UPM: TENSIÓN POR RONDA SALARIAL
Mañana a las 11 se inician las negociaciones salariales entre el sindicato de la construcción y las empresas
■ Trabajadores de la obra de UPM en Durazno, representados por el Sunca, y las empresas constructoras se volverán a sentar a la mesa de negociación mañana para intentar acercar las posiciones y lograr firmar el nuevo convenio salarial específico para la obra. La discusión se da en un marco de tensión entre trabajadores y empresarios, donde el sindicato ha tomado medidas distorsivas, y las firmas resolvieron suspensión de jornadas laborales. La tensión también se vive por otros episodios: hubo obreros que fueron obligados a no trabajar por presión sindical.
El gigante tubo de 200 toneladas, seis metros de diámetro y 40 metros de largo, estaba en el aire a cinco metros del suelo. Es tan grande que necesita de dos grúas para su colocación. De repente, en plena maniobra —que es de las más complejas y peligrosas en la construcción de la segunda planta de UPM en Durazno— aparecen 60 trabajadores vestidos con los mamelucos que tienen el logo del Sunca. “Si subís ese tubo, somos 3.000 y te lo bajamos”, le gritó desde abajo uno de los referentes del grupo al gruista.
El episodio figura en un acta del Ministerio de Trabajo (MTSS). La tensión que se vivió ese 10 de setiembre marca el clima en el que se inició la nueva negociación salarial entre la patronal y el sindicato de la construcción (Sunca) por el nuevo convenio laboral que regirá la construcción de la planta de celulosa de la finlandesa en Pueblo Centenario.
El 31 de agosto venció el convenio salarial especial que los trabajadores de la construcción de la fábrica de celulosa tienen con las empresas contratadas por UPM para la obra. El Sunca resolvió en asamblea una plataforma para la negociación con planteos salariales, condiciones de trabajo, y protocolos sanitarios y de seguridad, así como también capacitación para los trabajadores (ver nota aparte).
Sin embargo la negociación se trancó en el inicio porque las empresas tercerizadas entienden que el reclamo sindical es por demás extenso y exigente y el sindicato de la construcción decidió iniciar medidas de lucha sindical distorsivas y sorpresivas como forma de reclamo.
Esto llevó a una paralización de la construcción de la obra en varias áreas, y un enfrentamiento entre el sindicato y las empresas, donde intercambian medidas de corte de la jornada laboral decididas por la patronal, con acciones sindicales.
La preocupación por la distorsión en el ritmo de construcción de la planta llegó al piso 11 de la Torre Ejecutiva, donde trabaja el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, y el tema entró a la lista de prioridades de las autoridades del gobierno.
Es que la inversión de UPM en su segunda planta es la más grande en la historia de Uruguay, y además de estar generando más de 5.000 puestos de trabajo directo, el emprendimiento es clave para el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país.
“COMIDA MALA”. El “Tachuela” dice que “la comida es mala”; que lo que le da la empresa de almuerzo “no llena”. Su compañero, al que lo presenta como “Tormenta” comenta que hace dos semanas que ve a su familia por videollamada. “Parezco mi hija que ahora va a la escuela por el aparatito ese”, dice mostrando el celular. Uno es de Rocha, y el otro de Colonia. Viajaron a Durazno “para hacer la diferencia”, pero por ahora aseguran que no es negocio. Mientras hablan con El País, “calientes” porque la empresa les cortó la jornada de trabajo.
Es que el Sunca viene realizando asambleas sorpresivas, donde paran las actividades sin previo aviso para informar sobre la negociación salarial que está trancada. Están “calientes” porque quieren “laburar”, dicen. Y la empresa corta la jornada, porque el Sunca definió el paro sindical en esa área.
Otros dos compañeros se suman a la charla y remarcan que: “todo bien con el Sunca, pero no muero con él. Yo tengo que llevar la mosca (plata) a casa”.
El clima que se vive en la obras de Pueblo Centenario es tenso. Pero los obreros sostienen que si no toman medidas de paro para reclamar, “los gringos” —así le dicen a los empresarios— “se la llevan toda” y ellos no hacen la diferencia económica.
Edgardo da Rocha es delegado de una cuadrilla de 35 obreros. En la empresa que trabaja los encargados decidieron cortar la jornada, el jueves pasado al mediodía, porque cuando estaban prontos para “echar hormigón”, el Sunca llegó informando que había decidido hacer una asamblea: en definitiva se detenían las tareas, pero sin paro, ya que la asamblea en ámbito laboral es un derecho y se tiene que pagar el jornal.
Para evitar esa medida, la empresa decide cortar la jornada de trabajo, y dejarla para el día siguiente. Y así es la lucha entre empresas y sindicatos: un intercambio entre corte de jornada y medidas distorsivas.
“El convenio está trancado porque no quieren negociar. Se quiere dejar algo para el pueblo como un hospitalito. La comida de acá no es buena, es un plato chiquitito que no da: una fruta y un pan que son recalentados. La gente se queda con hambre. Hay que seguir con las medidas porque si no estamos parando al pedo y es nuestra única herramienta de lucha. Yo estoy desde enero y no he hecho la diferencia”, comenta Da Rocha.
El gerente de Comunicaciones y vocero de la empresa UPM, Matías Martínez, dijo a El País que la empresa está abierta al diálogo para poder retornar a la normalidad de las actividades rápidamente. “Las medidas distorsivas que ha tomado el sindicato mientras se desarrolla la negociación, nos generan preocupación, no solo a UPM sino también a las empresas contratistas y a los trabajadores que sí quieren y no pueden trabajar. El 27 de setiembre, en el marco de la última negociación, las empresas contratistas junto a UPM le plantearon al sindicato una propuesta concreta, luego de la cual no ha habido otra instancia de diálogo y se intensificaron las medidas sindicales”, dijo.
Mañana se vuelve a abrir la mesa de negociación. “Está todo a discusión”, dijo el delegado del Sunca Javier Díaz. “No nos hemos encontrado en la negociación aún. Los avances fueron muy insuficientes. Nuestras reivindicaciones son justas. Y lo cierto es que si nos va bien a nosotros (la construcción) le va bien al almacenero, al del ómnibus, al carnicero, al del taller”, apuntó el sindicalista.