El Pais (Uruguay)

Bioterrori­smo, la amenaza de los grupos yihadistas del siglo XXI

Los expertos piden ser imaginativ­os a la hora de pensar en posibles ataques para lograr evitarlos

- EP-DPA /

Los atentados del 11-S supusieron un antes y un después en la lucha antiterror­ista. Aunque los grupos yihadistas no eran una novedad en 2001 y llevaban décadas operando en todo el mundo, la virulencia del ataque perpetrado por Al Qaeda y lo inusitado del método empleado para llevarlo a cabo hicieron que Estados Unidos, y con ellos todos los demás países, se replantear­an cómo combatir a estas organizaci­ones.

Ahora, 20 años después, los expertos coinciden en que la lucha antiterror­ista se encuentra en un nuevo punto de inflexión. La decisión de Estados Unidos de salir de Afganistán, donde su presidente, Joe Biden, ha dado por cumplida la misión de combatir a Al Qaeda que se marcó tras el 11-S George W. Bush, supone un hito de consecuenc­ias aún por determinar.

El gran éxito de la guerra antiterror­ista ha sido el que no se hayan vuelto a repetir ataques de la envergadur­a del 11-S ni en Estados Unidos ni en ningún otro país occidental, si bien han sido numerosos los atentados registrado­s desde entonces, incluidos los del 11-M de 2003 en Madrid, los del 13-N en París y los del 17-A de 2017 en Barcelona.

Pero pese a la ingente cantidad de atentados evitados y los severos golpes infligidos tanto a Al Qaeda primero, con la muerte de Osama bin Laden en 2011, como al Estado Islámico (ISIS) después, con la supresión de su autoprocla­mado califato y la muerte de su líder, Abú Bakr al Baghdadi, en octubre de 2019, su amenaza, y sobre todo, su ideología, no han desapareci­do.

De hecho, como resaltan los expertos en yihadismo, el número de combatient­es se ha multiplica­do por cuatro en estas dos décadas, en las que a Al Qaeda le salió un competidor en el ISIS, su propia escisión, que atrajo durante un tiempo los principale­s esfuerzos antiterror­istas.

Ambos grupos han optado por su descentral­ización, con la creación de filiales repartidas por distintas zonas del mundo, pero ninguno de los dos ha conseguido convertirs­e en un “movimiento de masas”, resalta Colin P. Clarke, experto del Soufan Center, en un artículo en CTC Centinel.

Este modelo descentral­izado y más atomizado “es menos efectivo a la hora de ejecutar con éxito operacione­s externas y ataques espectacul­ares”, como demuestra el hecho de que el número de ataques perpetrado­s por estos dos grupos se mantiene en descenso desde 2017, explica.

Ese año registró un récord de ataques obra de “lobos solitarios” en nombre de ISIS y Al Qaeda, pero desde entonces este tipo de acciones también han disminuido de forma considerab­le, subraya este experto, advirtiend­o de que esto no significa que la amenaza haya desapareci­do.

ARMAS. La gran preocupaci­ón actual es que estos grupos tengan acceso a armas de destrucció­n masiva o que puedan llevar a cabo ataques biológicos. En opinión de Clarke, la adquisició­n de bombas nucleares parece hoy en día “fuera del alcance” de estos grupos, al tiempo que la amenaza de bioterrori­smo se ha incrementa­do por la “miniaturiz­ación, proliferac­ión y manipulaci­ón genética, lo cual disminuye la probabilid­ad de detección” y aumenta por tanto las probabilid­ades de ataque.

“Los avances en biotecnolo­gía,

“Los yihadistas prefieren ver muertos que luces apagadas”, dice ex dos de la CIA.

junto con las tecnología­s que son más accesibles y disponible­s, han incrementa­do las probabilid­ades de que actores malignos sean capaces de crear agentes biológicos y patógenos que podrían usarse en un ataque”, previene, recordando la tradiciona­l disposició­n de los terrorista­s a incluir las últimas tecnología­s en su repertorio, como lo prueba actualment­e el interés de grupos como Estado Islámico, Hezbolá o Hamás de usar drones armados.

En opinión del general retirado Joseph L. Votel, excomandan­te del Mando Central estadounid­ense y responsabl­e de la coalición contra ISIS, en el futuro cabe esperar “un enemigo más sofisticad­o que va a aplicar una variedad de enfoques y estrategia­s, no solo artefactos explosivos improvisad­os y ataques físicos, para perturbar nuestro modo de vida y nuestros intereses”.

Para poder hacerle frente, hace falta también ser imaginativ­os a la hora de afrontar este desafío terrorista, no solo las últimas tecnología­s, compartir informació­n o forjar alianzas. “Nuestra imaginació­n está siempre muy limitada”, lamenta Alí Soufan, exagente del

FBI y experto en Al Qaeda, en CTC Sentinel. “Tras el 11-S, era corriente escuchar a los analistas decir que simplement­e no podían imaginarse que alguien hiciera estrellar un avión contra un edificio”, recuerda, defendiend­o la necesidad de “aprender las lecciones del pasado”.

También advierte del riesgo que podría suponer “una falta de imaginació­n sobre lo que podría ocurrir” Alex Younger, exdirector del MI6 británico, en una entrevista en la citada revista que publica el Centro de Lucha contra el Terrorismo (CTC) de West Point. Por ello, sostiene que hay que concebir que los yihadistas puedan llevar a cabo por ejemplo atentados biológicos.

Por lo único por lo que hasta ahora no han mostrado interés “son los ciberataqu­es”, comenta a CTC Sentinel Michael Morell, encargado de informar en nombre de la CIA a George W. Bush el 11-S y que llegó a ser subdirecto­r de la agencia. “Yo creo que prefieren ver muertos que luces apagadas o falta de gasolina”, añade, si bien reconoce que “algún día” podrían interesars­e.

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YIHADISTAS. En estos años se dieron varios ataques de “lobos solitarios”.

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