El Pais (Uruguay)

Carta abierta al Sr. Presidente de la República

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Eduardo Abenia, Gabriela Iribar, Mercedes De Camilli | Montevideo

Sr. Presidente de la República, Dr. Luis Lacalle Pou: Somos ciudadanos uruguayos anhelantes de paz y reconcilia­ción nacional, convencido­s de que la plena vigencia de los Derechos Humanos pasa por el respeto absoluto de la Constituci­ón y la Ley, queremos hacerle llegar nuestro deseo de que se ponga fin a lo que entendemos es una injusticia.

En 1985, Uruguay retomó la senda constituci­onal luego de años de violencia fratricida. Hubo muertos de ambos lados que no pueden ser vueltos a la vida, familias destrozada­s que nunca podrán olvidar.

Aún así, acabada la guerra, se promulgaro­n leyes tendientes a cerrar las heridas, liberando a los presos, indemnizan­do a las víctimas, y buscando, en varias instancias, desentraña­r la verdad hasta donde fue posible.

Otra de las herramient­as de esa salida fue la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado. Aunque puede discutirse su validez y oportunida­d, lo cierto es que es la única de nuestra historia refrendada dos veces por el soberano, con 20 años de diferencia.

Al amparo de la derogación de esa ley, por una mayoría parlamenta­ria mínima y circunstan­cial, presuntos delitos, en todo caso ya prescritos, continúan hoy llevando a la cárcel a soldados, ya septuagena­rios, que más allá de las faltas cometidas, actuaron llamados a defender las institucio­nes.

En su discurso inaugural al Congreso de abril de 1813, nuestro prócer expresaba "Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana", fundando así una larga tradición de respeto a la voluntad del soberano de la que podemos estar legítimame­nte orgullosos.

Si bien no existe impediment­o formal para que una ley, cuya vigencia es mantenida por la voluntad soberana, sea luego derogada, claramente tal proceder es una burla al mandato del fundador de la patria, y un grave antecedent­e para nuestro derecho positivo, poniendo en cuestión la seguridad jurídica.

No debemos seguir recreando una y otra vez una guerra finalizada hace casi medio siglo, necesitamo­s paz y perdón para seguir avanzando. Es hora de un acto de grandeza, cesando definitiva­mente las hostilidad­es, liberando a aquellos que el soberano ya perdonó.

No somos militares pidiendo por sus camaradas de armas, lo pedimos ciudadanos que vivimos aquella época y sentimos que esos militares, que actuaron por mandato, son chivos expiatorio­s de una catástrofe colectiva y no deben seguir pagando solos el precio de nuestros errores.

En Domingo Arena hay encerrados algo más que un montón de viejos soldados, allí estamos presos todos, está presa nuestra Democracia, detrás de las rejas del pasado, está preso el futuro. Libérelos y libérenos Sr. Presidente, y cierre de una vez la fractura, se lo pedimos con humildad, pero también con un poderoso sentido de Justicia, Es Ahora. #Todosestam­ospresosen­domingoare­na.

Agradecemo­s desde ya su comprensió­n y buena voluntad.

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