovación, el tiempo del perdón y el tiempo de regocijo, ahora es el tiempo del baile. Es cuando se celebra la conclusión y reinicio del ciclo anual de lectura pública de la Torá. Todos bailan en círculo abrazados a ella. Esta no está abierta, sino cerrada.

“Todos somos iguales: el que estudia menos o el que estudia más”, precisó Shemtov.

Es la fiesta de la armonía y la unión. No hay ninguna jerarquía física, espiritual o intelectua­l.

Y el gran mensaje es: cada uno necesita del otro para completar el círculo, al tiempo que Dios está accesible para todos.

Así culmina la cabeza del año con el deseo de Shemtov: “Que todos tengan un año bueno y dulce”.

“Tenemos el deber de aportar un rumbo y un propósito”, dijo el rabino Shemtov.

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DIFERENCIA­S. El Lulav representa a los cuatro tipos de personas.
 ??  ?? SABORES. En la mesa se evitan los alimentos amargos, agrios o picantes; en su lugar hay mucho dulce, para tener un buen año.
SABORES. En la mesa se evitan los alimentos amargos, agrios o picantes; en su lugar hay mucho dulce, para tener un buen año.
 ??  ?? MESA. Manzanas con miel, granada y cabeza de pescado no pueden faltar en la cena de Año Nuevo.
MESA. Manzanas con miel, granada y cabeza de pescado no pueden faltar en la cena de Año Nuevo.
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INSTRUMENT­O. Escuchar el Shofar es el precepto bíblico especial de Rosh Hashaná.
 ??  ?? SALUDO. “Shaná tová” es una expresión de augurios positivos para el año entrante.
SALUDO. “Shaná tová” es una expresión de augurios positivos para el año entrante.

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