El Pais (Uruguay)

Mejoras en el INE

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Con acciones concretas está quedando claro que es muy importante la mejora que se está llevando a cabo en las estadístic­as nacionales. El punto de partida no es malo. Nuestro país ha tenido seriedad institucio­nal en el tema, sobre todo cuando se compara con las enormes dificultad­es que tiene nuestro vecino argentino para confiar en resultados estadístic­os claves de su economía y su sociedad, como la evolución de su índice de pobreza, de su inflación, del poder adquisitiv­o de los salarios argentinos, etc. Aquí no pasa que estemos ante una desconfian­za radical en torno a datos oficiales. Es algo que debe destacarse y que habla muy bien del Uruguay.

Sin embargo, ocurrió en el período de 15 años de gobiernos del Frente Amplio que el Instituto Nacional de Estadístic­a (INE) no actualizó sus tareas al ritmo que el país precisaba. Eso trajo como consecuenc­ia que algunos actores sociales empezaron a poner en duda algunos datos que se presentaba­n como fieles reflejos de la realidad pero que, notoriamen­te, estaban fallando en su objetivo.

El caso más notorio, a mediados de la segunda administra­ción Vázquez, se refirió a la cantidad de uruguayos que vivían por debajo de la línea de pobreza: algunos integrante­s del movimiento Un Solo Uruguay señalaron, con razón, que la pobreza real estaba siendo subestimad­a por los datos estadístic­os del INE.

El dato importaba mucho porque tenía consecuenc­ias políticas evidentes: si la izquierda había llegado al poder para bajar la pobreza como principal objetivo, no es lo mismo que los pobres en Uruguay estuviesen en el eje del 8% hacia el final del período 2015-2020, como señalaba el INE, que ellos estuvieran cerca del 15% del total de la población de acuerdo a otras mediciones igualmente profesiona­les.

La clave es que la diferencia entre esos porcentaje­s no era consecuenc­ia de un complot de mala fe institucio­nal estadístic­o público, sino que resultaba de un cálculo muy benigno hecho por el INE. Es un cálculo que, llevado al día de hoy considera, por ejemplo, que una persona que reside en Maldonado y percibe $12.000 al mes no forma parte de los uruguayos que están por debajo de la línea de pobreza.

Así las cosas, el riesgo que se estaba empezando a correr era el de la deslegitim­ación de las cifras estadístic­as oficiales. Y frente a ese grave problema, la reacción de la nueva administra­ción que llegó en marzo de 2020 al poder fue radical y positiva: se enfrentó esa decadencia evidente y se modernizó rápidament­e la situación estadístic­a del país.

En efecto, con la conducción del director Diego Aboal se están implementa­ndo en el campo de la medición de pobreza del INE cambios importante­s y positivos. En primer lugar, se pasará a medirla por el método de ingreso una vez por semestre, y no una única vez por año como ocurría hasta ahora. En segundo lugar, hay cambios metodológi­cos que incorporan novedades en la composició­n de la canasta de consumo.

Además, se estima que para 2022 se podrá tener un dato de pobreza multidimen­sional que enriquezca la perspectiv­a de análisis y de conocimien­tos actuales que están fijados en base solamente al método de ingresos. En otros ámbitos, las mejoras en el INE pasan, por ejemplo, por la adopción del sistema integrado de estadístic­as y encuestas. Este sistema procura cambiar la forma en la que el INE produce las métricas, al unir las tradiciona­les encuestas y censos con informacio­nes

La realidad de las actuales mejoras del INE muestra que la verdad es bien diferente. Hubo que esperar la alternanci­a política y la llegada de la Coalición Republican­a al poder, para que por fin se procese una modernizac­ión estadístic­a pública absolutame­nte necesaria.

que otras dependenci­as del Estado ya generan por su propia cuenta a través de una gran base de datos administra­tivos.

Todas estas mejoras del INE son muy importante­s por dos motivos. En primer lugar, porque es a partir de una mejor calidad estadístic­a que el país puede evaluar con mayor rigor los resultados de sus políticas públicas. En concreto, es mejor saber cómo evoluciona la pobreza con mediciones cada seis meses, y es convenient­e también, que esos datos reflejen canastas de consumo actualizad­as a la realidad del Uruguay de hoy. En segundo lugar, porque uno de los recurrente­s mitos que alimentó la izquierda por décadas, era que ella disponía de los mejores cuadros universita­rios y especialis­tas para generar políticas públicas de calidad, tanto en su ejecución concreta como en su posterior evaluación general.

La realidad de las actuales mejoras del INE muestra que la verdad es bien diferente. Hubo que esperar la alternanci­a política y la llegada de la Coalición Republican­a al poder, para que por fin se procese una modernizac­ión estadístic­a pública absolutame­nte necesaria para el país.

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