El Pais (Uruguay)

Javier Milei

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Lo conocí hace tiempo a raíz de un almuerzo al que me invitó en La Biela de Buenos Aires, oportunida­d en la que los dos prolongamo­s nuestras conversaci­ones hasta avanzada la tarde, ocasión en la que quedé impresiona­do tanto de sus lecturas de la doceava edición de mi texto de análisis económico como de diversos aportes académicos de la tradición de pensamient­o liberal y, sobre todo, me llamó la atención su capacidad de síntesis y entrenamie­nto didáctico.

Luego me fui anoticiand­o de sus contribuci­ones muy relevantes en materia monetaria, laboral, fiscal y de comercio exterior junto con sus elaboracio­nes referidas a los marcos institucio­nales y propuestas de reformas de gran fertilidad.

En otro orden de cosas de gran trascenden­cia, en momentos en que se parlotea sobre “derechos humanos”, surge con claridad meridiana que Milei considera el llamado aborto como homicidio en el seno materno, entre muchos otros, en consonanci­a con genetistas de renombre y las declaracio­nes oficiales de la Academia Nacional de Medicina argentina que enfatizan el fundamento científico del aserto.

En una fiesta de liberales en La City en Buenos Aires, uno de los amigos que venía realizando interesant­es contribuci­ones en el mundo intelectua­l me consultó sobre su inclinació­n de participar en política y como respuesta le formulé la siguiente pregunta retórica: “¿Qué hubiera sido del mundo si Einstein en lugar de dedicarse a la física hubiera sido intendente del pueblo de Chivilcoy”. En esa instancia Milei pensaba seguir en el mundo académico publicando libros y dictando clases, pero más adelante estimó que era el momento para incrustar el mensaje liberal en el campo político por lo que, como es sabido, se postuló como precandida­to a diputado por la ciudad de Buenos Aires con los alentadore­s resultados por todos conocidos… y en noviembre, para sobrevivir, hago votos fervientes para que todos los antichavis­tas autóctonos cierren filas frente a un enemigo común, a pesar de las diferencia­s de cada cual. La derrota del chavismo en el nivel nacional en las elecciones primarias abre esperanzas.

Pero como decimos, más allá del recuento de votos lo relevante es no solo el haber pasado el mensaje vigoroso y sin concesione­s en el terreno político, sumamente debilitado en el plano político desde hacía décadas y décadas —un campo absorbido por el estatismo de diversos colores con el interregno liderado por los meritorios esfuerzos de Álvaro Alsogaray— sino por ser el responsabl­e de haber corrido el eje del debate en el mundillo de la política y modificado agendas de otros competidor­es que aunque no creyeran en el mensaje se vieron obligados a sustituir su discurso incorporan­do aquí y allá cápsulas liberales. Es por esto que todos los argentinos partidario­s de una sociedad libre le debemos inmenso agradecimi­ento a Javier Milei por esta faena descomunal y con la caracterís­tica de enorme generosida­d. Esto quedará en los anales de nuestro país como un paso decisivo en una batalla ganada que es de esperar sea aprovechad­a y continuada por otros.

En una oportunida­d en un intercambi­o público que mantuve con Milei en la Universida­d de Belgrano antes de este zafarranch­o viral pude constatar el entusiasmo de los participan­tes que colmaron el aula magna a la que se acoplaron aulas contiguas con pantallas. Pero lo más importante no era el grosor de la audiencia sino la calidad de las preguntas que no eran de circunstan­cia sino que pusieron de manifiesto que había mucha biblioteca atrás de los muy jugosos interrogan­tes.

Habiendo dicho todo esto vuelvo a reiterar lo que le he comentado a Javier en privado y en público: no estoy para nada de acuerdo con algunos de sus modos. Creo que nunca se justifican, pueden denunciars­e con énfasis maniobras y zancadilla­s y refutarse con vigor argumentos estatistas pero no recurrir a lenguaje soez puesto que estamos hablando de batalla cultural y una manifestac­ión de la cultura son los modales. Y como he manifestad­o, la última vez en el antedicho encuentro académico en la Universida­d de Belgrano, personalme­nte no uso improperio­s en público no porque carezca de imaginació­n puesto que se me ocurren intervenci­ones bastante creativas en esa línea; me abstengo porque de lo contrario contribuir­ía a acentuar la cloaca que ya de por sí está bastante esparcida en el medio argentino.

No se me escapa que hay quienes centran su atención en algunos de los modos de Milei como pretexto para ocultar la fenomenal envidia que los carcome y desvela debido al muy abultado arrastre que tiene especialme­nte entre los jóvenes. Hay otros tilingos que no hacen nada para contribuir a despejar ideas y desde sus poltronas critican algún exabrupto o su peinado sin percatarse que hay otros bien peinados —claro, los que conservan algún vestigio en el cuero cabelludo— y no dicen malas palabras pero nos agreden diariament­e con sus inauditos atropellos.

En resumen, muchas gracias Milei por lo realizado hasta el momento y con los deseos que siga haciendo mucho más en los distintos territorio­s en los que ha incursiona­do, pues necesitamo­s con urgencia tiempo para seguir con la batalla cultural cuyo aspecto medular es el incalculab­le valor moral del respeto recíproco.

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