El Pais (Uruguay)

Una forma de ver PIB de Uruguay

- IGNACIO UMPIÉRREZ ANALISTA DEL CED (*) (*) Investigad­or del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), estudiante de economía Udelar, ganador del premio de la Academia Nacional de Economía 2020.

El 23 de setiembre el BCU dio a conocer los datos de Cuentas Nacionales correspond­ientes al segundo trimestre del año. Dado que las cifras se publican con un trimestre de rezago, al interpreta­rlas, debemos tener la precaución de referirnos a lo que ocurrió en “ese período” aunque contemos con indicadore­s adelantado­s que nos dan pistas sobre el desempeño económico posterior.

IMPORTANCI­A DE LOS DATOS DESESTACIO­NALIZADOS. El PIB presentó un incremento de 11,3% en términos interanual­es. Sin embargo, dado la baja base de comparació­n 2020, las cifras interanual­es nos aportan poca informació­n. Más importante, son las cifras desestacio­nalizadas que nos permiten observar la dinámica trimestral, la cual es relevante para analizar períodos cortos con shocks profundos y transitori­os como el actual.

En ese sentido, la gran interrogan­te era si efectivame­nte en el segundo trimestre se retomaba la senda de recuperaci­ón interrumpi­da a comienzos del año por la ausencia de temporada turística. Al respecto, el dato calculado por el BCU mostró un crecimient­o desestacio­nalizado de 0,9% respecto al trimestre previo. Si se considera que en abril y mayo se concentró la parte más dura de la pandemia en materia sanitaria, así como el establecim­iento de restriccio­nes a algunas actividade­s, el dato podría evaluarse como positivo. También se destacan dos elementos no menores: i) la economía uruguaya al igual que la mayoría del mundo comienza a acostumbra­rse a convivir con el virus, y ii) el proceso de vacunación probableme­nte incidió positivame­nte desde junio (para mitigar los problemas de oferta), y lo seguirá haciendo en los próximos meses.

MIRAR A LA INTERNA DEL DATO AGREGADO. Dado que la recuperaci­ón es heterogéne­a conviene adentrarse en las cifras desestacio­nalizadas según los enfoques más clásicos de medir el PIB.

Por el lado de la demanda, la recuperaci­ón está siendo apuntalada por la inversión y las exportacio­nes de bienes. Según cálculos propios, la inversión (FBKF) habría tenido un crecimient­o desestacio­nalizado de 7,6% en relación al trimestre previo y se ubicaría muy por encima del nivel pre-pandemia (Q4.19). Vale aclarar que la FBKF venía de un quinquenio de caída casi permanente; por tanto dicho nivel era “bajo”. Esto guarda estrecha relación con el avance de la construcci­ón de UPM 2 y sus obras conexas (FFCC y Puerto), así como el aumento de inversión en maquinaria y equipos.

En cuanto a las exportacio­nes, la recuperaci­ón presenta una clara forma de “U”. En bienes, estas no solo atraviesan un buen momento por precios externos favorables sino (y principalm­ente) porque se recuperan en volúmenes, aunque continúan muy fuertement­e vinculadas a la agroindust­ria.

Por último, el consumo privado presenta algunas luces amarillas con dos trimestres consecutiv­os de leve caída desestacio­nalizada. En el fondo, la economía se recupera con rezago en el empleo y niveles de ingresos de los hogares y salarios reales aún deteriorad­os, lo cual se refleja en las decisiones de consumo. A nivel sectorial, las cifras mostraron crecimient­o intertrime­stral casi generaliza­do con i) una confirmaci­ón: el agro, la industria y la construcci­ón lideran la recuperaci­ón; ii) una sorpresa: el muy buen desempeño del comercio; y iii) una señal: el resto de los servicios no transables mejoraron a pesar de las restriccio­nes.

SER CAUTELOSOS CON LAS COMPARACIO­NES. A nivel agregado, al segundo trimestre el PIB se encontraba un 2,8% abajo del nivel pre-pandemia. Esto generó un gran número de comparacio­nes (todas válidas) entre el desempeño de Uruguay y el resto de los países de la región. Si miramos solo el dato trimestral, Uruguay logró crecer en un contexto de empeoramie­nto sanitario; mientras que países como Argentina, Colombia (también afectado por la inestabili­dad social) o Brasil cayeron y permanecie­ron estancados respectiva­mente.

Si miramos la película un poco más larga, desde el inicio de la pandemia, Uruguay se ubica en el pelotón de países con Argentina, México o Colombia que no lograron al segundo trimestre recuperar el 100% de la caída. En este análisis sobresalen Chile, Paraguay y Brasil: el primero se ubica en niveles máximos históricos de producto, aunque la base de comparació­n vs. Q4.19 era baja por el estallido social desatado en ese período; el segundo fue el país con menor caída en 2020 dado las particular­idades de una economía fuertement­e dependient­e del agro y la generación de energía, sectores poco castigados por la pandemia; mientras que el tercero recuperó el 99% de la caída, pero se ubica en niveles de PIB del primer trimestre de 2014.

Cada país tiene sus particular­idades y puntos de partida. Podría agregar que Argentina se ubica en niveles de producto de hace una década; que México previo a la pandemia ya estaba en recesión; que para Uruguay la ausencia de temporada turística por su peso relativo en el PIB le afecta mucho más que al resto o que en el último quinquenio pese a crecer muy por debajo de su potencial, logró diferencia­rse positivame­nte de sus socios regionales.

También es relevante mirar las perspectiv­as futuras: crecimient­o efectivo vs. potencial o evaluar daños estructura­les provocados por la pandemia. Por todos estos motivos, las comparacio­nes entre países deben tomarse con precaución y evaluarse en períodos largos y de forma integral.

SÍNTESIS. Algunos indicadore­s adelantado­s sugieren que la recuperaci­ón se habría profundiza­do en el tercer trimestre. No obstante, es heterogéne­a y llena de desafíos-disyuntiva­s para la política económica. Por ello, la importanci­a de hacer buenas interpreta­ciones de los datos. La idea de esta columna fue aportar una de las tantas miradas posibles sobre el tema.

“Algunos indicadore­s adelantado­s sugieren que la recuperaci­on se habría profundiza­do en el tercer trimestre del año, pero en forma muy heterogéne­a

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