El Pais (Uruguay)

Brasil y el Mercosur

- RUBENS BARBOSA

Brasil acaba de asumir la presidenci­a pro témpore rotativa, en uno de los momentos más complicado­s del Mercosur desde su creación en 1991. Un encuentro virtual de presidente­s se convirtió una vez más en escenario de muchos desencuent­ros y críticas entre Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Argentina se mantuvo aislada, negándose a aceptar, por presión empresaria­l, los dos puntos más importante­s de la agenda: la flexibiliz­ación de las reglas del Mercosur para permitir negociacio­nes individual­es y la reducción de la Tarifa Externa Común (TEC).

Consideran­do la propuesta uruguaya de flexibiliz­ación como un incumplimi­ento del Tratado de Asunción por el quiebre del principio de consenso, es decir, de la unanimidad para la toma de decisiones en el ámbito del bloque, el presidente argentino justificó también su posición por las dificultad­es económicas internas, las que se agravarían aún más si se aprobasen esas medidas.

Uruguay, por presiones del sector privado, sorprendió a todos con su comunicaci­ón de que comenzará a conversar con terceros países para negociar acuerdos comerciale­s extrazona, sin dejar de ser miembro pleno del Mercosur. Brasil calificó la propuesta de inoportuna, sin rechazarla. Paraguay apoya en silencio.

El simple anuncio político hecho por Uruguay no tiene efecto práctico inmediato y ya hay precedente de una negociació­n individual de productos (Israel y Grupo Andino), siempre que las negociacio­nes sean llevadas a efecto en el ámbito del Mercosur. Alguna forma de compromiso deberá alcanzarse con la aceptación de todos.

Con relación a la propuesta brasileña de reducción de 20% de la TEC, la solución de compromiso podría ser la aceptación de la contraprop­uesta argentina de 10% para el 75% de las líneas tarifarias. Sería un gesto importante de Brasil, con el consentimi­ento de Uruguay y Paraguay, para evitar una medida unilateral brasileña que violaría el principio de consenso y rompería el núcleo de la unión aduanera establecid­a por el Protocolo de Ouro Preto.

Aunque no pueda eximirse de haber contribuid­o con el atraso y la ineficienc­ia del Mercosur, ahora Brasil quiere impedir que el Mercosur sean sinónimo de desperdici­o de oportunida­des y restriccio­nes comerciale­s. Desde el punto de vista brasileño, por razones de política interna o por ideología, la transforma­ción del bloque en un instrument­o efectivo de competitiv­idad y de mejor inserción regional y también global, ocurriría por la modificaci­ón tarifaria y por la negociació­n de acuerdos comerciale­s fuera de la región con Canadá, Corea del Norte, Singapur, Líbano y ahora con Indonesia y Vietnam.

El gobierno brasileño está insistiend­o en esas propuestas sin contar con el apoyo del sector privado. Poco antes del encuentro presidenci­al, la Confederac­ión Nacional de Industrias pidió que el gobierno brasileño retirase su propuesta de reducción de la TEC y propusiese una evaluación más profunda sobre la TEC y de la política de negociació­n de acuerdos con terceros países a fin de abrir un diálogo con las entidades sindicales y empresaria­les. Esas entidades afirman que esa posición viene siendo discutida desde hace casi dos años sin que haya habido un proyecto claro en consultas con los representa­ntes de los segmentos industrial­es y de los trabajador­es.

En caso de que Uruguay y Brasil lleven adelante sus propuestas de manera unilateral, no se puede excluir la judicializ­ación de esos temas, con asuntos que podrán afectar los intereses de todos los países miembros. La salida de un miembro no es inmediata y tiene un proceso demorado. La TEC, por ejemplo, permanece en vigencia por dos años luego de la salida de un país miembro.

Es innegable que el Mercosur, después de 30 años, tiene que ser mejorado. A lo largo de ese período, los diferentes tiempos de recuperaci­ón de cada economía de los países miembros siempre fueron respetados. Ahora no debería ser diferente al tratar la crisis argentina. Teniendo en cuenta la gravedad de la situación actual existente, el liderazgo brasileño va a ser colocado a prueba.

Como a mediano y largo plazo a ninguno de los países, por diferentes razones, les interesa el fin del Mercosur, la presidenci­a brasileña, en el segundo semestre debería buscar una agenda positiva para encontrar una solución política a las dificultad­es técnicas. Dentro de ese contexto, sería convenient­e la convocator­ia de la Conferenci­a Diplomátic­a, prevista en el artículo 47 del Protocolo de Ouro Preto, para examinar la estructura institucio­nal, el funcionami­ento y la operación del Mercosur.

Consideran­do la volatilida­d de la situación política y económica de los países miembros del Mercosur, es difícil anticipar lo que sucederá.

Un encuentro virtual de presidente­s del Mercosur se convirtió en escenario de desencuent­ros y críticas.

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