El legado de Roberto Caldeyro Barcia
El uruguayo tuvo una actuación destacada en el desarrollo de la salud maternoinfantil
Una persona incansable. Siempre con espíritu de enseñar. Con un impulso y una fortaleza excepcionales”. Así recordó el médico ginecólogo y obstetra José Enrique Pons, integrante de la Academia Nacional de Medicina, a uno de sus mentores: Roberto Caldeyro Barcia. Fisiólogo, fisiopatólogo, perinatólogo, investigador, docente, primer director del Centro Latinoamericano de Perinatología y primer director del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba), este médico, por el que ayer se celebraron los 100 años de su nacimiento, fue uno de los científicos más destacados a nivel mundial por sus trabajos en salud materno-infantil.
A Caldeyro Barcia (1921-1996) se le debe el inicio de la monitorización fetal durante el trabajo de parto. Entre otros estudios, se le debe el entendimiento de las frecuencias de las contracciones uterinas y su relación con la función cardíaca del feto y, en consecuencia, su oxigenación. “Así se podía saber cuál era su grado de bienestar o se podía saber si algo no estaba funcionando como debía. Eso podía conducir al nacimiento de un niño sano o al nacimiento de un niño con problemas que podían comprometer su salud o su vida inmediatamente después de nacido o tiempo después”, explicó Pons. Caldeyro Barcia apuntaba a evitar enfermedades crónicas que empiezan a generarse durante el embarazo.
El antecedente de la investigación se inició en el Hospital Pereira Rossell por otro destacado científico uruguayo: Hermógenes Álvarez, profesor de obstetricia. Este había conseguido registrar la presión amniótica a través de una sencilla técnica que medía la frecuencia y la intensidad de las contracciones uterinas.
Se cuenta que en 1947, en una clase clínica dictada por Álvarez, este pregunta al auditorio: “¿Hay alguien entre los aquí presentes que sepa cómo registrar y medir la presión del líquido amniótico?” Caldeyro levantó la mano y respondió: “Yo sé cómo hacerlo”.
Logró medir con mayor precisión la onda contráctil del útero y confirmó que la contracción determinaba el ritmo y la frecuencia cardíaca fetal. La actividad uterina pasó a medirse en “unidades Montevideo”. Caldeyro Barcia y Álvarez y colegas pudieron demostrarse la falsedad de muchos de los conceptos universales aceptados hasta ese entonces.
La industria médica se interesó en estos experimentos que sirvieron como base para desarrollar los dispositivos que hoy son corrientes en cualquier sala de partos alrededor del mundo.
En 1958 presentó en el III Congreso Latinoamericano de Obstetricia y Ginecología realizado en México un trabajo original titulado Estudio de la hipoxia fetal mediante el registro continuo de la frecuencia cardíaca fetal que sirvió para diagnosticar precozmente la asfixia fetal durante el parto.
Toda su carrera le valió un reconocimiento internacional que lo llevó a ser candidato al Premio Nobel de Medicina en tres oportunidades. “Lo hubiera merecido”, afirmó Pons.
A Caldeyro Barcia también se le debe el comienzo de lo que más tarde se llamó la humanización del nacimiento. Él lideró un equipo que implementó el concepto de “parto humanizado”.
Pons enfatizó: “Él hizo que el nombre de Uruguay fuera reconocido y respetado en el mundo de la ciencia y en el mundo de la ginecología y obstetricia”. Y siguió: “Tuve el privilegio de estar junto a él en el trabajo de seguimiento y contralor de acciones a nivel de la salud materno-infantil en todo el país”.