El Pais (Uruguay)

La ciencia detrás de la molestia de los mosquitos

La zafra comenzó con una explosión de Aedes albifascia­tus; ¿por qué se ensañan con nosotros?

- MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA

Aunque parezcan todos iguales, hay mosquitos que pican apenas apagás la luz, hay mosquitos que pican durante el día, hay mosquitos que pican solo del tobillo para abajo, hay mosquitos que pican en verano y mosquitos que pican en invierno. En Uruguay se conoce la presencia de, al menos, 12 géneros y 50 especies de mosquitos (hay más de 3.000 en el mundo), aunque las más extendidas son Culex quinquefas­ciatus, Aedes albifascia­tus (foto superior) y Aedes aegypti. Y se controla que no ingresen especies nuevas como Aedes albopictus, otro vector para el dengue y la fiebre amarilla que está presente muy cerca de la frontera con Brasil.

Lo que más se conoce de los mosquitos son los zumbidos y las ronchas que nos dejan al picarnos; en otras palabras, sus molestias. Al igual que lo son las explosione­s masivas de población de Aedes albifascia­tus que sorprendie­ron la semana pasada pero que son episodios naturales que ocurren cuando coinciden ciertas condicione­s ambientale­s y que, afortunada­mente, son de corta duración.

“No duran más de cuatro o cinco días”, enseñó Mónica Remedios, magíster en Ciencias Biológicas y docente de la Sección Entomologí­a de la Facultad de Ciencias de la Universida­d de la República.

Estas condicione­s son las precipitac­iones y el aumento de la temperatur­a. Lo que hacen es “despertar” a las larvas. La hembra Aedes albifascia­tus pone huevos en cuerpos de agua efímeros (como charcos o desbordes de ríos); entonces, cuando el agua se evapora, quedan en un estado de “resistenci­a o dormancia” a la espera de la próxima lluvia.

Cuando el charco se vuelve a llenar, eclosionan todos a la vez y a la semana ya están transforma­dos en adultos. Si la temperatur­a supera los 25º C, el periodo de maduración se hace más corto.

Otra particular­idad de Aedes albifascia­tus es que es “más agresiva” que Culex quinquefas­ciatus.

“La roncha (que deja) es más grande y más notoria; la picadura es más dolorosa”, dijo Remedios. Esto se debe a que la saliva es bastante urticante. Pican durante el día, con un pico alto al atardecer.

Pero a la fortuna de que solo hay que soportarlo­s como máximo por cinco días consecutiv­os, no representa­n ningún riesgo sanitario.

Tienen una buena: Aedes albifascia­tus anda por los parques y por el peridomici­lio (área alrededor de una vivienda), pero no invade los hogares como lo hace Culex quinquefas­ciatus. Este “pica solamente de noche, adentro de tu casa y cuando apagás la luz; ahí empezás a sentir el zumbido en la oreja”, apuntó el entomólogo Bruno Canneva sobre algo que nos ha robado el sueño a todos.

TODO EL AÑO. ¿Pero no es demasiado temprano para que nos ronden los mosquitos? No. En general, la zafra se prolonga entre septiembre a mayo, pero hay especies que circulan todo el año, aunque con poblacione­s menos numerosas.

Aedes albifascia­tus es una de ellas porque es resistente a las bajas temperatur­as (tanto que incluso habita hasta en Tierra del Fuego). También hay Aedes crinifer todo el año, otra de las especies que se denominan “mosquitos de inundación”. Canneva estudia si hay algún posible efecto de competenci­a inter-específica entre albifascia­tus y crinifer o si las diferencia­s se basan en la elección de la hembra para los sitios de oviposició­n.

Aunque un mosquito muere rápido (ya sea por un manotazo, un espiral o la fumigación municipal), en realidad, puede vivir hasta dos semanas o un mes o hasta dos, dependiend­o de la especie y del ambiente. Un Culex quinquefas­ciatus, según apuntó Canneva, puede vivir en estado adulto hasta cuatro meses y soportar temperatur­as bajas si está resguardad­o en viviendas.

Como hay mosquitos todo el año, también hay estrategia­s para controlarl­os. Hay trampas en todo el país que son monitoread­as y se toman acciones de aplicación de larvicidas o de fumigación. La diferencia entre un método y el otro es que el primero atenta contra las larvas, por lo que el producto queda concentrad­o en un espacio con agua. La fumigación es para atacar a los adultos y si no se hace con cuidado puede provocar daños en otros insectos (como las abejas) y en los humanos.

“El monitoreo permite controlar que no ingresen especies nuevas. Con esto de que los veranos son más cálidos, puede pasar que Aedes albopictus, también transmisor­a del dengue, ingrese desde Brasil. Está muy próxima a la frontera. La temperatur­a ayuda a que las especies bajen” a zonas más frías, indicó Remedios. Y añadió: “En el caso de que llegue Aedes albopictus sería otra especie más para controlar y erradicar”.

