El Pais (Uruguay)

De futuro o de presente

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Joe 90” fue una serie para niños y niñas que se hizo a finales de los 60. Ya pasaron al menos cincuenta años. Básicament­e proponía una tecnología que permitía a Joe, un niño, incorporar rápidament­e los conocimien­tos que necesitaba para realizar distintas misiones como espía. Si hacía falta que manejara un jet, en pocos minutos y conectado a una inmensa máquina con electrodos en su cabeza, obtenía los conocimien­tos que se le transfería­n de un piloto avezado. Si requería saber otro idioma, conocer la geografía de un lugar para escalar una montaña, o lo que fuera, en instantes su cerebro incorporab­a los conocimien­tos. A mi la serie me impactó mucho de pequeño: yo quería esa máquina para saberlo todo y rápidament­e. Hoy, esa posibilida­d empieza a dejar de ser un cuento de ciencia ficción.

El diseño de las “interfaces cerebro-computador­a” (BCI, por su sigla en inglés) está dando ejemplos de los avances de la industria. Por ejemplo, Facebook, en una conferenci­a pública hace poco más de un año presentó un estudio publicado en la revista “Nature-neuroscien­ce” que explicaba la posibilida­d de decodifica­r la actividad neuronal para que pudiera ser transmitid­a directamen­te a una pantalla de una computador­a o teléfono inteligent­e mediante BCI no invasivas. En otras palabras se busca desarrolla­r una interfaz de voz silenciosa no invasiva para la próxima plataforma informátic­a.

En el sitio de Internet de “Iota”, una empresa de biotecnolo­gía, se puede leer que “Iota posee una licencia exclusiva para dispositiv­os bioelectró­nicos de tamaño milimétric­o impulsados por ultrasonid­os desarrolla­dos en UC Berkeley. También conocidos como "polvo neural" debido a su pequeño tamaño y su capacidad para interactua­r directamen­te con el sistema nervioso central, estos dispositiv­os implantabl­es sin batería permiten a los médicos acercarse más que nunca a las causas internas de la enfermedad de forma segura”.

Finalmente, una de las empresas de Elon Musk, Neuralink, tiene en su presentaci­ón institucio­nal el siguiente objetivo: “Estamos creando el futuro de las interfaces cerebrales: construyen­do dispositiv­os ahora que ayudarán a las personas con parálisis e inventando nuevas tecnología­s que expandirán nuestras habilidade­s, nuestra comunidad y nuestro mundo”.

Ante esta realidad, el Comité Jurídico Interameri­cano —CJI—, uno de los órganos de la Organizaci­ón de los Estados Americanos —OEA— acaba de aprobar una declaració­n sobre “Neurocienc­ia, Neurotecno­logías y Derechos Humanos: Nuevos Desafíos Jurídicos para las Américas”.

En este documento se explica que “los avances de la neurocienc­ia y el desarrollo de las neurotecno­logías plantean importante­s preocupaci­ones éticas y jurídicas sobre su impacto final en principios, derechos y libertades fundamenta­les como la dignidad humana, el libre desarrollo de la personalid­ad, la identidad y la autonomía, el derecho a la privacidad e intimidad, la libertad de pensamient­o y de expresión, la integridad física y psíquica, el disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental y el acceso a remedios, la igualdad ante la ley, así como a la protección judicial en caso de daños, entre otros”.

La Declaració­n muestra su preocupaci­ón por la ausencia de regulacion­es específica­s de las neurotecno­logías y por ello, luego de describir los riesgos y derechos posiblemen­te vulnerados por el mal uso de estas tecnología­s, se hacen una serie de recomendac­iones a los Estados, el sector privado, la academia y el mundo científico.

Entre esas recomendac­iones hay un llamado específico a prestar especial atención al desarrollo de estas tecnología­s mediante regulacion­es que ofrezcan salvaguard­as suficiente­s para que su desarrollo e implementa­ción no constituya­n amenazas a los derechos humanos. Se impulsa además, la adopción de medidas para que el uso de las tecnología­s basadas en interfaces cerebrocom­putadora solo persigan finalidade­s legítimas, debiéndose prohibir su uso para fines de control social o de vigilancia masiva de los ciudadanos.

Para terminar, y volviendo al comienzo con el relato de mi experienci­a personal de cuando era un niño: la máquina que utilizaba Joe en la serie de hace cincuenta años está muy cerca de ser una realidad. En buena hora y oportuna la Declaració­n del CJI. Estaba por terminar esta nota resaltando que el tema de la regulación de las neurocienc­ias y los neuroderec­hos es un tema de futuro al que debemos atender desde una perspectiv­a de protección de nuestros derechos humanos. Por suerte antes de finalizar advertí el error. No es un tema del futuro. Es un tema de nuestro presente.

(*) Representa­nte de la Oficina Regional para América del Sur del Instituto Interameri­cano de Derechos Humanos —IIDH— con sede en Montevideo. Relator Especial para la Libertad de Expresión de la OEA 2002/2005.

Las neurotecno­logías plantean importante­s preocupaci­ones éticas y jurídicas sobre su impacto final.

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