Cuáles son los peores y mejores liceos
El top 5 con mayor promoción en el ciclo básico está integrado por centros educativos del interior
Los profesores se forman en los mismos institutos. El dinero les llega de la misma caja. Y los programas de estudio son los mismos. Pero hay cinco liceos públicos en los que más de un tercio de sus alumnos no promueve el ciclo básico, y hay otros cinco liceos en que menos del 2% del estudiantado queda repetidor. ¿Cómo es posible?
Dicen que los liceos son como los psicólogos: puede que haya de distintas corrientes, puede que los usuarios sean más o menos demandantes, pero lo que importa es que haya interés y, sobre todo, que haya asistencia. Por eso referirse a “buenos” o “peores” centros educativos siempre es subjetivo. Pero hay algunos indicadores que, fuera de toda “estigmatización”, sirven para cuantificar el éxito relativo de las instituciones. La promoción de los alumnos es un ejemplo.
El sociólogo Santiago Cardozo había demostrado que “la no promoción (y el desfase que eso genera) es uno de los mejores predictores de riesgo en las trayectorias educativas”. En un informe que había presentado a la ANEP hace dos años, cuando se discutía la pertinencia de la repetición, señaló que de cada diez estudiantes que repiten en primer año de liceo o UTU, nueve abandonan.
Es como un círculo vicioso: el estudiante repite y se atrasa. Cursa con extraedad y eso incrementa las chances de repetir otra vez. Hasta que en un momento se desvincula.
Eso mismo ocurre en los liceos públicos del país que obtienen peores resultados. En el liceo Javier de Viana, en Artigas, casi la mitad (43,4%) de los estudiantes quedaron repetidores en ciclo básico. El promedio de promoción es ese mismo ciclo es 86,6% en ese departamento y 86% a escala país. No solo eso: en ese mismo centro educativo, menos de un tercio del alumnado aprobó todas las asignaturas que cursó (cuando el promedio nacional es 65%). Pero, ¿qué pasa en esa institución artiguense?
Javier de Viana es una de las localidades más empobrecidas. Según el último censo, el 65% de su población tiene al menos una necesidad básica insatisfecha. En el liceo de la zona, ese que tiene peores resultados de aprobación, más de la mitad de los estudiantes cursa el ciclo básico con extraedad.
Un análisis de datos que realizó El País, en base a los 254 liceos públicos que tienen ciclo básico y que reportaron datos al Monitor Educativo de Secundaria, muestra que en 95 centros educativos hay más de un tercio de los estudiantes cursando con rezago.
En Rincón de Valentín, en Salto, casi la mitad de la población tiene al menos una necesidad básica insatisfecha. Y en el liceo más de la mitad cursa con rezago. No por casualidad es el segundo centro educativo con peor promoción.
Rivera es el departamento que tiene más asentamientos irregulares en comparación al tamaño de su población. Entre los barrios de Santa Teresa y Santa Isabel se han levantado varios de estos asentamientos. Allí se ubica el liceo N° 4, en el que la séptima parte de los estudiantes se han desvinculado y es el tercero con mayor porcentaje de repetidores.
El “top 5” de las instituciones con peores niveles de promoción, siempre en base a lo reportado por el Monitor de Secundaria, lo cierran dos liceos de Montevideo: el N° 67 y el N° 33. En los dos, casi seis de cada diez estudiantes cursa con retraso. Y los dos locales están inmersos en contextos críticos (al este de Piedras Blancas y en La Cruz de Carrasco).
“Hay una correlación entre el nivel educativo de una persona y el trabajo al que accede. Eso se traduce en mejores ingresos. A partir de ese vínculo siempre se usa los ingresos de un hogar (de los padres de un estudiante) como predictor del rendimiento educativo”, explica el sociólogo Pablo Menese. Pero, aclara el investigador, existen otros indicadores que tienen “más influencia”. Uno de ellos es el “capital cultural”.
Una casa en la que haya libros y se estimule la lectura. Padres que dediquen tiempo para compartir, jugar y aprender con sus hijos. Reglas de juego claras que faciliten la concentración y la realización de tareas. Todas estas son variables que describen el capital cultural en un hogar y que no necesariamente dependen de los ingresos.
Eso sí: no solo estimula quien quiere, sino también quien puede. En ese sentido, Menese aclara que el capital cultural suele tener un vínculo estrecho con los ingresos. Es por esa razón que en la educación obligatoria cada vez se habla menos de “mérito” y prima el concepto de “acortar la brecha de inequidades”.
En Montevideo eso queda de manifiesto. El liceo N° 7 —más conocido como liceo Suárez— está ubicado en Pocitos, uno de los cinco barrios de la capital con menos necesidades básicas insatisfechas. Allí promovió el 98% de los alumnos y, aun así, no es el centro educativo con mejores resultados.
LOS MEJORES. En el liceo N° 3 de Treinta y Tres la repetición es la excepción: de cada 200 estudiantes, solo uno repite. Un escenario casi idéntico ocurre en el liceo N° 5 de Las Piedras, en el N° 3 de Tacuarembó, en el de Rosario y Conchillas.
Estos dos últimos liceos quedan en Colonia, el departamento que tiene mejores resultados y en que la cuarta parte de los estudiantes aprueba con calificaciones de excelencia. Cuando se observa los mejores desempeños en bachillerato, cuatro de los cinco centros educativos que lideran el ranking son de esa zona del país.
Al respecto, la directora general de Secundaria, Jenifer Cherro, justificó que se trataba de una cuestión “genética”, aunque luego aclaró que no se refería al concepto biológico, sino cultural (ver apoyo).
El profesor de Historia Gabriel Quirici coordinó una investigación que demuestra que “Colonia es el departamento que tiene más proyectos presentados por sus liceos”. Incluso más que Montevideo. “Eso hace que los alumnos estén motivados, trabajan fuera de hora, los docentes también se sienten relevantes y hacen obras para la comunidad y el contexto de enseñanza se vuelve muy positivo”.
Cuando Quirici estudió el caso del liceo de Tarariras, en Colonia, se encontró con el siguiente sistema: “Había graduados que estaban en la universidad, en Montevideo, y que asistían, de manera voluntaria, a estudiantes que estaban por ingresar al bachillerato. Esas experiencias hablan de un contexto idóneo”. Por eso concluye: “Es anecdótico qué liceo tiene mejores o peores resultados, salvo que se aprenda para hacer políticas públicas y replicar las mejores experiencias”.
De cada 10 que repiten primero de liceo, nueve abandonan.