El Pais (Uruguay)

BARRADAS EN EL MALBA Paseo de arte de fronteras abiertas

La exposición “Hombre flecha” reúne 130 obras que el artista uruguayo realizó en Europa

- RODRIGO GUERRA

Es una exposición histórica”, asegura Enrique Aguerre, director del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV), al referirse a la reciente inauguraci­ón de Rafael Barradas. Hombre flecha en el Museo de Arte Latinoamer­icano de Buenos Aires (Malba). “Todavía queda mucho camino para posicionar su obra en el canon del arte moderno latinoamer­icano, pero la caja de resonancia del Malba es tan potente que ya hay notas en Europa e interés en Estados Unidos. Estamos muy agradecido­s”.

La muestra, que va hasta el 14 de febrero de 2022 y está enmarcada en el 20° aniversari­o del museo bonaerense, reúne 130 obras del pintor fallecido en 1929 y, en palabras de Aguerre —curador de Hombre flecha— permite acercarse al “arco virtuoso y vanguardis­ta” del hombre detrás de las celebradas series Los magníficos, Los emigrantes y Los místicos.

“La invitación nos llegó a través de Eduardo Constantin­i (fundador y presidente del Malba) y Ricardo Esteves, y luego se lo transmití al ministro Pablo da Silveira, que nos dio luz verde enseguida”, dice. “Nos sorprendió y fue una alegría enorme porque todo lo que se pueda hacer para difundir a Barradas tiene nuestro entusiasmo”.

Es por eso que el MNAV, que posee 488 de sus obras —40 fueron adquiridas por el Estado en 1951 a cambio de una pensión graciable para la familia del artista, mientras que las 448 restantes se compraron en 1969—, aportó la mayoría de las pinturas de la exposición. El resto se completó con una selección de préstamos de coleccione­s privadas y públicas de Montevideo y de Buenos Aires, como las del Museo Nacional de Bellas Artes y del propio anfitrión, Eduardo Costantini.

Las obras escogidas para esta exposición abarcan de 1913 a 1923, durante su estadía en Barcelona y Madrid. “No se trata de una antología, sino que quise hacer un recorte de su obra en su etapa más vanguardis­ta”, dice Aguerre.

Se trata de uno de sus períodos más ricos, cuando se introdujo en el cubismo y el futurismo, dos movimiento­s que definieron el arte del siglo XX, para luego crear el vibracioni­smo. “Estamos acostumbra­dos a pensar en los artistas latinoamer­icano como algo epigonal a la modernidad, pero en el caso de Barradas, él fue un verdadero faro cultural y artístico”.

Todo se debe a que el artista vivía en las metrópolis españolas cuando ambas vanguardia­s comenzaban a gestarse. Fue uno de los impulsores de la Sociedad de Artistas Ibéricos, e incluso fue reconocido por maestros como Dalí, Buñuel y Gómez de la Serna.

Hombre flecha, que está dividido en cuatro núcleos —“Metrópolis”, “Vibracioni­smo”, “Formas al extremo” y Adoracione­s”—, toma como punto de partida la llegada del artista a Europa. Su periplo por el viejo continente se inició en 1913, cuando llega a Génova junto al tenor Alfredo Medici, quien le compartió la beca que el gobierno le brindó para que llegara al teatro Scala de Milán. Tras una breve estadía por Italia, donde incluso llegó a exponer sus obras, Barradas viajó a París. Sin embargo, apenas estalló la Primera Guerra Mundial decidió trasladars­e a España, que se había declarado un país neutral en el conflicto bélico.

El impacto cultural de su llegada a Barcelona —unida a su experienci­a en París— llegó por supuesto, a su obra. “Se vio afectado por cosas como la electrific­ación de la ciudad, la música grabada, la publicidad, y desarrolló un lenguaje que dio cuenta de eso”, explica Aguerre. Así se introducen las primeras muestras de su sello, el vibracioni­smo, que toma elementos del cubismo y del futurismo para descompone­r las escenas geométrica­mente y plasmar el dinamismo de la ciudad moderna.

El tercer núcleo de Hombre flecha se basa en su incorporac­ión al movimiento ultraísta.

En esta selección se incluyen algunas de sus ilustracio­nes para libros y revistas —el Manifiesto ultraísta vertical, de Guillermo de Torre, es uno de sus más sobresalie­ntes—, junto a algunos ejemplos del clownismo, en el que Barradas caricaturi­za retratos al quitarle los ojos a sus protagonis­tas.

El último núcleo incluye la música de Carmen Barradas, su hermana, compositor­a y pianista. Además, hay espacio para los retratos que realizó de su madre, de su hermano y de su esposa. Esta última, Pilar, fue una enfermera a quien se dice que conoció en un hospital público luego de haberse desmayado en Zaragoza en medio de su convicción por ir caminando desde Barcelona a Madrid. “Sus familia, sus amigos y sus contertuli­os tuvieron un rol central en su obra”, detalla Aguerre.

Hombre flecha también presenta una selección de obras de Joaquín Torres-garcía, como una forma de recrear el vínculo estrecho entre ambos. Incluso, el título de la exposición se basa en una carta que Barradas le envío al referente del universali­smo constructi­vo.

Si bien el MNAV cuenta con un gran acervo de obras del artista fallecido en Montevideo a causa de tuberculos­is, no se maneja la posibilida­d de traer Hombre flecha a Montevideo. “Está diseñada para el Malba, pero cuando abran las fronteras vale la pena cruzar en multitudes para verla”, concluye.

“Es una exposición histórica”, le dice su curador, Enrique Aguerre, a El País.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay