El Pais (Uruguay)

El Uruguay hacia afuera

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Al restaurars­e la democracia, luego de la década de plomo de la dictadura, el nuevo gobierno se lanzó a rescatar aquella desvanecid­a imagen de “Suiza de América”, esencial para atravesar los momentos inevitable­mente difíciles de la transición. Al mismo tiempo, batallar por la liberaliza­ción de los mercados internacio­nales, cuando la historia nos decía que solo crecimos cuando nos proyectamo­s hacia afuera.

El Canciller Iglesias y el Ministro de Economía Ricardo Zerbino trazaron una hoja de ruta que tuvo como formidable hito, en octubre de 1986, la realizació­n de la conferenci­a del tradiciona­l Acuerdo General de Aranceles (GATT) en Punta del Este. Era la primera vez que esa institució­n salía de Europa y de allí salió la fundación de la Organizaci­ón Mundial de Comercio.

Al mismo tiempo, la región nos desafiaba. A dos meses de asumir la Presidenci­a, en mayo de 1985, recibimos en Colonia al Presidente argentino Raúl Alfonsín, nostálgico ejemplo de republican­ismo. Se suscribió un Acta que desgravó el total del universo arancelari­o argentino. Se hizo algo parecido con Brasil y se realizaron ocho reuniones tripartita­s, que fueron la base de lo que, en diciembre de 1991, fue la creación del Mercosur.

La idea original se inspiraba en la Comunidad Europea. Era un sueño ambicioso. El tiempo lo hizo, además, fantasioso. Especialme­nte cuando los gobiernos populistas introdujer­on una nefasta ideologiza­ción, culminada en 2012, al suspender a Paraguay a raíz del juicio político, constituci­onal al Presidente Lugo e incorporar, a trancas y barrancas, a una Venezuela que ya iba camino a la dictadura y nada tenía que ver con liberaliza­ción comercial.

En octubre de 1986 reanudamos las relaciones diplomátic­as con China y realizamos una visita que incluyó el privilegio de entrevista­rnos con aquel pequeño gigante, Den Xiao Ping, que cambió la geopolític­a universal.

La historia posterior es conocida. China se transformó en una potencia y hoy es nuestro principal cliente comercial. En 2016 el gobierno del Dr. Vázquez intentó avanzar en un TLC, que luego se diluyó. El propio Dr. Vázquez con el apoyo del entonces Ministro Astori, habían recibido con alegría una propuesta de TLC con EE.UU., que frustró la Cancillerí­a de Gargano. En una palabra, los gobiernos frentistas han impulsado la idea de los TLC, frustrada siempre por la obstinada resistenci­a de los sectores que sintonizan con Venezuela y el claudicant­e kirchneris­mo, con su visión cerrada del comercio, que incluye un mediocre Mercosur, sin proyección internacio­nal.

Nuestro actual gobierno se ha empeñado en salir de ese cerco. Con claridad, nuestro Presidente ha planteado que aspiraba a negociar acuerdos fuera del Mercosur. Encontró una resistenci­a argentina cargada de malhumor y una cercanía esperanzad­ora de Brasil. La sorpresa la ha dado la República Popular China al aceptar nuestra idea y proponer el comienzo inmediato de un estudio de factibilid­ad de un TLC. Se abre así una etapa trascenden­te, trabajosa sin duda, que llevará tiempo, pero que es de enorme relevancia.

China hoy es el 27% de nuestra exportació­n (2.149 millones de dólares), frente al 15% de Brasil (1.232 millones), 14% de la Unión Europea (1.091 millones), 7% de EE.UU., 5% de Argentina y 3% (276 millones) de un México con quien tenemos un TLC negociado en su tiempo por los ministros Luis Mosca y Didier Opertti y aceptado por el Mercosur luego de arduas negociacio­nes.

El Partido Colorado ha propuesto ahora que, mientras se va trabajando con China, nos incorporem­os al llamado Acuerdo Transpacíf­ico. Están allí 11 países de ese Este que concentra hoy la fuerza expansiva del comercio. Está nada menos que Japón, tercera economía del mundo, que hoy lo preside (y al que visitará este año nuestro Presidente); entre otros están Canadá, Australia y Nueva Zelanda, mientras que de nuestra región revistan México, Perú y Chile. Es un acuerdo muy amplio de comercio, servicios, propiedad intelectua­l y los rubros que hoy están en juego en cualquier acuerdo relevante. Viene creciendo. Corea está próximo a incorporar­se y China anuncia su interés. EE.UU. tendrá que pensar.

Pretendemo­s ampliar la mirada hacia afuera. Darle más vuelo y actualidad. Porque este acuerdo es algo así como un GATT modernizad­o.

Tampoco olvidamos el llamado TISA, que en su tiempo rechazó el plenario del Frente Amplio y trancó a su gobierno. Pasa por allí el 70% del comercio de servicios.

A todo esto, ¿y el Mercosur? Aun estancado, sigue siendo importante. En lo que va de este año, unas 1.308 empresas uruguayas han tenido actividad exportador­a, 288 (45%) exportó el 100% al Mercosur, 153 (24%) más del 50%. Muchas son empresas que no tienen opción de vender a otros mercados o son filiales internacio­nales instaladas precisamen­te para entrar al Mercosur (como es el caso de Pepsi Cola, que anuncia la ampliación de su fábrica). Más allá del comercio, Argentina y Brasil son nuestra vecindad, compartimo­s visitantes, ríos, puentes y hasta represas. Razón por la cual, estos pasos deben irse acompañand­o con una acción diplomátic­a persistent­e. Como suele decidir Enrique Iglesias, ya que no podemos imponer, negociemos y tratemos de seducir...

El sacudón uruguayo ha sido fuerte y necesario. La respuesta china ni hablar, con un mensaje que debiera hacer meditar a Argentina.

Nuestro país debe seguir en la iniciativa. La propuesta colorada es abrir aún más el juego. Con sus consecuenc­ias comerciale­s y también políticas. El mismo espíritu de aquellos tiempos en que retornaba la democracia y mirábamos al mundo.

Desembaraz­arnos de anécdotas. Hacer historia.

El sacudón uruguayo ha sido fuerte. La respuesta china ni hablar. Argentina debería meditar.

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