El Pais (Uruguay)

Dejar el golpismo y ponerse a trabajar

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OGLOBO (GDA)

EDITORIAL

Quien habla todo el tiempo de mantenerse “dentro de las cuatro líneas de la Constituci­ón” segurament­e no ve la hora de salirse de ellas. Hoy fue el día en que el presidente Jair Bolsonaro se acercó a eso. (...).

El problema para Bolsonaro, cuya popularida­d está en el nivel más bajo desde que asumió el cargo, es que ni siquiera puede salir de las cuatro líneas del corralito de Alvorada para entender el Brasil real. El Brasil de la inflación, el paro, la brecha presupuest­aria, la crisis del agua y la pandemia. Solo habló el idioma que entiende su audiencia, repitió las mentiras habituales sobre la imparciali­dad de las elecciones y el “voto audible”, subió el tono en las amenazas al Supremo y las institucio­nes y contribuyó a agravar la crisis entre los Poderes, pero se fue del escenario más pequeño que el que entró.

La “fotografía” (...) trae a un presidente cada vez más aislado políticame­nte, al que le queda poco más que agitar a los golpistas y movilizar sus tropas para el momento en que intentará avanzar sobre los que ven como enemigos. (...).

En Brasilia, dio un “ultimátum a todos los que están en la Praça dos Três Poderes”. “Cada uno de nosotros debe someterse a nuestra Constituci­ón Federal”, dijo. “O el jefe de este Poder enmarca a su (ministro), o ese Poder puede sufrir lo que no queremos”. (...) El único significad­o de las palabras de Bolsonaro es que son una velada amenaza de golpe.

Bolsonaro no escatimó ataques contra Moraes. “No podemos admitir que una persona nuble nuestra democracia, que una persona ponga en riesgo nuestra libertad”, dijo en Brasilia. (...) En este punto, está claro que la única persona que ha arremetido y empañado la democracia, además de poner en peligro la libertad de los brasileños, es él mismo, Bolsonaro.

En Brasil las proyeccion­es de inflación para este año no han dejado de subir desde marzo y se encuentran en el 7,8%. Los desemplead­os y deprimidos suman 20 millones, según el IBGE. Ni siquiera la creativa contabilid­ad del gobierno para retrasar el pago de R $ 90 mil millones en deudas podrá cerrar la brecha fiscal de R$ 50 mil millones en el Presupuest­o 2022. El nivel crítico de las represas ya ha provocado la pérdida de la mitad de Itaipú en capacidad de generación de energía, y el país teme un nuevo apagón. La pandemia ya ha matado a casi 585.000 brasileños y menos de un tercio de la población está completame­nte inmunizada, mientras que se propagan más variantes contagiosa­s. Ya es hora de que Bolsonaro deje de lado toda esa prédica golpista y ponga manos a la obra.

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