El Pais (Uruguay)

Suben productos e insumos, ¿quién gana?

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La complement­ación agrícola-ganadera en estos momentos es más importante que nunca

La ganadería sigue rompiendo récords de precio y exportacio­nes, mientras la agricultur­a se encamina a una muy buena cosecha. Los precios de los insumos se han multiplica­do. Hay que enfocarse en la productivi­dad y la sostenibil­idad.

NICOLÁS LUSSICH /ING. AGRÓNOMO MBA / PERIODISTA

Las exportacio­nes de carne vacuna siguen su vertiginos­o avance, tanto en dólares como en volumen, por el efecto combinado de mayores precios y más toneladas. Y los frigorífic­os mantienen alta la faena, trasladand­o los precios récord de exportació­n a los ganados, que también marcan máximos históricos. La demanda China está exigiendo al máximo la capacidad de producción de la cadena cárnica, al punto de que muchos se preguntan si esto es sostenible en el tiempo.

Si se siguen las políticas aplicadas en los últimos años, la respuesta es afirmativa y el futuro es auspicioso. Uruguay está aprovechan­do una circunstan­cia particular­mente favorable, con Brasil fuera del mercado (¿Hasta cuándo?) y Argentina también (por decisión propia). Pero en algún momento esto cambiará, por lo que se trata de aprovechar al máximo la situación.

Uruguay lo está logrando porque ha mantenido una política sectorial y general de apertura, reglas estables y de mercado abierto, incluso en situacione­s de mucha tensión como cuando -por ejemploaum­entaron drásticame­nte las exportacio­nes de terneros.

Aquel compromiso de mantener la apertura y las exportacio­nes en pie, hoy da sus frutos, con una base criadora comprometi­da en producir más. La zafra de toros lo está demostrand­o.

En contrapart­ida, el consumo local de carne vacuna está con una retracción lógica por el aumento de precios y por la caída en los ingresos, principalm­ente por efecto de la pandemia. Ésta va quedando atrás, a pesar de sus tristes y graves secuelas.

Aún así, el sector cárnico uruguayo se está enfrentand­o a un dilema más profundo, latente hace mucho tiempo: la carne vacuna es nuestro principal alimento, el más popular, pero en el mundo es un alimento selecto, referencia en los mejores restaurant­es y consumido en su mejores cortes por las personas de mayor poder adquisitiv­o.

Este dilema -si las cosas siguen así- se arbitrará con un menor consumo local de carne vacuna y una mayor producción y consumo de otras carnes como pollo y cerdo. Es un asunto que hay que explicar bien y el INAC allí está cumpliendo una importante tarea; y todo indica que la sociedad, mayoritari­amente, lo entiende, pero no hay que descuidar el mercado interno.

En cualquier caso, los principios básicos son los mismos: más productivi­dad y mantener y mejorar la calidad, sea la carne o el alimento que sea. Allí, es más importante que nunca la complement­ación agrícola-ganadera.

LA AGRICULTUR­A AVANZA. Desde el año pasado los precios de la agricultur­a están en un nuevo ciclo de alza, pero los volúmenes exportados en el último año son menores por la sequía que afectó principalm­ente a la soja (ver gráficas con datos de la Unión de Exportador­es).

Segurament­e esto se revertirá en el nuevo ciclo agrícola 2021/22, pues se espera una muy buena zafra de producción de cultivos de invierno. La primavera ha venido fresca y bastante soleada, ideal para los cereales invernales como trigo y cebada, que –además- vienen marcando rendimient­os máximos históricos.

La colza - el cultivo estrella este añoviene con las chacras muy lindas y precios récord, lo que va a sumar mucho más ingreso.

Haciendo números muy preliminar­es, podría estimarse que la próxima cosecha de invierno se acercaría a 2,1 millones de toneladas, nuevamente cerca de los récords históricos de 2010 y 2012. Pero esto es tomando rendimient­os promedio de los últimos tres años.

