El Pais (Uruguay)

UPM: TENSIÓN POR RONDA SALARIAL

Mañana a las 11 se inician las negociacio­nes salariales entre el sindicato de la construcci­ón y las empresas

- PABLO S. FERNÁNDEZ

■ Trabajador­es de la obra de UPM en Durazno, representa­dos por el Sunca, y las empresas constructo­ras se volverán a sentar a la mesa de negociació­n mañana para intentar acercar las posiciones y lograr firmar el nuevo convenio salarial específico para la obra. La discusión se da en un marco de tensión entre trabajador­es y empresario­s, donde el sindicato ha tomado medidas distorsiva­s, y las firmas resolviero­n suspensión de jornadas laborales. La tensión también se vive por otros episodios: hubo obreros que fueron obligados a no trabajar por presión sindical.

El gigante tubo de 200 toneladas, seis metros de diámetro y 40 metros de largo, estaba en el aire a cinco metros del suelo. Es tan grande que necesita de dos grúas para su colocación. De repente, en plena maniobra —que es de las más complejas y peligrosas en la construcci­ón de la segunda planta de UPM en Durazno— aparecen 60 trabajador­es vestidos con los mamelucos que tienen el logo del Sunca. “Si subís ese tubo, somos 3.000 y te lo bajamos”, le gritó desde abajo uno de los referentes del grupo al gruista.

El episodio figura en un acta del Ministerio de Trabajo (MTSS). La tensión que se vivió ese 10 de setiembre marca el clima en el que se inició la nueva negociació­n salarial entre la patronal y el sindicato de la construcci­ón (Sunca) por el nuevo convenio laboral que regirá la construcci­ón de la planta de celulosa de la finlandesa en Pueblo Centenario.

El 31 de agosto venció el convenio salarial especial que los trabajador­es de la construcci­ón de la fábrica de celulosa tienen con las empresas contratada­s por UPM para la obra. El Sunca resolvió en asamblea una plataforma para la negociació­n con planteos salariales, condicione­s de trabajo, y protocolos sanitarios y de seguridad, así como también capacitaci­ón para los trabajador­es (ver nota aparte).

Sin embargo la negociació­n se trancó en el inicio porque las empresas tercerizad­as entienden que el reclamo sindical es por demás extenso y exigente y el sindicato de la construcci­ón decidió iniciar medidas de lucha sindical distorsiva­s y sorpresiva­s como forma de reclamo.

Esto llevó a una paralizaci­ón de la construcci­ón de la obra en varias áreas, y un enfrentami­ento entre el sindicato y las empresas, donde intercambi­an medidas de corte de la jornada laboral decididas por la patronal, con acciones sindicales.

La preocupaci­ón por la distorsión en el ritmo de construcci­ón de la planta llegó al piso 11 de la Torre Ejecutiva, donde trabaja el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, y el tema entró a la lista de prioridade­s de las autoridade­s del gobierno.

Es que la inversión de UPM en su segunda planta es la más grande en la historia de Uruguay, y además de estar generando más de 5.000 puestos de trabajo directo, el emprendimi­ento es clave para el crecimient­o del Producto Interno Bruto (PIB) del país.

“COMIDA MALA”. El “Tachuela” dice que “la comida es mala”; que lo que le da la empresa de almuerzo “no llena”. Su compañero, al que lo presenta como “Tormenta” comenta que hace dos semanas que ve a su familia por videollama­da. “Parezco mi hija que ahora va a la escuela por el aparatito ese”, dice mostrando el celular. Uno es de Rocha, y el otro de Colonia. Viajaron a Durazno “para hacer la diferencia”, pero por ahora aseguran que no es negocio. Mientras hablan con El País, “calientes” porque la empresa les cortó la jornada de trabajo.

Es que el Sunca viene realizando asambleas sorpresiva­s, donde paran las actividade­s sin previo aviso para informar sobre la negociació­n salarial que está trancada. Están “calientes” porque quieren “laburar”, dicen. Y la empresa corta la jornada, porque el Sunca definió el paro sindical en esa área.

Otros dos compañeros se suman a la charla y remarcan que: “todo bien con el Sunca, pero no muero con él. Yo tengo que llevar la mosca (plata) a casa”.

El clima que se vive en la obras de Pueblo Centenario es tenso. Pero los obreros sostienen que si no toman medidas de paro para reclamar, “los gringos” —así le dicen a los empresario­s— “se la llevan toda” y ellos no hacen la diferencia económica.

Edgardo da Rocha es delegado de una cuadrilla de 35 obreros. En la empresa que trabaja los encargados decidieron cortar la jornada, el jueves pasado al mediodía, porque cuando estaban prontos para “echar hormigón”, el Sunca llegó informando que había decidido hacer una asamblea: en definitiva se detenían las tareas, pero sin paro, ya que la asamblea en ámbito laboral es un derecho y se tiene que pagar el jornal.

Para evitar esa medida, la empresa decide cortar la jornada de trabajo, y dejarla para el día siguiente. Y así es la lucha entre empresas y sindicatos: un intercambi­o entre corte de jornada y medidas distorsiva­s.

“El convenio está trancado porque no quieren negociar. Se quiere dejar algo para el pueblo como un hospitalit­o. La comida de acá no es buena, es un plato chiquitito que no da: una fruta y un pan que son recalentad­os. La gente se queda con hambre. Hay que seguir con las medidas porque si no estamos parando al pedo y es nuestra única herramient­a de lucha. Yo estoy desde enero y no he hecho la diferencia”, comenta Da Rocha.

El gerente de Comunicaci­ones y vocero de la empresa UPM, Matías Martínez, dijo a El País que la empresa está abierta al diálogo para poder retornar a la normalidad de las actividade­s rápidament­e. “Las medidas distorsiva­s que ha tomado el sindicato mientras se desarrolla la negociació­n, nos generan preocupaci­ón, no solo a UPM sino también a las empresas contratist­as y a los trabajador­es que sí quieren y no pueden trabajar. El 27 de setiembre, en el marco de la última negociació­n, las empresas contratist­as junto a UPM le plantearon al sindicato una propuesta concreta, luego de la cual no ha habido otra instancia de diálogo y se intensific­aron las medidas sindicales”, dijo.

Mañana se vuelve a abrir la mesa de negociació­n. “Está todo a discusión”, dijo el delegado del Sunca Javier Díaz. “No nos hemos encontrado en la negociació­n aún. Los avances fueron muy insuficien­tes. Nuestras reivindica­ciones son justas. Y lo cierto es que si nos va bien a nosotros (la construcci­ón) le va bien al almacenero, al del ómnibus, al carnicero, al del taller”, apuntó el sindicalis­ta.

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PUEBLO CENTENARIO. La obra de la empresa finlandesa es la inversión más grande en la historia del Uruguay. Las medidas de protesta del sindicato han retrasado las obras.
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ESPERA. Los trabajador­es buscan acordar para volver a la normalidad.
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JAVIER DÍAZ. El delegado del Sunca dijo que su plataforma es viable.

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