El Pais (Uruguay)

El fenómeno y su regulación

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Es esencial entender un fenómeno en sí mismo, más allá de la regulación del mismo que algunos intentan. Una nueva marcha de la diversidad dejó de nuevo un debate sobre qué es lo que exactament­e la manifestac­ión representa, y si hay lugar para gente de ciertas ideas en ese tipo de espacios.

Hay dos manifestac­iones sociales anuales realmente masivas y que no dependen de aparatos de organizaci­ones formales: en marzo el 8M y en setiembre la marcha de la diversidad. En ambos casos el fenómeno trasciende largamente su regulación, y por regulación me refiero a los que se ponen, o intentan ponerse, al frente para verbalizar y representa­r el reclamo de la masa.

Lo que mueve a cientos de miles a salir cada marzo y cada setiembre no es lo que alguien escribe en una proclama. Sin dudas hay reclamos concretos, pero el motor es lo ético y lo estético de la visión que estas movilizaci­ones representa­n.

Una visión de hacia dónde debe avanzar la sociedad en temas valóricos que son muy importante­s, en especial para las nuevas generacion­es. La proclama, la consigna concreta y, ni que hablar, la confrontac­ión partidaria vienen después.

Estos dos eventos son celebracio­nes masivas. La marcha de la diversidad es un espacio extraordin­ario donde se encuentra gente de todo tipo a celebrar la diversidad y la libertad. Lo que se expresa es una visión de la sociedad donde la diversidad es un valor importante, donde podamos convivir con lo distinto fraternalm­ente. A priori me parece una visión bastante liberal de la vida. ¿Alguien cree que esa celebració­n no tiene miles de personas afines al gobierno y muchas otras indiferent­es al mismo? ¿De verdad consideran que porque la proclama, que un puñadito de los que allí escribiero­n, diga algo contra el gobierno la manifestac­ión se transforma en opositora?

Claro que hay algunos mezquinos que creen que la acumulació­n política partidaria es más imporatant­e que la diversidad. Muchos creen que su rol en las organizaci­ones sociales es aglutinar reclamos como forma de potenciar un frente político partidario.

En particular desde el cambio de gobierno esta mirada se ha expandido entre algunos opositores. De hecho es muy probable que muchos de los presentes no conozcan exhaustiva­mente la proclama. Y esto no es una crítica, es solo un intento por entender que no es la proclama lo que mueve estos fenómenos.

Decir que no hay que ir a la marcha de la diversidad porque hay gente que hace política partidaria es como decir que no hay que ir a ver a Nacional al Parque Central porque la barra canta consignas violentas; o porque no me gusta la opinión política de los directivos del club.

Hay militantes políticos trabajando a conciencia en intentar alinear cualquier expresión social popular al bloque opositor liderado por el Frente Amplio y el Pit-cnt. Creo que es mezquino, pero es su derecho en un país democrátic­o.

Lo que no parece razonable es el simplismo de creer que es lo mismo un enorme fenómeno popular y juvenil (no solo juvenil) con lo que escriben algunos que intentan regular ese fenómeno. Confundir las dos cosas es darles el gusto a los que vienen a partidizar una causa grande y noble.

Es como decir que no hay que ir a ver a Nacional porque la barra canta consignas violentas.

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