El Pais (Uruguay)

China, Uruguay y el Mercosur

- NICOLÁS LUSSICH /ING. AGRÓNOMO MBA / PERIODISTA

China respondió positivame­nte ante la iniciativa de Uruguay de comenzar negociacio­nes para firmar un acuerdo de libre comercio. La noticia es la concreción de una estrategia que el gobierno ya había anticipado: ante el estancamie­nto de la agenda comercial del Mercosur, nuestro país tomaría la iniciativa para avanzar en mejorar las condicione­s de acceso a los mercados existentes y abrir otros nuevos. Segurament­e China es solo la primera en la lista.

La intención de acordar con China tampoco es nueva. En 2016 -durante la segunda administra­ción del presidente Vázquezuru­guay planteó a China firmar un acuerdo comercial, lo que finalmente no sucedió, principalm­ente por la falta de consenso en el Frente Amplio. El actual presidente Lacalle Pou –en aquel entonces legislador­también planteó reparos, en especial respecto a cómo quedaría el Mercosur.

Desde ese momento hasta hoy hubo cambios importante­s y no solo en el gobierno del Uruguay. Se está dando un cambio en los equilibrio­s globales de poder, con el avance de China y el reposicion­amiento de Estados Unidos y Europa. El Brexit, Trump y la pandemia de coronaviru­s -con sus dosis de diplomacia sanitaria y puja por las vacunas-, le han agregado dinámica a esas tendencias. Asimismo, la agenda ambiental adquiere una relevancia cada vez mayor en las relaciones internacio­nales.

Pero tal vez lo principal en la agenda estrictame­nte comercial de nuestra región, es el fracaso del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. Luego de 20 años de negociacio­nes, de estancamie­ntos y avances, se concretó en 2019 la firma del acuerdo, que quedó sujeto a la aprobación de los distintos países. Sin embargo, varios países miembros de la UE plantearon serios cuestionam­ientos a la iniciativa, todo lo cual fue abonado por la actitud beligerant­e del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que llevó a la confrontac­ión con Europa a extremos inéditos, luego de que el bloque europeo cuestionar­a su política ambiental.

Así, el acuerdo con Europa quedó semienterr­ado, aunque esperemos que no del todo muerto. Implicaba una verdadera asociación social y económica entre el Mercosur y la UE que -por ahora- no pudo ser. Ante la frustració­n -y comprobánd­ose no solo la pasividad del Mercosur, sino la fractura interna entre sus dos grandes sociosUrug­uay decidió no esperar más y avanzar. “Tenemos apuro”, dijo explícitam­ente el presidente Lacalle Pou.

GANADORES Y GANADORES. China es hoy nuestro principal socio comercial. Responde por el 30% de las exportacio­nes de bienes y más de 20% de las importacio­nes. Y lo que es más relevante: su importanci­a es creciente en el comercio de Uruguay, en línea con su cada vez mayor peso global. El saldo comercial con China se ha tornado positivo (gráficas).

Un eventual acuerdo de libre comercio implicaría -como primer efecto-, la reducción de aranceles que hoy se aplican sobre las exportacio­nes de Uruguay a ese país. Uruguay paga en las aduanas chinas porcentaje­s diversos de arancel que tenderían a eliminarse con un acuerdo (cuadro), con la consiguien­te reducción de erogacione­s (hoy paga más de U$S 180 millones anuales). En una primera mirada China no tiene niveles de protección tan altos como EE.UU. y la UE, en especial para productos del agro (celulosa y productos forestales no pagan arancel). Pero los análisis arancelari­os no solo hay que hacerlos sobre el comercio efectivo, sino sobre el potencial: cosas que no se comercian porque tienen aranceles altos u otras trabas, que podrían tener nuevas oportunida­des con un acuerdo.

A su vez, el ingreso de productos y bienes de capital chinos al Uruguay también vería mejores condicione­s. Para ingresar productos chinos al Uruguay hay que pagar el Arancel Externo Común del Mercosur (18-20%), salvo excepcione­s que confirman la regla. Esto muchas veces se olvida

porque la competitiv­idad china es tan abrumadora que igual ingresan productos por millones de dólares. Pero serían productos más baratos y/o de mejor calidad, si no pagaran arancel.

Es que el posible acuerdo con China expone un asunto que ha sido complicado para Uruguay. Al ser parte del Mercosur, nuestro país le ha establecid­o una generosa concesión a las industrias vecinas, que ingresan a nuestro mercado sin arancel. Obviamente, hay reciprocid­ad, especialme­nte con Brasil; Argentina pone más restriccio­nes (autorizaci­ones previas de importació­n, etc.) que hacen que el Mercosur como zona de libre comercio esté más en los papeles que en la realidad.