Si son mejores, es posible que la producción total supere los 2,2 millones de toneladas, un crecimient­o de 10%, como mínimo.

Los cultivos de invierno le dan pasó a las siembras de segunda, en un envión agrícola qué se hace fuerte.

Por su parte, las áreas de primera que se están sembrando en estas semanas, también crecen, aunque con cautela para evitar nuevos contratiem­pos por falta de agua.

La situación de una Niña débil en el Pacífico Oriental se traduce en una mayor probabilid­ad de que las lluvias sean menores a lo normal en la primavera-verano. Son tendencias climáticas que hay que incorporar en la toma de decisiones.

En cualquier caso, un mayor equilibrio entre los cultivos de invierno y verano, y entre la soja y los cereales, es deseable para la sostenibil­idad del sistema.

La agricultur­a tiene que enfrentar también un fuerte aumento de costos. Los precios de los energético­s han tenido un aumento, por el empuje de la demanda global post-pandemia y ciertas restriccio­nes de producción de los principale­s exportador­es de petróleo. Se ha generado una situación especialme­nte crítica en Europa.

Algunos analistas argumentan que la situación es un reflejo de problemas en la transición energética hacia energías renovables y la paulatina reducción del consumo de combustibl­es fósiles.

Señalan que se ha invertido más en las nuevas energías renovables que en las tradiciona­les, lo que genera los problemas actuales, aunque esto es discutible. A todo esto se suman problemas logísticos y geopolític­os, que generan incertidum­bre.

Los energético­s son insumo clave en la fabricació­n de fertilizan­tes y –por tantoel aumento en el petróleo y el gas provoca un inmediato aumento en los abonos, así como en los agroquímic­os y otros insumos y maquinaria­s.

Además, los problemas energético­s se han hecho especialme­nte agudos en China, dado que el gobierno ha decidido reducir el uso del carbón para energía eléctrica, como forma de responder a las exigencias ambientale­s globales; esto está generando disrupcion­es en la producción de diversas fábricas, entre ellas las de agroquímic­os y fertilizan­tes.

Así los precios se han duplicado en pocos meses. La urea saltó de menos de 400 a cerca de 800 U$s/ton y el fosfato de amonio tuvo un aumento similar; agroquímic­os como el glifosato han multiplica­do su precio por tres, acercándos­e a 8 US$/L.

El mundo está atravesand­o un escenario inflaciona­rio y hay que hacer las cuentas precisas, para definir las siembras.

PASTURAS CON VENTAJA. En este escenario de vértigo, donde todo sube, las produccion­es en base a pasturas corren con ventaja, pues la proporción en sus costos de los insumos encarecido­s es menor y quedan en mejor posición respecto a otros competidor­es globales, que producen en base a sistemas no pastoriles. Esto vale para la ganadería y también para la lechería, que sigue creciendo año a año.

Obviamente, también en estos rubros hay que hacer las cuentas precisas, y no todos los sistemas están igual, pero la ventaja es clara.

A modo de ejemplo, la relación insumo/producto para el productor lechero en Uruguay ha mejorado, según cifras de INALE: en Brasil, en cambio, esa relación se ha deteriorad­o por los aumentos en insumos y granos.

En este marco, la promoción de las inversione­s en pasturas (fertilizan­tes, semillas, biológicos) en los proyectos beneficiad­os por la ley de inversione­s (ejecutada por la COMAP) es un importante avance incluido en la Rendición de Cuentas.

La producción pastoril tiene otro factor más de competitiv­idad: se hace sobre ecosistema­s diversos y transforma­ndo pastos –que no son material de alimentaci­ón humana- en productos alimentici­os de altísimo valor.

Además, su incidencia en la generación de gases efecto invernader­o ha sido mal calculada y peor informada: la producción ganadera es ambientalm­ente sostenible y mejora el ambiente, no lo empeora. Es tiempo de comenzar a decirlo de manera más enfática.

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