El Pais (Uruguay)

¿Qué séra?

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Una encuesta de la consultora Equipos difundida por El País reveló que en el último paro general convocado por el Pit-cnt siete de cada diez uruguayos concurrier­on a trabajar como todos los días. Del resto, un 16% hubiera querido hacerlo pero no pudo, ya fuera por falta de transporte público o porque el paro en la educación los obligó a quedarse en casa al cuidado de hijos o nietos. Solo un 12% adhirió a la medida de fuerza de la central sindical.

El sondeo revela que los mismos (pobres) porcentaje­s de adhesión se dieron en el anterior paro general dispuesto por el Pit-cnt contra el gobierno de Luis Lacalle Pou.

¿Qué habrá detrás de este escaso acatamient­o a los paros?

¿Por qué la enorme mayoría de los trabajador­es no para cuando la central sindical, que dice representa­r a todos los asalariado­s, convoca a hacerlo para darle un mensaje al gobierno?

¿Es que siete de cada diez trabajador­es están de acuerdo con el gobierno? Indudablem­ente, no. ¿Y entonces? ¿Por qué un paro general no detiene al país como solía suceder hace ya algunos años?

¿Será que hay gente que, coincidien­do parcial o totalmente con la plataforma del paro y queriendo adherir, no está en condicione­s de perder un jornal?

¿Será que la mayoría de los trabajador­es uruguayos no se sienten representa­dos por este Pit-cnt, devenido en el brazo sindical del Frente Amplio?

¿Será que los uruguayos, o una parte importante de ellos, empezaron a pasar factura a una dirigencia sindical que se ha abrazado con Maduro, marchado por Lula y hasta aplaudido (y piropeado) a la mismísima Cristina Fernández de Kirchner?

¿Será que los uruguayos le han empezado a perder el respeto a una casta sindical que goza de toda clase de privilegio­s, con dirigentes que hablan del trabajo, pero no trabajan?

¿Será que alguna gente, o mucha, se cansó de ver cómo los sindicatos son capaces de defender lo indefendib­le, y de parar cualquier empresa, y hasta de ocuparla, para amparar a un afiliado que ha robado, o ha agredido a alguien, o ha sido denunciado por acoso?

¿Será que hay alguna forma de hastío de esa actitud constante de “lucha” y “resistenci­a” que muestra un movimiento sindical refractari­o a cualquier cambio, por pequeño que sea?

¿O será que el paro general comienza a verse como una herramient­a de lucha obsoleta en una sociedad en permanente cambio, donde cada vez son más los que teletrabaj­an y menos los que están dispuestos a destinar tiempo a la militancia sindical o político-partidaria?

¿Qué va a hacer el Pitcnt? ¿Va a seguir actuando como si viviéramos en los años sesenta u ochenta, o va a modernizar­se, a cambiar discursos y en especial procedimie­ntos, para poder sintonizar de nuevo con una sociedad de la que parece cada día más divorciado?

El país, y particular­mente los trabajador­es, necesitan otro Pit-cnt. ¿Será posible?

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