¿Cómo nos fue?
Los números de la pandemia, aquellas cifras de tiniebla que todas las noches nos angustiaban desde los informativos de la televisión —hoy hubo tantos casos nuevos, tantos muertos, tantos en CTI— han dejado de pesar sobre el alma nacional. El Covid no ha desaparecido del todo pero está, después de más de un año, domado y dominado.
El estado de ánimo actual de los uruguayos es de respiro; es primaveral. No solo por las fechas del calendario: bastante sombría fue la primavera pasada. Hoy hay una sensación generalizada de: ¡lo logramos!
Tragedias y dolores quedan: hay familias que lloran muertos y hay jefes de familia que lamentan empleos perdidos o jornales menguados. Pero dado que lo que viene por delante luce más despejado que lo que ya pasó, el estado de ánimo general es de soltura, de respiro, de disposición a abrazarse de nuevo con los amigos y con la vida.
Cuando queda atrás —o si Ud., más cauto, prefiere decir: cuando empieza a quedar atrás— una crisis o una penuria también sucede que la gente empiece a preguntarse y a comentar entre sí: ¿cómo nos fue? Y los uruguayos nos estamos respondiendo: dentro de todo nos fue muy bien.
Si nos comparamos con otros países no podemos menos de sentir un legítimo orgullo nacional. Nuestro país pasó a ser reconocido y admirado en el mundo. Lo fue desde el principio, desde que rescatamos con solvencia y afecto a los desesperados turistas varados en el Greg Mortimer a quienes nadie quería recibir, hasta los meses recientes donde se desplegó el mecanismo impecable de la vacunación. No hablo de comparación con nuestros vecinos limítrofes porque sería casi un abuso.
Y el manejo de la pandemia se hizo sin pánico, sin histerias, sin encerrar la vida económica o comercial del país; se hizo en un régimen de libertad responsable, tal y como cuadra a un talante nacional histórico bien interpretado.
El GACH fue una originalidad tan exitosa como seria, a Salinas
hay que hacerle un monumento, al personal de la salud, al Instituto Pasteur y a los informáticos, otro. En lo que refiere al gobierno los índices de aprobación hablan solos.
Por el camino quedaron los reclamos de cuarentena total obligatoria, los vaticinios agoreros de colapso de los CTI, lo de las muertes evitables, el genocidio y toda la mala honda disfrazada de celo. Y todo eso quedó atrás, en el olvido, por el motivo más contundente posible: porque la gente no le dio pelota.
Hoy que vamos saliendo y que el Uruguay empieza a respirar
El manejo de la pandemia se hizo sin pánico, sin histerias, sin encerrar la vida económica del país.
con todo el pecho surge sola una pregunta ¿en qué ayudó el Frente Amplio? ¿Qué aportó? ¿Qué acto o gesto constructivo tuvo el Frente? En todo este arduo y exitoso proceso de casi dos años ¿cuál fue la contribución del Frente Amplio? Porque ¡miren que patalearon! Reiteraron reclamos, solicitaron creación de comisiones, demandaron reconocimiento, pero en la hora de arremangarse y dar una mano sin pedir nada, solo por ayudar, ahí nada.
Fue simbólico: el día que se había programado un aplauso para los equipos sanitarios a las ocho de la noche, a esa misma hora el Pit-cnt convocó a un caceroleo contra el gobierno.
El uruguayo común y corriente, el ciudadano de a pie que no tiene impedimentos ideológicos para estar hoy alegre, mira para atrás y se dice a sí mismo y a sus amigos (con la tradicional economía de adjetivos que lo caracteriza): salimos bastante bien ¿no?, che.
Sí señor: bien de bien. Ahora a trabajar, y a disfrutar de lo que conseguimos.