Más de lo mismo
El Congreso del Frente Amplio volvió a mostrar la peor cara de esa fuerza política. Un discurso tosco, maniqueo, de buenos buenísimos por un lado, y villanos del otro. Cuando se trata de explicar cómo pudo ser que los villanos ganaran entonces una elección democrática, salen a luz los problemas. ¿La respuesta? Propia de un sector ideológico que ha hecho del eufemismo, una religión. El problema sería que “el FA gobernó para el pueblo, pero no con el pueblo”. No queda contento el que no quiere.