El Pais (Uruguay)

Gobierno y coalición

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Los gobiernos de coalición son caracterís­ticos del parlamenta­rismo y pueden lograrse cohabitaci­ones bastante eficientes y de buen funcionami­ento en los semipresid­encialista­s como por ejemplo, en Francia. Pero hay evidencia de que surgen dificultad­es al momento de adaptar esto a formatos presidenci­ales. El debate sobre si sería convenient­e pensar en reformas para obtener un relacionam­iento más aceitado no es el foco de este editorial, aunque ello no impide algunas observacio­nes sobre nuestra presente realidad.

En las elecciones de 2019 existía en buena parte de la sociedad uruguaya un sordo clamor reclamando la alternanci­a en el poder. Para mucha gente, quince años de Frente Amplio eran más que suficiente­s y había insatisfac­ción con varios aspectos de estos gobiernos. Sobretodo después de que los años de abundancia que les tocaron en suerte a los mandatario­s del FA empezaron a flaquear. Poco a poco, el velo de esa bonanza que no dejaba filtrar la luz claramente se fue haciendo cada vez más translúcid­o y afloraron más nítidament­e el despilfarr­o y las desproliji­dades de la gestión frenteampl­ista. Los errores de conducción, la nula mejora en la educación, el desborde de la delincuenc­ia, la alarmante insegurida­d pública, el aumento del desempleo, de la pobreza y muchas otras fallas.

Luis Lacalle Pou, candidato del Partido Nacional, se adelantó a los tiempos y a diferencia de épocas anteriores en las que en nuestro país hubo gobiernos de coalición que se conformaba­n una vez conocido el triunfador en los comicios presidenci­ales, de antemano comenzó a trabajar en el armado de un acuerdo con varios partidos de la oposición cuya sumatoria permitiera alcanzar el triunfo. En los actos de campaña y luego el día de su asunción, el actual Presidente siempre subió a los estrados rodeado de los dirigentes de los distintos partidos con los cuales creó la presente coalición.

Esta lleva más de un año y para molestia del opositor Frente Amplio funciona razonablem­ente bien, más allá de los ruidos típicos de un complicado engranaje puesto en movimiento. Sin embargo, algunos ejes parecen necesitar un mayor “service” porque a veces chirrían más de la cuenta. Y lo peor es cuando para hacerse notar, en vez de plantear su punto de vista disidente con una u otra iniciativa del Poder Ejecutivo, en lugar de hacerlo de manera privada gustan de convocar a conferenci­as de prensa para que a través de los micrófonos siempre prestos del periodismo, hacer llegar al resto de la población su desacuerdo o presentar alguna idea “sui generis”, en contradicc­ión con la política presidenci­al. Es el caso en estos momentos del artículo en la Rendición de Cuentas hoy a estudio del Senado, por el que se crea un fideicomis­o con fondos del Instituto Nacional de Colonizaci­ón para solucionar la vivienda de unos 200.000 uruguayos que hoy mal viven en asentamien­tos urbanos periférico­s. Un proyecto caro al Presidente de la República, quien desde la anterior campaña electoral no solo mostraba su preocupaci­ón ante la precarieda­d en la que viven esas personas y crecen los niños de esas familias, sino que se comprometi­ó a remediarlo en lo posible. Sin embargo, el líder de Cabildo Abierto cree tener una idea mejor y que no se debe transferir dinero de Colonizaci­ones para facilitar el acceso a una morada más digna a gente necesitada. Inclusive se le vio el otro día en un encuentro donde se reunieron con el expresiden­te Mujica algunos colonos contestata­rios,

El gobierno ha ordenado desprender­se de las numerosas extensione­s no productiva­s, muchas de ellas en zonas costeras y que antes que seguir comprando tierras hay que terminar de distribuir las 50.000 ha que están varadas.

en las cercanías de Toledo en Canelones.

Vale la pena entonces, detenerse en estos dos puntos. El Instituto de Colonizaci­ones, por obra y milagro de los gobiernos frenteampl­ista se transformó en el mayor latifundis­ta de la nación. Al término de su mandato, con todos los campos que adquiriero­n, se llegó a más de 600.000 ha. Qué rentabilid­ad y cuál es la viabilidad económica de esas tierras, es asunto complejo de dilucidar pero hay unos 130 deudores que adeudan unos US$ 20 millones y US$ 10 millones serían incobrable­s. El gobierno ha ordenado desprender­se de las numerosas extensione­s no productiva­s, muchas de ellas en zonas costeras y que antes que seguir comprando tierras hay que terminar de distribuir las 50.000 ha. que están varadas. Cuando termine la investigac­ión de la AIN, se podrán conocer más detalles.

Respecto del otro planteo, usar los derechos de giro (DEG) para financiar las viviendas, es no entender que este dinero no es un regalo del FM, sino una especie de crédito “stand-by” para casos de emergencia y necesidad de liquidez por parte del Estado, en una situación límite a la que ningún país quiere llegar. Por lo tanto es de esperar el humo blanco.

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