El porvenir de Alberto Fernández y Cristina tras el 14 de noviembre
La crisis interna está lejos de ser resuelta, dicen analistas
■■ Tímidamente, las discusiones que se suscitan entre representantes del llamado círculo rojo se van orientando hacia una pregunta que pocos se animan a formular en público: ¿qué pasaría el 15 de noviembre en la Argentina si la noche anterior la apertura de las urnas confirma una derrota para la coalición gobernante tan dura como la recibida en las PASO o incluso peor?
No será, sin lugar a dudas, un día más. De verificarse esa hipótesis, estaríamos ante el más abultado traspié electoral del peronismo en su historia. Algo particularmente especial para un movimiento que pasa a un estado interno de ebullición, no exento de fratricidios, cada vez que percibe su alejamiento del poder. ¿Qué podría pasar si, además, el Frente de Todos pierde su actual mayoría propia en el Senado y cede posiciones en la Cámara de Diputados, donde incluso podría hipotéticamente dejar de ostentar la primera minoría?
¿Y qué sucedería si, por si fuera poco, todo eso se combina con un escenario signado por una tan inusitada como extrema debilidad del presidente de la Nación, que posiblemente no se advertía en un jefe del Estado proveniente del justicialismo desde los tiempos de Isabel Perón, y en un contexto de serias dificultades?
En parte de los círculos empresariales, políticos e intelectuales ya no se descarta la alternativa de que, ante ese eventual escenario, se produzca la renuncia anticipada de Alberto Fernández. Aun cuando seguramente son muchos menos los que la deseen.
La situación del Banco Central es objeto de una cuenta regresiva en círculos económicos bien informados. Se trata de predecir cuándo las reservas de libre disponibilidad de la entidad monetaria llegarán a cero.
Es un ejercicio de debate tan dramáticamente apasionante para esos economistas como el nivel de atraso del dólar en el mercado oficial o como el de una inflación que ha vuelto a despertar en las últimas semanas y que parece condenada a seguir subiendo, de la mano de la mayor emisión de moneda, derivada de maniobras de gobernantes que, imposibilitados de llevar a cabo prácticas populistas con recursos genuinos, se ven forzados a apelar a llenar bolsillos con papel pintado que valdrá cada vez menos.
Podrá decirse que la Argentina ha vivido crisis parecidas, como la de 1989 o la de 2001. Pero precisamente lo malo de ambas crisis es que se llevaron puestos a dos presidentes, como Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa, quienes debieron dejar el poder antes de concluir sus mandatos.
La situación de Alberto Fernández no se asemejaría tanto a la de Alfonsín, quien simplemente debió pactar la entrega anticipada del poder a quien ya había sido elegido democráticamente para sucederlo (Carlos Menem). Sí encontraría puntos en común con el período de De la Rúa, quien ya había tenido un conflicto con su vicepresidente, Carlos “Chacho” Álvarez, que terminó con la renuncia de este último.
Podría darse el mayor traspié en la historia del peronismo.