El Pais (Uruguay)

Elecciones universita­rias

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Funcionari­a pública | Montevideo

@| Si bien la veía venir, esta vez pude zafar. Sé que suena feo, pero es que ser funcionari­a pública y que se convoque a integrar mesa de votación en una elección que ya demostró, en otras instancias, ser sumamente desorganiz­ada, no es nada grato.

No se trata de huir a la responsabi­lidad (por más agotadora que pueda ser la jornada) sino que realmente uno no siente que tenga respaldo al actuar en esta instancia (como sí sucede en otros actos eleccionar­ios).

Las elecciones universita­rias antiguamen­te recaían sobre la propia Universida­d y sus funcionari­os, y posteriorm­ente pasó a la órbita de la Corte Electoral.

El hecho de que se organice en un día hábil, hace que las comisiones receptoras de votos trabajen en los lugares que cada facultad dispone y que no siempre cumplen con el mínimo de requerimie­ntos para poder desde enchufar la tablet con la que hay que registrar los votos, tener conectivid­ad o inclusive para montar la mampara que salvaguard­a el sufragio (en muchos de estos casos se debe apelar al ingenio para salvaguard­ar el secreto de voto apelando inclusive como vi, esta vez, al uso de la propia valija que la corte entrega y que trae todo el material para la jornada electoral, la cual fue utilizada para cubrir la visual y las listas en un circuito).

La mesa debe integrarse a las 7 AM y trabaja hasta las 19 hs sin parar, con hasta una hora de prórroga si queda gente dentro del circuito para votar. Esto conlleva que quienes se desempeñan estén 12 horas de corrido para el acto eleccionar­io, sin contar con el tiempo para llegar al circuito, el propio escrutinio y la entrega de la urna que finaliza la jornada.

Si bien es cierto que esto tiene una recompensa, también es cierto que no deja de ser una jornada por demás agotadora y en muchos casos abrumadora.

La dinámica de escrutinio de estas elecciones no se asemeja a las de otros actos eleccionar­ios, porque se votan tres órganos. Muchas veces en los cursos esto no termina de quedar claro y el material que brinda la Corte (que para otras elecciones suele contemplar la totalidad de la casuística con la que uno se puede enfrentar) queda incompleto, lleva a dudas y a consultas permanente­s.

La vez anterior, de los varios funcionari­os de la Corte destacados en el edificio donde me tocó actuar, sólo uno estaba disponible completame­nte para evacuar dudas y dar una mano, mientras que el resto apenas salía del salón donde estaban.

Sé que el enojo fue parte de muchas de las mesas de votación que se vieron demoradas y dejaron gente sin votar, pero esto no es responsabi­lidad de la mesa, sino de quien coordina y que sabe (o puede informarse con la propia Universida­d) cuánto de su padrón estudianti­l no radica en Montevideo, a fin de destinar suficiente­s mesas para votos observados en cada departamen­to.

Lamento el mal rato que tanto votantes como comisiones receptoras tuvieron que pasar, habrá que ver si para la próxima vez los organizado­res tomarán recaudos para evitar que esto vuelva a pasar.

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