EL SHOCK Y LA GUERRA QUE EMERGIERON EL DÍA DESPUÉS
■ “La vida es tan impredecible, cambia de un minuto para otro. Muchos fueron ese día a trabajar a las torres, como fui yo. Pero nunca regresaron a sus casas. Nuestro jefe, un filipino, murió. Varios conocidos también”. Claudio Cacciavillani tenía 27 años al momento del atentado. Había llegado a Estados Unidos en 1999. Veinte años después del momento “más impactante” de su vida, le sigue costando hablar sobre lo acontecido. No guarda venganza. “Estados Unidos estaba involucrado en una guerra que no le pertenecía. A los responsables del 11-S se los encontró. No tenía sentido exponer a esos pobres soldados y a tantos civiles”.