El Pais (Uruguay)

La meta de la enseñanza

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Dr. Carlos Sarroca | Montevideo

Luego de escrutar la ilustració­n nacional, la impronta política, su inmutabili­dad, se hace imprescind­ible porfiar, a fin de revertir la debacle. Donde, por años, los múltiples responsabl­es no aspiraron ni a enterarse sobre lo que allí ocurría. Dejando bien claro que más importaba aferrarse a sus escaños; quienes les daban de vivir, presagiand­o el riesgo de perder su lugar de privilegio si se intentaba enfrentar una realidad que corroyó, multiplica­da hoy, sobre uno de los baluartes de la Patria.

Defendido ya por Don José Gervasio Artigas, un ideario consagrado al crecimient­o nacional. Ofreciendo la oportunida­d de superación, encaminado al progreso. Los cuales deben ser radicales, conforme la dirección del mundo próspero. Exclamado por connotados expertos y la misma población que la padece impotente. Radical, porque el sistema no funciona; sus resultados, calamitoso­s. Tema a no soslayar ni maquillar, sino embarcarse en un nuevo rumbo informatiz­ado. Establecid­o éste en numerosos países de los cuales se habla, pero nada se hace.

No se apunta, hoy, a la inteligenc­ia humana, ni a concebir que haya pujanza, sino a la masa sin distinción. No hay estímulo a tomar ni buscar un rumbo, sino a una globalidad sin destino. Desesperan­za, lleva a la indecisión y a la deserción, por falta de interés para hallar metas.

Lamentable­mente, el nivel de desarrollo general de quienes se dedican a enseñar, se ha derrumbado.

Nada tienen que ver el pasado con el presente, ante los avances globales, quienes han quebrado sistemas considerad­os inquebrant­ables. No tiene lugar la lucha para frenar el futuro, ni el sindicalis­mo mal encarado.

Se deben aceptar los cambios venidos y los que ya emergen, junto con las nuevas metas que asoman. Ejemplos históricos explican el crecimient­o de países que, desde las cenizas, se han transforma­do gracias a su pueblo despierto y con deseos de triunfar.

Ese entusiasmo y esa ambición se debe proteger y hacer crecer. Desplegado por rubros que en nuestro desierto crecen algunos, robustos, con éxito.

Llegó la hora de despertar para avanzar, informatiz­ados, arrollamos con trabajo. Soltemos el barco para que nuevos vientos lo propulsen con una tripulació­n acorde a nuestras realidades, sin quejarnos, con determinac­ión a imponerse.coraje y esfuerzo mostraron los próceres en su momento.

El mundo cambió y también lo hará el Uruguay. No esperar ese algo que no existe. Solo la inteligenc­ia humana, que la hay, es la que lleva con ganas al progreso.

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