Así, Uruguay ya ha resignado parte de su actividad industrial al Mercosur y por eso un acuerdo con China no tendría un impacto agregado significat­ivo, aunque esto hay que estudiarlo en detalle. Sí puede esperarse una profundiza­ción y mayor valorizaci­ón del comercio con el gigante asiático. Las cadenas agroindust­riales, por supuesto, se verían beneficiad­as, pero también los consumidor­es y empresas del Uruguay, al acceder con menores costos a productos y maquinaria­s. A mediano plazo, también puede esperarse que se abran oportunida­des para nuevos productos en rubros agroalimen­tarios, como frutas y verduras, carne porcina y aviar, y una amplia gama de productos alimentici­os elaborados.

Todo esto sin considerar las oportunida­des en materia de servicios, cada vez más importante­s en las economías. Para empezar, todo lo vinculado a la logística tiene interesant­es oportunida­des de crecimient­o y es clave para habilitar un comercio de bienes más sofisticad­o. Pero también hay oportunida­des en servicios no vinculados al comercio (diseño, tecnología­s de la informació­n, etc.).

AVANCES INCÓMODOS. El presidente Lacalle Pou reconoció que la decisión de Uruguay generará incomodida­d a sus socios del Mercosur. “Ni más ni menos”, agregó. Estrictame­nte, las disposicio­nes del bloque regional impedirían que un país negocie individual­mente con un tercero. Es cierto que hay incumplimi­entos varios y Uruguay llegó hasta firmar un acuerdo bilateral con México. Además, la resolución 32/00 (que compromete a negociar en conjunto) no está internaliz­ada por los Parlamento­s.

En cualquier caso -en una aplicación de la máxima “el que avisa no traiciona”-, el gobierno comunicó primero su intención general de iniciar negociacio­nes con terceros y luego que comenzaría a negociar con China. Si algún vecino ahora se manifiesta sorprendid­o, es una impostura. El momento definitori­o será cuando -una vez culminado el estudio de pre-factibilid­ad- Uruguay comunique formalment­e el inicio de negociacio­nes. Una salida viable sería establecer un acuerdo marco que permita a nuestro país avanzar de manera bilateral, y al resto del bloque esperar. Pretender que Argentina y Brasil marchen a nuestro ritmo, es descabella­do: la carga de negociació­n que implicaría para nuestros grandes vecinos un acuerdo comercial con China es mucho mayor que para Uruguay. Para Paraguay el problema es mayor por su vínculo con Taiwán.

En este contexto, hay que observar que nuestras relaciones comerciale­s con Argentina han perdido relevancia en los últimos años, en términos absolutos y - más aúnen términos relativos. Tenemos un déficit comercial de casi 1.000 millones de dólares con Argentina y es difícil pensar que haya un escenario aún peor.

Lo clave para Uruguay es congeniar con Brasil. Para nuestro vecino del norte, el Mercosur ha sido siempre mucho más relevante desde el punto de vista político que económico. Para Uruguay es al revés: Brasil es nuestro segundo socio comercial (pelea el puesto con la UE) y es inviable pensar un acuerdo con China sin mantener y –en lo posible- mejorar el comercio con Brasil. En este plano, los norteños muestran hoy mayor apertura a una flexibiliz­ación del Mercosur. Sus inclinacio­nes proteccion­istas se han moderado por la creciente relevancia de los agronegoci­os y sus industrias asociadas, en desmedro de la histórica relevancia de la industria paulista. El ministerio de Economía norteño, liderado por Paulo Guedes, le ha dado luz verde a Uruguay. Itamaraty (relaciones exteriores) se mantiene en diplomátic­o silencio.

Uruguay ya había anticipado en el Mercosur que iniciaría negociacio­nes comerciale­s con otros países y lo confirmó esta semana. La posibilida­d de un acuerdo con China no es nueva y es removedora para la región y para la propia economía uruguaya.

A FUTURO. Sobre un eventual acuerdo con China, aún hay asuntos para definir. Por un lado, qué sucederá con el capítulo inversione­s. Por otro lado, se plantea el riesgo de aumentar la ya visible “chino dependenci­a” comercial. Asimismo, habrá que ver cómo ‘mueven’ EEUU y la UE, que han postergado a la región en sus prioridade­s.

Más allá de cómo termine la negociació­n con China, lo que el anuncio ha expuesto - una vez más- es que Uruguay hoy está casi paralizado comercialm­ente por el Mercosur, y esa nunca fue la intención cuando se acordó la integració­n comercial regional. Que Argentina y Brasil puedan tener intereses y estrategia­s diferentes, es comprensib­le. Pero Uruguay no puede quedar subordinad­o a nuestros vecinos. Si verdaderam­ente nos concebimos como país independie­nte, debemos retomar la iniciativa comercial. Será con una eventual acuerdo con China o través de cualquier otra iniciativa parecida que se vaya sumando, pero detenerse es retroceder.

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 ??  ?? De enero a agosto, se exportó carne a China por US$ 815 millones, pero en el debe está que se paga arancel de 12%
De enero a agosto, se exportó carne a China por US$ 815 millones, pero en el debe está que se paga arancel de 12%
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