El Pais (Uruguay)

Uruguay podría retrasar y atenuar el impacto de la variante Delta

El golpe de la variante no sería tan marcado como en Israel, dice estudio

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La variante Delta, una de las cepas del nuevo coronaviru­s que genera más alerta dada su alta transmisib­ilidad, circula en la comunidad uruguaya. El Ministerio de Salud Pública (MSP) confirmó el viernes la detección de 402 casos que dieron positivo con esta variante de preocupaci­ón. La mayoría de ellos se concentran en “Montevideo y Canelones donde se detecta, actualment­e, una baja circulació­n”.

La presencia —y sobre todo la expansión de Delta— genera cierta incertidum­bre. Israel, el país que había liderado la celeridad de la vacunación contra el COVID-19, había logrado detener el avance del virus y su población retornó a la “normalidad” previo al comienzo del verano boreal (en junio). Pero el avance de Delta en ese país desató, entre otros factores, una nueva ola epidémica.

Un estudio que encabezaro­n científico­s italianos e israelíes (y que ahora espera la revisión de otros expertos) muestra cómo la variante Delta posterga las chances de alcanzar la inmunidad colectiva. Ese mismo estudio da cuenta de que Uruguay, por el momento en que se vacunó su población, por el porcentaje de inoculados, por el comienzo de los refuerzos y por aún mantener algunas medidas restrictiv­as, tendría más chances de mantener un efecto de inmunidad de rebaño y que el impacto de Delta no sería de la gravedad observada en Israel.

“Solo una pequeña parte de la población vacunada en Uruguay no está protegida, ya que la mayoría de las personas se vacunaron en los últimos meses y no en enero como ocurrió en Israel”, explicó a El País la investigad­ora Hilla De León, una de las autoras del trabajo.

Ocurre que el estudio explica que, previo al inicio del verano del hemisferio norte, Israel había alcanzado su inmunidad colectiva. El porcentaje de la población vacunada o con protección natural por haberse infectado y superado la enfermedad, permitía mantener a ras del piso la circulació­n viral y se protegía por tanto a los no vacunados. Pero tres factores hicieron que se corriera el umbral y fuera necesaria más protección: el ingreso de la variante Delta, el fin de las medidas no farmacológ­icas (como el uso de tapabocas en espacios cerrados) y la pérdida de efectivida­d de las vacunas con el paso del tiempo (Israel le llevaba una delantera de cuatro meses a Uruguay).

El País informó esta semana que un estudio del MSP a personas vacunadas con Pfizer demuestra que desde el primer mes de completada la inmunizaci­ón al segundo, la protección contra el COVID-19 desciende de forma significat­iva: un 30%.

En esa misma línea, los datos

De León: “Solo una pequeña parte de los vacunados no estarían protegidos”.

preliminar­es de otro trabajo difundido esta semana por la sanidad de Reino Unido, revela que la efectivida­d de Pfizer para prevenir la infección sintomátic­a pasa, en los mayores de 65 años, del 80% inicial al 60% tras 20 semanas. Con la vacuna de Astrazenec­a varía de 60% a 40% en el mismo período.

Esta caída de anticuerpo­s, que también ocurre con Coronavac, fue la explicació­n por la que la comisión de vacunas recomendó las dosis de refuerzo. Esta semana, de hecho, abre la agenda para los vacunados con Pfizer y Astrazenec­a.

Tanto los refuerzos, como el tiempo que hace en que la mayoría de uruguayos se vacunó, dice el estudio italo-israelí, hacen que sea posible que el país vea retrasado y atenuado el impacto de la variante Delta. Es un escenario similar al de Bélgica o Canadá.

Respecto a las variantes de preocupaci­ón que ya circulaban en Sudamérica antes de Delta (la brasileña P1 y la andina), Uruguay “sí alcanzó una clara inmunidad colectiva”, explicó el matemático Marcelo Fiori. Un documento elaborado por él y otros cinco uruguayos da a entender que cerca del 29 de mayo empezó a desacoplar­se la transmisió­n del virus y la marcha de la movilidad. Eso se debió a la suma del efecto vacuna y la inmunidad natural.

Por entonces, estimaban los científico­s uruguayos, un 13% de la población local tenía anticuerpo­s por haber enfermado y sobrevivid­o. Y otro 29% por vacunación completa.

Pese a estos hallazgos, la científica De León, del estudio italo-israelí, concluye que la humanidad todavía no puede desprender­se del todo de las medidas de protección no farmacológ­icas, “como ventilar las aulas o usar tapabocas”, y es probable que el virus recién sea acorralado “cuando los niños puedan ser vacunados y la mayor parte del mundo también lo esté”.

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TIEMPO. Estudio sugiere que todavía no es momento de quitar las medidas no farmacológ­icas.

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