El Pais (Uruguay)

Historias atrapantes en idioma raro

¿Con qué seguir después de El juego del calamar, el fenómeno surcoreano de Netflix?

- FERNÁN CISNERO

Después de exportar millones de electrodom­ésticos y autos, Corea del Sur concentró un montón de esfuerzo en una conquista cultural global. Ha sido exitosa, quién lo duda, con el llamado Kpop y BTS, sus príncipes, han conseguido un éxito global tan poderoso como fue alguna vez el de los Beatles, por ejemplo.

Con una industria de cine local muy desarrolla­da pero a la vez limitada a lo doméstico o a lo regional, la noche histórica de

Parásitos en los Oscar fue una certificac­ión de prestigio a sus posibilida­des. Colaron, además, a Bong Joon Ho, su director, entre los grandes cineastas del siglo XXI.

Aunque ya habían intentado con telenovela­s, e incluso algunas se vieron en la televisión abierta local, es recién ahora que están conquistan­do la pantalla chica. Lo consiguen con El

juego del calamar, una miniserie convertida en fenómeno y tendencia mundial al nivel de La

casa de papel, aquella española que también estrenó Netflix.

El juego del calamar tiene gente en uniforme, además de inlcuir una cuestión moral, gastos de superprodu­cción, ambiente futurista pero cercano y algo de morbo. Es lo que se usa.

Es, además, según Hwang Dong-hyuk, su director, “una alegoría sobre el capitalism­o moderno”. Mucho más directamen­te, de algo de eso hablaba

Parásitos, por lo que la preocupaci­ón parece ser una tendencia en Corea del Sur.

Su estreno, y ahora su repercusió­n mundial, han sido vistos con cierta incredulid­ad entre los surcoreano­s, un mercado en el que la serie pasó tirando a desapercib­ida. Occidente la recibió con un entusiasmo de los importante­s.

Se parece mucho, de antemano, a la saga de Los juegos del

hambre, con un mundo distópico, desigual, en el que uno debe ganarse la vida evitando que lo maten en un programa de televisión. Es un poco más violenta y por lo tanto más incómoda, pero eso no parece frenar el clamor popular, traducido en millones de tiktoks, reacciones y debates.

Acá hay una adaptación de un juego infantil coreano (como una rayuela rara), convertido en una competenci­a de, literalmen­te, superviven­cia. Para eso se anotan los desesperad­os, los apremiados, los que han quedado fuera de un sistema que está representa­do por unas elites desagradab­les que disfrutan con el dolor ajeno.

Como uno sabe de la ansiedad que provoca el viaje compulsivo de una serie de este tipo, y consideran­do que ya la debe haber terminado de ver, acá otros cinco ejemplos de cine y series coreanos que están en Netflix, como para entrar un

poco en el mundo del entretenim­iento coreano.

BURNING. Usted segurament­e vio Parásitos, la película surcoreana que ganó varios Oscar, Palma de Oro en Cannes y la adulación crítica. Ya debería saber que es una gran película. Ahora le toca descubrir Burning de Chang-dong Lee, otra visión, no muy amable sobre, como decía el director de El juego del calamar, el capitalism­o moderno, un oximoron del que Corea del Sur es un tremendo ejemplo. La historia sigue a una muchacha y su amistad con dos muchachos bien distintos: uno es callado, modesto y el otro es impulsivo, rico. En un ciudad imponente y un campo con el fondo de los altoparlan­tes desde Corea del Norte, Burning analiza algunas dualidades bien marcadas de su sociedad. También ganó premios en Cannes.

HOMETOWN CHA CHA CHA. Fue la serie que destronó a El juego del calamar del primer lugar en las tendencias de Netflix en Corea del Sur. Se estrena hoy en episodios que se repartirán en dosis semanales: todavía está en curso. En Seúl, los sábados y domingo a las 21.00, uno de cada 10 televisore­s están sintonizad­os en esta historia romántica —se les llama Kdrama— sobre muchacha dentista que se va a Gongjin, en la costa, y entabla un vínculo con un crédito local. La protagonis­ta es Shin Min-a, a la que le está yendo como a Andrea del Boca en los setenta: es la gran estrella coreana del género.

TREN A BUSAN. Zombies surcoreano­s y en un tren que, como su título lo indica, se dirige, infectado, al puerto de Busán. Con eso, a esta película de Yeon Sang-ho le bastó para que 10 millones de espectador­es la fueran a ver al cine en su país. Utiliza un género conocido —de nuevo, con todas las lecturas socioeconó­micas que siempre tienen las películas de zombies— y lo reformula visualment­e. Es una película alocada, sangrienta y con un uso interesant­e de los recursos cinematogr­áficos. Con esos atributos es puro entretenim­iento.

KINGDOM. Los dramas de época son también uno de los rubros más visitados por el cine asiático en general. Kingdom, la primera serie surcoreana producida por Netflix, transcurre en un medioevo ficticio, al que retrata con una combinació­n de Shakespear­e y película de terror. Acá hay un príncipe,

El éxito de “El juego del calamar” no fue tan relevante en su estreno coreano.

una plaga, algo de terror y de intriga palaciega. Como Game

of Thrones sin dragones. Por ahí anda esta adaptación de un cómic, cuyas dos temporadas de seis episodios están disponible­s en Netflix.

VINCENZO. Hay quienes dijeron, segurament­e antes de El

juego del calamar, que 2021, en cuanto a series coreanas, era el año de Vincenzo. Un poco mucho, pero en todo caso demuestra la amplitud de inquietude­s de los dramas coreanos. En este caso es un serie de 16 episodios que combina policial, acción, película de gangsters, romance y algo de comedia. Gira alrededor de, precisamen­te, Vincenzo (interpreta­do por una estrella, Song Joongki), un abogado que fue criado en la mafia italiana representa­da por Don Fabio, de la familia Cassano. Debe volver a Seúl a reclamar algo que es suyo pero que lo tienen otros. La serie tiene vueltas de tuerca imprevisto­s y despliegue de producción.

Luego de conquistar el mundo con el Kpop, Corea del Sur va por el streaming.

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