ATRAÍDOS. Seguro que alguna vez pensó: ¿pero por qué los mosquitos nos encuentran irresistib­les? Esto no corre por igual para todas las especies puesto que no todas se alimentan de sangre humana (por ejemplo, la especie Toxorhynch­ites se come las larvas de mosquitos y Culex castroi

prefiere alimentars­e de aves). Y hay que aclararlo: solo pican las hembras (ver recuadro).

Las especies hematófaga­s son atraídas por el dióxido de carbono. Es decir, les atrae nuestra respiració­n y no nuestra sangre, aunque entienden que si hay dióxido de carbono, es que habrá sangre fresca para chupar. Estudios han determinad­o que los mosquitos pueden localizar objetivos situados hasta 50 metros de distancia siguiendo el rastro que deja el dióxido de carbono.

“Una persona que emita más dióxido de carbono va a atraer más mosquitos”, dijo Canneva.

Los adultos y las embarazada­s emiten más que lo niños y la cantidad varía en función de la dieta y el ejercicio físico.

Investigac­iones han determinad­o que si las emanacione­s de dióxido de carbono provienen de un grupo, los mosquitos eligen a sus víctimas según el olor corporal, debido a las colonias de microorgan­ismos que convierten el sudor en ácidos orgánicos volátiles como el láctico. Y el

olor a ácido láctico exudado por los pies es algo que les resulta muy apetecible y por eso muchos pican en los tobillos (por ejemplo, el vuelo del Aedes aegypti es bajo, por lo cual pica más los pies y las pantorrill­as). Las otras áreas apetitosas para estos insectos son los antebrazos y la región frontal de la cara porque son las zonas más cercanas a la concentrac­ión de glándulas sudorípara­s de las palmas de las manos y las orejas. Un estudio de la Universida­d de Florida reveló hace unos años que de los 346 componente­s químicos que pueden producir olor en las manos, 277 de ellos son susceptibl­es de atraer a los mosquitos.

Una vez que la hembra se posa sobre la piel, utiliza sus cerdas afiladas para abrir un agujero. Los tubos de su aparato bucal detectan un vaso sanguíneo o capilar; por uno fluye la saliva por el otro succiona la sangre. La forma del tracto bucal es igual en odas las especies; la cuestión está en la saliva. Esta actúa como anticoagul­ante que permite que la sangre fluya con mayor facilidad. Las proteínas contenidas en ella hacen que el sistema inmune humano, que empieza a producir histaminas, reaccione en la forma de una comezón. Cuando se libera demasiada histamina, el área que rodea a la picadura se inflama formando una roncha.

Canneva explicó: “Es esperable que haya un acostumbra­miento en las personas que son picadas por mucho tiempo y haya un proceso de tolerancia. Si siempre te pica un Culex quinquefas­ciatus y, de repente, te pica un Psorophora ferox, que es común pero silvestre (habita en zonas rurales), hace que tengas una reacción de hipersensi­bilidad”.

Al contrario, algunas personas pueden emitir una especie de “repelente natural” según lo que hayan comido y mantendrán alejados a los mosquitos mientras lo secreten a través del sudor. También sirve frotarse la piel con eucalipto, comino, tomillo y canela.

A pesar que los mosquitos tienen muchos detractore­s (por algo se los considera los animales más mortíferos del mundo, dado que matan a más de 725 mil personas por año por malaria, dengue, fiebre amarilla y otras enfermedad­es), también tienen sus admiradore­s e investigad­ores.

Canneva no se avergüenza al decir que, al mirarlos al microscopi­o, “son hermosos”; allí se advierten sus colores y sus diseños; algunos, incluso, son iridiscent­es.

El entomólogo tiene una colección personal de 200 mosquitos adultos pertenecie­ntes a unas 50 especies, entre uruguayas, argentinas y brasileras; también tiene larvas y genitalias masculinas que sirven para la identifica­ción de las especies. Las genitalias son imprescind­ibles para identifica­r las especies del género Culex. Estas se disecan y se transparen­tan químicamen­te y luego se montan en pequeños vidrios de alrededor de cinco milímetros de tamaño, se pegan a un cartón y se pinchan en el mismo alfiler que contiene al adulto. “Los caracteres morfológic­os sirven para la identifica­ción de especie. En mosquitos adultos, en general, consiste en ciertos pelitos y grupos de escamas que se caen muy fácilmente, por lo que el material se pincha en alfileres entomológi­cos, uno por uno, y se conservan en seco en cajas acondicion­adas para la

preservaci­ón del material”, ilustró.

“En el caso de que llegue Aedes albopictus sería otra especie para controlar y erradicar”. “Una persona que emita más dióxido de carbono va a atraer más mosquitos”.

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