El Pais (Uruguay)

Un desatino jurídico

- Dr. Jorge W. Álvarez | Montevideo

He leído, con más curiosidad que interés, la denuncia penal que presentó un grupo de legislador­es del FA contra el diputado Germán Cardoso, a propósito de su actuación en la contrataci­ón de publicidad en Internet cuando fuera Ministro de Turismo.

Fue así que me encontré con lo que suponía: la denuncia era una transcripc­ión de lo que la prensa había informado al respecto, pero sin ninguna precisión sobre el hecho concreto, presuntame­nte delictivo. Y esto importa y mucho, porque el mero relato de un procedimie­nto administra­tivo sin determinar qué hechos pudieran tener relevancia penal, es acercarse peligrosam­ente al ámbito vedado de la “inquisitio generalis” propia del derecho medieval.

Esto es así porque la investigac­ión preliminar debe referirse siempre a un “caso concreto” y además a un “hecho presuntame­nte delictivo” (8 y 256.1 del CPP), por lo cual su determinac­ión no puede quedar librada a la pesquisa de la Fiscalía. Es decir, la denuncia no es la comunicaci­ón de una percepción meramente psicológic­a del denunciant­e, una suposición, sino que debe estar bien delineada por actos y circunstan­cias que hagan verosímil la existencia de un hecho presuntame­nte delictivo.

En lenguaje llano, denunciar al voleo para ver qué pasa es jurídicame­nte inaceptabl­e, tal a mi juicio el caso en comentario, cuya intención política, anunciada y concretada, abruma con sus probanzas.

Pero hay otro riesgo en este tipo de presentaci­ones judiciales y es que los actos administra­tivos queden a merced de la indagatori­a de su mérito, es decir, de su oportunida­d y convenienc­ia, como ya ha pasado otras veces con jueces que se han excedido en sus competenci­as, opinando sobre lo que es bueno o malo para la Administra­ción en materia de contrataci­ones. Fuera del control de legalidad que compete al Contencios­o Administra­tivo y al Tribunal de Cuentas, la indagatori­a penal no puede abocarse a pesquisar atisbos de presuntos delitos, cuando la denuncia claudica en su regularida­d jurídica, diluida en una generalida­d imprecisa y gaseosa, metafórica­mente hablando.

Por el contrario, alejarse de la vocinglerí­a política es buena cosa para quienes deben mantener su espíritu en sosiego, libre de toda contaminac­ión.

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