El Pais (Uruguay)

¿Qué esperar de las empresas?

- ISABELLE CHAQUIRIAN­D

Cuál es la responsabi­lidad de las empresas? Y, por ende, ¿cuál es la responsabi­lidad del empresario en nuestra sociedad? Segurament­e si hiciéramos esta pregunta por la calle, la respuesta sería muy variada. Pero si la hiciéramos en una escuela de negocios, también. ¿Qué le puedo pedir a la empresa ya sea como empleado, consumidor, proveedor, gobierno, o como ciudadano? ¿Qué debo esperar, qué debo exigir y qué debo aportar a la empresa? Y en el ámbito público: ¿qué les deja hacer un gobierno y qué les pide a cambio?

Hasta hace unos años la respuesta a esta pregunta estaba clara. En el paradigma neoliberal la sociedad se dividía en tres grandes protagonis­tas: el sector público que crea un marco regulatori­o, garantiza la seguridad y provee de servicios públicos fundamenta­les a la sociedad; el sector privado, que crea valor económico a través de encontrar productos o servicios que satisfacen necesidade­s, lo distribuye a través del pago de impuestos, salarios, dividendos y precios a sus proveedore­s, y cumple un rol socialment­e relevante que es la creación de puestos de trabajo; y luego el tercer sector, la sociedad civil, que sirve a intereses públicos fruto de la iniciativa social.

Frente a la pregunta de cuál es la responsabi­lidad de la empresa en esta sociedad, Milton Friedman la contestó en 1970: crear valor para los accionista­s. Es decir, quien dirige una empresa lo que tiene que hacer a través de sus acciones cada día es crear valor para el accionista, por supuesto que respetando el marco legal.

Muchos renegaron de esta posición cuestionán­dose si la empresa no debería hacer algo más que ganar dinero. ¿Acaso no hay algún tipo de responsabi­lidad social? Friedman decía que si alguien quería hacer algo por la sociedad, lo podía hacer con su salario o beneficios de su empresa.

Pero si quien dirige la empresa destina recursos de esta a actividade­s que no sean maximizar los beneficios del accionista, entonces le estará robando. Porque, según Friedman, las empresas no están hechas para eso, no son parte del contrato, están hechas para hacer negocios.

Por razones ideológica­s o filosófica­s, o por puro sentido común, esta postura generó resistenci­a. Con los años la sociedad entendió que la empresa tiene que hacer algo más que ganar dinero y repartirlo. Pero además, se entendió que la empresa no puede hacer cualquier acción que maximice sus beneficios. No vale todo con tal de dar ganancias, aunque esté dentro de la ley.

Cuál es la responsabi­lidad de la empresa no es solo un cuestionam­iento teórico, sino que se está dando por la vía de los hechos: la crisis del 2008, por ejemplo, fue un enorme golpe a los límites de las empresas y al modelo capitalist­a.

Pero por otro lado la pandemia del COVID-19 puso a las empresas y empresario­s en un lugar protagónic­o para sobrelleva­r mejor la situación sanitaria.

Un rol que excedió ampliament­e, en muchos casos, la simple generación de beneficios para sus accionista­s. Es así que los límites de la razón de ser de las empresas se volvieron porosos y la sociedad, y los propios empresario­s, asumieron que las empresas tenían que ir más allá en su rol en la sociedad.

Con los años la sociedad entendió que la empresa tiene que hacer algo más que ganar dinero.

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