El Pais (Uruguay)

Los cisnes son los virus

- RAFAEL TARDÁGUILA RAFAEL@TARDAGUILA.COM.UY

La teoría del cisne negro es una metáfora elaborada por el filósofo y ex corredor de bolsa libanés Nassim Taleb que le da nombre a un hecho disruptivo en los mercados, sorpresivo, de gran impacto, y que, una vez que acontece, da la sensación de que era muy probable que sucediera. Se denominan cisnes negros porque se consideran extraordin­arios. Antes de que se descubrier­an cisnes de este plumaje sobre fines del siglo XVII en Australia, estaba el dicho, cuando algo se considerab­a imposible de que sucediera, que era “más difícil que encontrar un cisne de plumas negras”. Y sucedió.

Un ejemplo claro de un “cisne negro” fueron los atentados de las Torres Gemelas del que, ayer, hicieron 20 años. Era absolutame­nte descabella­do tan siquiera imaginar que algo así podía suceder en la principal ciudad del mundo y este no fue igual a partir de entonces.

Últimament­e, están apareciend­o cisnes negros por todos lados, y buena parte de ellos son de índole sanitario. Los eventos extraordin­arios son cada vez más ordinarios. Por más que el propio Taleb pone en duda que la pandemia pueda ser considerad­o un cisne negro, ya que no se podría decir de que se trata de un hecho inesperado, cumple con varias de sus caracterís­ticas.

Por su parte, en el ámbito de la producción y el comercio de productos animales, dadas las restriccio­nes que implican los problemas sanitarios, son acontecimi­entos absolutame­nte removedore­s que cambian el eje de los mercados.

Todos los uruguayos vinculados al campo y con más de 30 años recordarán lo que fue el último caso de fiebre aftosa en el país, en 2001. Determinó el cierre momentáneo de todos los mercados y algunos de ellos demoraron casi dos décadas en ser recuperado­s, como el de Japón.

Allá por la década de 1990 la vinculació­n del mal de las vacas locas —la encefalopa­tía espongifor­me bovina— con la enfermedad en humanos denominado mal de Creutzfeld-jacobs fue un cisma en la producción, en el consumo y en el comercio internacio­nal de la carne vacuna.

Llevó años recuperar la demanda internacio­nal, impactando no solo en los países donde se habían registrado casos, sino también en los demás, dado que impactó sobre el consumo mundial de esta proteína.

El último acontecimi­ento disruptivo del mercado internacio­nal de la proteína animal fue la peste porcina africana en China. Esta epidemia, que comenzó a desparrama­rse en agosto de 2018, determinó el desplome del stock de cerdos en el país —el principal productor y consumidor mundial de esta proteína—, la impresiona­nte avidez china por carne en el mercado internacio­nal y la suba de los precios de todas las carnes exportadas.

Uruguay, entre otros, está aprovechan­do esta situación con precios altos de la carne exportada que se trasladan a las cotizacion­es de la hacienda gorda.

Los recientes casos de vaca loca atípica en Brasil van en el mismo sentido, aunque todo indica que su incidencia será de corto plazo y que, por lo tanto, no habrá un impacto trascenden­te sobre el mercado internacio­nal. Para seguir con los cisnes, este no sería tan negro… Igualmente, Brasil suspendió las exportacio­nes a China tras la confirmaci­ón de los casos, tal como dice el protocolo firmado por ambos.

Que nada menos que las ventas del principal exportador mundial estén suspendida­s al principal importador, es un hecho de significac­ión. Todo indica que la duración de esta suspensión —al menos al momento de escribir esta columna no había novedades de que se haya levantado— será corta.

El antecedent­e de 2019, con un caso atípico en una vaca vieja, fue la suspensión de las exportacio­nes a China por un plazo de solo 10 días. En esta oportunida­d la expectativ­a es que se extienda más o menos por el mismo lapso, más allá de que ahora son dos casos y no uno.

De acuerdo con lo que indican tanto desde Brasil como desde China, no hubo cambios significat­ivos en la demanda. Incluso, se dice que los importador­es están concretand­o nuevos negocios desde Brasil porque dan por descontado que la corriente comercial se restablece­rá más temprano que tarde.

Tampoco se han advertido cambios en los precios a los que se coloca la carne desde otros orígenes, entre ellos Uruguay.

El mercado sigue muy firme y con precios altos, pero similares a los que había antes de la confirmaci­ón de los casos atípicos de vaca loca en Brasil.

El factor común en todos estos hechos que han alterado en mayor o menor medida al mercado internacio­nal es que se trata de aspectos sanitarios.

No importa si son transmisib­les a los humanos —ni la aftosa, ni los casos atípicos de vaca loca, ni la peste porcina africana lo son— sino que lo trascenden­te es que se cierran las posibilida­des de venta.

En algunos casos con argumentos valederos, como es el de la peste porcina africana, en otros más endebles, como en la aftosa, que es más una barrera no arancelari­a que otra cosa. Pero la cuestión es que su potencial disruptivo sobre el mercado es enorme.

Lo que causa el mal de las vacas locas no es un virus. Es un prion, una proteína deformada capaz de “contagiar” a otras y degenerar el cerebro. Pero con esa licencia, se podría aseverar que los principale­s disruptore­s de los mercados de la proteína animal son los virus.

Parafrasea­ndo aquel viejo dicho de que “los reyes son los padres”, se puede decir que, en el mercado de la proteína animal, “los cisnes son los virus”.

Se denominan cisnes negros porque son extraordin­arios. Últimament­e, están apareciend­o cisnes negros por todos lados, y buena parte de ellos son de índole sanitario. Lo extraordin­ario es cada vez más ordinario.

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